El Dios Extraño vive en los bosques susurrantes,
Donde se dan dulces manzanas rojas.
Al Dios le molestan los ladrones y los visitantes,
Pero le agradan las chicas hermosas...
Fragmento de un cuento
popular ladivo.
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Tuve la suerte que le fue negada a mi padre y hermanos, soy la única Stares que sobrevive a la maldición que el dios Extraño nos envió: mi madre.
Me reclino sobre la ventana, no tiene barrotes ni balcón. A la reina no le preocupa que escape, mi habitación está en la torre sur, la más alta del castillo. Si caigo es probable que ni la alfombra de nieve que ha mandado la diosa Aurora me salve de la muerte. Sin embargo, a mi madre no parece preocuparle esa opción, que me haya dejado vivir la noche en que nací no significa que me dejará hacerlo por siempre.
Observo los árboles de manzanas cubiertos de nieve con las ramas desnudas mientras la brisa helada del invierno me golpea de frente haciéndome tiritar. El pijama de seda no es suficiente para soportar el temporal, pero es lo único que tengo en mi habitación por el momento. No se me permite tener ropa allí a excepción de la ropa de cama, supongo que para evitar que me ahorque y facilitar que muera de frío.
Hoy las nubes cubren gran parte del cielo azul, por lo que cuando la reina camina por los jardines cubiertos de nieve llevando un vestido rojo, no puedo hacer nada más que ver cómo la tela revolotea y rompe el blanco paisaje.
Me pregunto seriamente si la seda se tiñó con sangre.
Ninguna hija debería preguntarse eso sobre su madre.
Tocan mi puerta y veo a Sania, mi nana, entrar con el vestido que me pondré hoy. Es negro como ha sido toda mi ropa desde que tengo memoria. Según mi madre, me corresponde llevar el luto por mi padre como símbolo de respeto, así como ignorar el hecho de que ella lo mató.
—Buen día, mi niña. ¿Ya has rezado a los cuatro dioses hoy?
—Sólo a tres —le respondo desde la ventana —. Freya me ha dicho que no se debe rezar al dios Extraño.
Aunque no la veo, puedo sentir su risa flotando por el aire.
—Sí, también he escuchado eso. Toda Ladivia cree que rezarle le traerá una muerte rápida a quien se atreva y que, si no muere, el dios maldecirá a sus hijos. Son puras tonterías.
Se acerca a la ventana y ve lo mismo que yo.
—Si lo que se dice fuera verdad, tu madre ya habría muerto diez veces, princesa.
Miro a mi madre y su belleza arrasadora de patrias y familiares. Tal vez la reina no le reza ni le ofrece tierra, tal vez solo la ama porque es hermosa y siniestra. Como si leyera mis pensamientos, ella voltea hacia la ventana con sus ojos hechos de carbón y me lanza una sonrisa, hay muy poco de maternal en ese gesto.
Así que me alejo de la ventana para vestirme de luto.
Luego de colocarme el vestido, me siento frente al espejo soportando los jalones de Freya, mi doncella. Es costumbre que las muchachas solteras lleven el cabello suelto hasta que se casan, pero a mí no se me permite así ni para dormir, el cabello recogido también es señal de luto. Mi madre siempre lo lleva suelto desde la muerte de mi padre, debería llevarlo recogido en trenzas como el resto de las viudas, pero rara vez lo usa así
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Un cuento amargo |COMPLETA|
FantasiaMuchas historias se narran sobre los dioses en Ladivia. Algunas son cuentos antiguos mientras que otras apenas están sucediendo. Hace bastantes años una niña se extravió en el bosque del dios de los muertos, tiempo después, hizo su camino al trono...