La casa Wheeler

972 122 145
                                    

Después de la llamada que recibieron ambos actores se dieron cuenta de que estaban en aprietos, tendrían que hacer algo o no llegarían a casa esa noche.

— Finnie— comienza la chica después de colgar la llamada— ¿Te puedo pedir un favor?

— Solo si yo te puedo pedir otro a cambio.

Al parecer ya había encontrado la solución a su problema de transporte.

— Está bien— en esos momentos no le importaba deberle nada al canadiense, lo único que quería era llegar a su casa y darse un largo baño— ¿Podrías hacerme el favor de llevarme a mi casa? Mis papás no se han podido salir por la lluvia.

— Eso Brownie era lo que yo te iba a pedir— le contesta decepcionado al parecer su plan ya no iba a funcionar— , mis padres tampoco podrán recogerme

— ¿Y ahora que hacemos?

Después de unos minutos pensando en que hacer él pelinegro se resignó, tenía hambre, en lo único que podía pensar era en la comida que tenía el señor Hudson.

— Recuerdas que el coach dijo que tenía palomitas y dulces guardados— le dice a la británica—, que te parece si le hacemos una pequeña visita a su cuarto de control.—propone

— Me parece justo.


La oficina del señor Hudson en realidad no estaba tan lejos de la sala 30 de febrero, ésta se ubicaba del otro lado del pasillo justo al costado de donde guardaban el vestuario.

El cuarto no era grande pero tampoco era lo suficientemente pequeño para sentirte claustrofóbico, el lugar tenía un escritorio y en este estaba una computadora donde posiblemente los vigilaba así podía estar completamente seguro de que ninguno de los dos fuera asesinado en un ataque de ira en alguna de sus bobas discusiones.

Los chicos encontraron un archivero a un costado de la puerta donde tenía sus reservas de comida que cabe agregar era muy surtida.

— Tenía razón— la joven quería soltar una carcajada—, él maldito tiene hasta palomitas aquí.

— ¡Mira Jolly Rancher!

Los ojos de la castaña se le iluminaron, sus padres no la dejaban comer esos dulces porque le pintaban la lengua por días pero ¡Al diablo! Ella iba a comer lo que quisiera.

— ¡Pido los rojos!

Gritó arrebatándole los caramelos al canadiense.

— ¡Ey! No seas tramposa— acto seguido le quita los dulces y los levanta lo más alto que puede—, va a ser a la suerte el color que te toque no vas a elegir el color que quieras

— Yo comeré lo que quiera— le contradice tratando de alcanzar los dulces—, a ti te tocan las tic tacs— continúa en un intento de convencerlo—, que esas te gustan más.

— Cederé está vez— le contesta con una sonrisa—, pero solo porque tienes razón y aciertas algo de mí.

— En estos momentos Finn Wolfhard te conozco más que tú sombra.

La castaña tiene una sonrisa de victoria en sus labios y el solo alcanza a rodar los ojos.

— Camina Bobby.

No les faltó decir a donde iban, sus pies los guiaban sin falta de órdenes.

Ambos se dirigieron a el lugar más cómodo del set, el sótano de los Wheelers. Era un lugar muy especial para todos los del elenco ya que ahí se reunían aunque no estuvieran grabando ningún episodio, se había convertido en su guarida también hasta tomaban los mismos lugares que sus personajes.

30 de FebreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora