Capítulo 24

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Mi chica saca una pequeña maleta de debajo de la cama, abre el armario y permanece un tiempo indefinido ojeando el contenido de su guardarropa

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Mi chica saca una pequeña maleta de debajo de la cama, abre el armario y permanece un tiempo indefinido ojeando el contenido de su guardarropa.

He insistido en que debe hacer el equipaje ahora porque mañana hay que salir temprano.

— Dimas, en serio. Si no me dices dónde vamos no sabré qué ropa tengo que llevarme. — Asegura con un mohín en los labios.

Le muestro media sonrisa mientras alzo una ceja, Me apoyo en el quicio de la puerta y cruzo mis brazos a la altura del pecho contemplándola.

— Vamos a ver. Mete un pijama...o bueno...no lo metas, total vas a dormir desnuda. — Digo mientras me encojo de hombros y mi chica sonríe de forma pícara. — Guarda otro pantalón, un par de jersey, una bufanda, unos guantes, un gorro, ropa interior, coge el abrigo y un chubasquero.

— ¿Me llevas al polo norte? — Pregunta entre risas.

— Frío, frío. — Contesto con una amplia sonrisa.

— Ya lo veo. — Afirma mientras que comienza a introducir en la maleta las prendas que le he dicho que guarde.

— ¡Ah! Y calzado cómodo Iby. Vamos a andar mucho.

Sus ojos se abren de par en par.

— ¿Me llevas a la montaña?

Me acerco a ella y antes de darle un beso en la nariz le contesto.

— Frío, frío.

Son las diez de la mañana y estamos en el control policial del aeropuerto e Ibaya está dando botes de los nervios. Aún no le he dicho a dónde vamos y como no hemos necesitado pasar por el mostrador de facturación porque ya tengo las tarjetas de embarque, no ha podido enterarse.

— Eres cruel. — Me dice antes de pasar a través del detector de metales y yo aguanto una sonrisa.

Paso detrás de ella y cuando llego a su altura la sujeto por la cintura y la atraigo a mi cuerpo. Ya la he torturado demasiado.

— Iby. Dime. — Digo al tiempo que me agacho y pongo mis ojos a su altura. — Si tuvieras que elegir una ciudad del mundo para visitar...— Susurro. — ¿Cuál elegirías?

Elle me mira con los ojos abiertos de par en par, temerosa de decir el nombre de la ciudad a la que lleva soñando ir toda su vida. Y que yo por supuesto sé porque se llevó todos los años de universidad repitiéndolo como un loro. Decía que en cuanto terminara de estudiar iría. Y por primera vez desde que tuve la idea me entra el pánico. ¿Y si ya ha ido? ¿Y si ya ha cambiado de idea y no quiere ir ni muerta?

— ¿París? — Dice con voz temblorosa y con una entonación que parece más una pregunta que una afirmación.

Ella se muerde el labio mientras que sus expresivos ojos color miel me analizan ansiosamente. Yo saco el teléfono y le muestro la tarjeta de embarque con su nombre en la que se ve el nombre de París en letras grandes y negras.

Bajo la piel de Ibaya © (+18) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora