Bienvenido al club

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Esto no era un deja vú, se encontraba otra vez donde todo inicio, estaba por rechazar la renovación de su contrato, pero los abogados le insistieron tanto, lo que más le sorprendió fue que el director ejecutivo de Netflix le había pedido personalmente regresar, por lo que su esposa al escuchar eso lo alentó a volver más porque sabía el amor que sentía su esposo al trabajo que le habían asignado, le juro y perjuro que su embarazo no corría ningún riesgo, también le prometió llamarlo todos los días y que por lo menos iba a colocar el teléfono en su barriga para que su bebé escuchara la voz de su papi.

Cuando el elevador sonó indicando que ya había llegado al piso deseado, antes de salir tomo una profunda respiración para armarse de valor, ya sabía lo que se venía a continuación, era algo que había vivido con anterioridad y eso le provocaba un mal sabor de boca. Al entrar a ese cuarto le vino una sensación de cansancio, parecía que había subido por un tobogán y cuando llego a la sima esos dos mocosos lo empujaron provocando que el cayera por este empezando desde el punto cero, vaya analogía de mierda.

Los adolescentes eran un perfecto cuadro, la chica se miraba las uñas revisando su esmalte y el chico había jalado su gorro naranja tapándose los ojos, él estaba totalmente recargado en la silla y sus brazos estaban cruzados. Era una de esas ocasiones en las que en cuanto entras a un lugar se puede sentir el aire pesado.

―Buenos días jóvenes ilustres.

Al escuchar el timbre del doctor Hudson hizo que la joven británica le quitara los ojos a su celular para que a continuación lo colocara por debajo de su pierna izquierda seguidamente contesto monótonamente:

―Hola.

― ¿Puedes ser más seca Millie?

―Lo siento.

Los ojos del adulto se dirigieron al canadiense levantando ambas cejas:

―Está muerto.

La joven se rio quedamente, Finn tenía la boca un poco abierta y se veía tierno, era lindo cuando no hablaba. Precedentemente que el pudiera preguntar algo más la chica volvió a abrir la boca:

Jet lag.

Antes de que el doctor pudiera reaccionar, la castaña pateo fuerte la pata de la silla provocando de que el pelinegro perdiera por unos segundos el equilibrio y que este casi cayera al suelo.

― ¿Pero qué mierda...?

―Que boquita te cargas Finnie.

―Bueno ― se acababa de levantar y le surgieron las ganas de pelear con la castaña―, mejor no hay que hablar de boquitas que la tuya resulta ser muy juguetona.

―Eso parecía gustarte mucho la otra noche.

Comenta la joven mirándose las uñas y el tono que utilizaba ella era el mas desinteresado que pudo expresar

―Que confianza te agarras― contesta girando su cabeza en dirección de la actriz levantando su ceja derecha―, que una cosa es dar un beso sin saber con quién han estado jugando antes de venir.

― ¿A qué te refieres idiota?

Grita quedamente la castaña, en sus ojos se reflejaban las ganas de golpear al canadiense.

―El otro día me llego un ramo de rosas rojas y chocolates― el chico comienza el relato―, venia de parte de Jacob Sartorius y un tal Cy Busson, la nota decía: "Bienvenido al cajón de juguetes de Millie Bobby Brown" ― cita haciendo comillas en el aire―. Al parecer volvieron una tradición el mandar flores de bienvenida a los nuevos integrantes del club, primero fue Jacob al enterarse de como terminaste con Cy y luego fui yo, al parecer Maddie le conto a Cy como jugaste conmigo así que me unieron al grupo, hasta tenemos un chat de WhatsApp, ¿quieres que te añada?

30 de FebreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora