30 de Febrero

Ojo del huracán

Puntualmente a las 12:00 am en Seattle Finn Wolfhard recibió una llamada de su coestrella Millie Bobby Brown.

El pecoso pensó con su cerebro dormido que era la alarma del celular la cual le indicaba el momento para levantarse así que deslizó a la derecha pensando que de esa forma se había apagado y dejó el teléfono en la mesita de noche de la habitación de hotel.
El pequeño murmullo que salía de la bocina del celular fue fácilmente ignorado por el pelinegro quien al solo poner la cabeza en la almohada volvió a caer dormido.
La castaña al notar que nadie atendía al maravilloso discurso que le había hecho a Finn por sus dieciséis años colgó y volvió a marcar.
El menor de los Wolfhard al notar el irritante sonido que salía de su teléfono lo desconectó de forma un tanto brusca del cargador y con el brillo quemandole sus ojos entrecerrados pudo apreciar que era una llamada por parte de la británica por lo que contestó instintivamente.

"¿Sí?"

"Finn— llamó Millie al escuchar su voz ronca por el sueño— ¿Eres tú?"

"Claro que soy yo Mills— dice con un bostezo— ¿Quién más podría tener mí teléfono?

"Podría ser Nick— comenzó a enumerar a los posibles candidatos—, tu madre, tu padre, algún integrante de Calpurnia o los chicos de It..."

"Woah— paró el conteo de la joven—, alto allí ¿Acabas de decir que mi voz podría confundirse con la de mi mamá?— se notaba claramente que le dió en el orgullo— Me siento muy ofendido en estos momentos"

"Bueno rizos, dejando de lado tu dramatismo yo quería..."

"Espera un segundo— la interrumpe por segunda vez consecutiva—, voy a salir de la habitación antes de que despertemos a Nick que está en la cama de al lado"

El joven toma sus tenis y la primer sudadera que se encontró por allí junto al gorro gris que estaba en la mesa auxiliar, así sin olvidar sus anteojos circulares sale de la habitación lo más silencioso que puede para no despertar a su hermano mayor que ronca como uno de los leones marinos que hay en el Pier 39 de San Francisco.

"¿Dónde estás?"

"¿Eh?— contesta sin entender la pregunta— Estoy en Inglaterra"

"No me refería a eso ¿En qué parte de tu casa estas?"

"Me encuentro en el jardín— relata—, acostada en el pasto"

Completamenta lo anterior estirando la mano izquierda y acariciando el pasto con las puntas de los dedos.

"Dame cinco minutos y te regreso la llamada"

"Andas más raro que nunca— dice incorporándose— ¿Qué vas a hacer en esos cinco minutos?"

"Voy a buscar un jardín"

Lo siguiente que hizo el pecoso después de colgar el teléfono fue abrir la aplicación de GPS y buscó el parque más cercano de donde se hospeda así encaminándose a la dirección que le indicaba.
La ciudad de Seattle tenía su encanto de noche, en realidad era muy tranquila y un poco más fría de lo que imaginaba, con paso firme y sus manos escondidas en las bolsas que tiene su sudadera dió la última vuelta así llegando a un pequeño parque, se sentó en el pasto y le marcó a su coestrella.

En el continente europeo la joven actriz recibió la llamada prometida, ella ya estaba acostumbrada a las extrañezas de su amigo.

"Hola"

"Ahora sí dime Mills ¿Que necesitas?"

"Quería felicitarte por tu cumpleaños, había preparado hasta un pequeño discurso pero ya lo olvidé"