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—¡PATRICIO! —JiMin gritó, preso del pánico que le provocaba la situación.

—¡PATRIC..

—Es Patrick señor, ¿que sucede? —El Alfa grandote apareció, completamente agitado por el ejercicio que implicó bajar las escaleras corriendo para atender el llamado del hormonal.

—¡MATA A ESA ESTÚPIDA ARAÑA! —JiMin sollozó, protegiendo su abultadito vientre con sus manos. —¿¡DONDE ESTA EL CRETINO DE YOONGI!?

El Alfa evitó suspirar, moviéndose sigilosamente hasta la esquina de la cocina, donde la pequeña araña reposaba y, ayudándose de una servilleta de papel que había tomado de la encimera, la ubicó en la misma y se aseguró de sacarla por la ventana, cerrándola de nuevo y asintiendo hacia el Omega.

—¿POR QUÉ NO LA MATASTE? —JiMin refunfuñó, con el pechito agitado por el miedo que le causó.

Patrick encogió sus hombros, tratando de no parecer tan desinteresado con el Omega de su jefe.

—Lo siento señor. En algunas ocasiones no podemos matar a lo que nos fastidia, por mucho que lo haga. Puede que la araña nos ayude de alguna forma, en nuestra propia supervivencia.

JiMin parpadeó, ligeramente aturdido pero ya un poco mas calmado.

—¿De que demonios hablas? Basta, olvidalo.

Patrick sonrió, carraspeando momentos después ante la incomodidad de saber que lanzó una indirecta ante esa temida bola de arroz.

¡Pobre de aquel que no conociera a Min JiMin!

—Demonios Patricio, eres tan raro.

El Alfa elevó una ceja, evitando decir que por supuesto, el era el extraño y se disculpó, antes de retirarse casi corriendo.

JiMin continuó preparando sus galletitas, con una enorme sonrisa en los labios y muchas ganas de fastidiar a su Alfa. O eso hasta que medio entendió las palabras de Patrick.

—¡PATRICIO, DATE POR MUERTO!

¿Por qué nadie lo entendía?

Red Velvet © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora