- 3 - QUE TU PRESENCIA NO LA CAMBIO POR NINGUNA

292 10 1
                                    

Había llegado el día, Sara y yo por fin estábamos en Barcelona y mis ganas por verla eran infinitas. Al menos unas cien veces se me había pasado por la cabeza que podía encontrármela por la calle, como una verdadera casualidad, y aunque mi sentido común me decía que eso no iba a ocurrir, realmente nada me gustaría más. Tenía unas ganas locas de decirle lo estúpido que había sido, de pedirle perdón cuantas veces hicieran falta y sobretodo de besarla como si mañana mismo se me acabara el mundo. 

Mientras tomábamos un café en el hotel, no se me quitaban los nervios. Realmente si que parecía un fan, de los que cuentan los días, las horas y los minutos para ver a su ídola. Pero no un fan cualquiera... no. Me declaraba oficialmente malulero, en todos los sentidos posibles que se le pudieran dar a la palabra. 


-Hoy no vas a escucharme...¿no?- dijo Sara, después de dar dos palmadas frente a mis ojos

-Lo siento Sara, supongo que estoy nervioso... Tengo mil cosas que decirle pero se con toda certeza que cuando la tenga delante no me van a salir palabras coherentes... 

-No puedes preocuparte tanto bobo. Seguro que encuentras la manera de calmarte y puedes hablar con ella como lo haces siempre. No me cabe ninguna duda de que si le pides perdón no dudará en perdonarte. Aunque yo si fuera ella, después de lo que has tardado pensaría que ya no te importo...

-Espero que no piense eso, porque es lo que más me importa en el mundo...

-Lo sé, por eso estoy segura de que encontrarás las palabras exactas y se arreglará todo. Eso si, no sigas dándole vueltas o acabarás por desquiciarte.- reímos- Y venga, sube a la habitación y descansa un rato que el concierto es en dos horas. ¡Pero descansa eh!

-Si mamá.- asentí y besé su mejilla.- Gracias.- susurré a su oído y sonrió.


Le hice caso y subí a mi habitación. Tenía una hora para descansar y media hora para ducharme y vestirme. La otra media hora pensaba repartirla en llegar al concierto y pensar en como iba a hacer para pasar a su camerino, sin tan siquiera un pase o un conocido dentro más que ella o su hermano al que había visto escasas veces. 

Me tumbé en la cama pero me era imposible dormir. Le daba vueltas a todo, pero no conseguía entender ni mis propios pensamientos. Aún sin poder pegar ojo y sabiendo que luego no podría conmigo, decidí ir a ducharme y a cambiarme de ropa. Dejé caer el agua, recordando las duchas con ella, la forma en la que malgastábamos el agua o la aprovechábamos de forma especial. 

Cuando por fin me di cuenta de que había pasado mucho tiempo, acabé y salí del baño para vestirme. 

Ya no quedaba nada. La iba a ver en menos de una hora y estaba de los nervios. Seguía intentando pensar como entrar en aquel camerino. Por Dios ¿por qué era tan difícil? Obviamente no podía llegar allí y decir 'oye, que soy su ex ¿por qué no me dejas pasar?' Iba a ser completamente imposible, pero me daba igual. No me importaba irme a Madrid y esperarla sentado frente a su casa hasta que volviera. No me importaba porque sabía que necesitaba verla, y que si fuera realmente fácil cada cosa que se presenta querría decir que nuestra historia no vale nada, cuando en realidad lo vale todo. 

Me subí al coche con Sara y la miré sonriente. 'Allá vamos' pensé. No estaba lejos del hotel, por lo que tardamos poco tiempo. Cuando llegamos, lo difícil sería aparcar el coche ya que por los alrededores más 'cercanos' estaba todo demasiado lleno. 

Aparcamos. Por fin aparcamos. Íbamos bastante justos de tiempo, pero como teníamos unos asientos específicos tampoco pasaba nada. Fuimos, nos sentamos y esperamos a que el concierto empezara. 

APRENDIZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora