Capítulo 9: Más refuerzos

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LALY

Mi casa es una de las pocas que conforman mi tranquilo barrio en un valle muy verde de la Nación Villana, y hacia allí nos dirigíamos. Yo viajaba en el asiento junto al conductor, donde se encontraba mi padre, hablándonos de todos los nuevos movimientos y patadas que quería enseñarnos cuando llegáramos. Miré por el espejo del retrovisor a Zed, que miraba maravillado por la ventana del asiento de atrás, sonreí involuntariamente al observarlo.

—¡Hemos llegado! —exclamó finalmente mi padre, mientras los portones de mi hogar nos daban la bienvenida, abriéndose automáticamente.

El brillo en la mirada verde de Zed me alegró el día completo, ¡y todavía había tanto que quería mostrarle! Me había dicho que no viajaba en auto desde que era muy pequeño, probablemente su última vez fue cuando su padre lo llevó hasta el colegio para abandonarlo allí. Quería que tuviera una experiencia totalmente diferente a esa, y a juzgar por su mirada lo había logrado.

Apenas llegamos, nos bajamos del auto y vi cómo Zed admiraba todo nuestro jardín. Era bastante grande, teníamos mucho pasto, varios árboles y flores. Lo observé inspirar e inflar su pecho, probablemente disfrutando de aroma a naturaleza que se respiraba por doquier.

—Vamos —lo interrumpí suavemente—, te presentaré a mi madre.

Me miró con una sonrisa súper tierna, que hizo que me mordiera el labio inferior inconscientemente, ¡me moría por besarlo! Pero no en frente de mi padre, que estaba detrás de nosotros.

Me siguió hasta mi casa, que se encontraba unos metros más allá de la entrada principal. Mi madre justo había salido a recibirnos también y nos fundimos en un gran abrazo. Se extrañó un poco al ver a Zed, ¡ni mi padre ni yo le habíamos explicado nada!

—Él es Zed, un amigo de Laly —se apresuró a presentarlo mi padre— no tenía dónde quedarse y pensé que no habría problema con que se quedara con nosotros.

—Mucho gusto —la saludó Zed con timidez.

—Hola— le respondió ella y luego se alejó con mi padre susurrando algunas palabras, alcancé a escuchar algo como que tendría que haberlo consultado con ella y que cuánto tiempo pensaba quedarse el chico. Vi cómo la incomodidad se apoderaba de Zed, las emociones eran siempre muy transparentes en él.

Diablos, no quería que se sintiera así. De modo que rápidamente lo tomé de la mano y le propuse mostrarle mi casa. Aceptó con una sonrisa de agradecimiento.

Por dentro, mi hogar no era muy grande, por lo que no tardamos mucho. Contaba con un living, un baño, una cocina y tres habitaciones: la más grande era de mis padres, luego estaba la mía y la tercera era la habitación para los huéspedes. Donde dormiría Zed.

Detrás de la casa, saliendo por la puerta del comedor, se encontraba nuestro gimnasio personal. Allí era donde mis padres entrenaban entre sí y me entrenaban a mí. Ambos eran profesionales de la lucha.

Llevé a Zed al gimnasio para mostrárselo y para presumir un poco de los trofeos y medallas que mis padres habían ganado y que guardaban en una vitrina allí al fondo. El piso estaba recubierto por tatamis, y también había una gran variedad de armas colgadas de las paredes. Él observaba todo con mucho asombro y curiosidad.

—¿Aquí entrenaremos? —me preguntó y yo asentí—. ¡Me encanta! Es mucho más grande que el de la escuela.

—Sí. —Le sonreí—. Mis padres lo han ido mejorando, querían que fuera un gimnasio profesional, ¿luchamos?

Él asintió sonriendo y bajó la mirada para después subirla hacia mis ojos.

—Laly, no sé cómo agradecerte todo esto —negó con la cabeza, como incrédulo— es demasiado perfecto, pero yo no quiero incomodar a tu madre, creo que no estaba muy conforme con mi visita.

Vacaciones [2]: Búsqueda en territorio seyrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora