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—Escucha bien, eres un hijo de perra que pretendió ser mi ali..

—¿YoonGi? ¡MIN YOONGI, DESPUÉS TENDRÉ QUE LAVAR ESA MALDITA CAMISA Y TODO PORQUE ERES UN JODIDO EGOÍSTA QUE PARECE NO ENTENDER QUE ESTOY EMBARAZADO!

YoonGi parpadeó, totalmente desconcertado. En su mano derecha sostenía unas pinzas cubiertas de sangre y con la blanca camisa un desastre.

—Tu no lavas una sola cosa.

De pie a un lado de la puerta y con unas tiernas pantuflas de color violeta que además incluían luces que encendían entre paso y paso, JiMin se llevó la regordeta mano al pecho y fingió sentirse ofendido.

—He dejado la comodidad de nuestra cama en nuestro hogar, solo para venir a buscarte y ver que te tiene tan retrasado y en su lugar, sólo obtengo ofensas a mi dulce y preñada persona. —Sollozó, causando un temblor en el Alfa. —Ojalá que la fecha de parto no se me adelante debido a esto. Maldito desconsiderado.

Dando media vuelta, el Omega llorón salió.

No pasó mucho para que un alarmado Alfa, saliera detrás y tratara de reparar el daño que sus (para nada) ofensivas palabras, ocasionaron al mas bajito.

JiMin podía ser todo un drama, pero YoonGi lo amaba y amaba al bebé que tendrían.

Además ¿y si el parto si se adelantaba por andar de bocazas?

—Minie, hyung lo siente. —Pronunció, trotando a un lado de su esposo. —Pero estoy en algo importante y bueno, lamento lo de la camisa.

JiMin bufó y apartó los mechones dorados de su frente. Su pequeña mano viajó a su vientre, mientras los guardaespaldas abrían la puerta para ambos y los escoltaban hasta el auto que esperaba por el Omega.

YoonGi suspiró y le ayudó a subir, haciendo lo mismo después y resignandose a perder la diversión de la pequeña masacre que había planeado él solito.

JiMin sonrió a su lado, secando sus lágrimas falsas y estirando su gordito cuerpo. Echó su cabello hacia atrás y tarareó;

—Y decías que no llegarías a dormir. ¿Ah que si se puede?

"Guau guau, te mintió."

YoonGi gruñó y se acomodó en el asiento, quitando los primeros botones de su camisa y finalmente; sonriendo de lado.

Su maldito Omega era un manipulador de primera.

—¿Recuerdas el día de nuestra boda? —Preguntó a su Omega. —Después de que tu padre bromeara con robarte y esconderte de mi, justo después de que llorara para que mis hombres dejaran de apuntarle por su bromita, él se acercó a mi y tímidamente me dijo algo que podría hacerte enfandar.

JiMin levantó una de sus finas cejas y esperó por el desenlace.

—Tu padre me deseó suerte y dijo que tu madre podría decir lo que quisiera, pero que en casa de los Park, ya no se aceptaban devoluciones.

Y aunque YoonGi probablemente lo hubiese dicho para quitar un poco de su tensión, él casi podía sentir el dolor de cabeza que se le vendría encima.

Esa noche por ejemplo; subió y bajó 32 veces las malditas escaleras, sólo porque JiMin no se decidía con sus antojos.

Red Velvet © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora