Y en las flores del jardín que brillan en gratitud,
La buena reina no duerme, no come en preocupación.
De que se alimente su pueblo en virtud,
De que sus pecados se perdonen con anticipación...La buena reina, poema de Ansel Graterla, famoso poeta y dramaturgo ladivo, del que se presume fue amante Julia Stares, la reina ejecutada por infiel.
La reina Clarisa era una completa extraña desde que la princesa había escapado. Por las mañanas, el cabello se trenzaba sin flores ni adorno alguno, por la tarde, la reina bajaba a las cocinas y conversaba con las criadas como si de buenas amigas se trataran mientras preparaban pastel y, por las noches, en lugar de recibir al capitán de su guardia como era costumbre, la reina contaba cuentos a cualquiera que estuviera dispuesto a escucharla y reía y conversaba en la mejor de las actitudes.
Era otra, la crueldad se había esfumado así como la ira, nada podía perturbar la ni alejar su buen humor, cosa que hizo correr los rumores sobre su naturaleza aun más.
El bello rostro seguía ahí, la inmortalidad y brujería latente también, pero era como si la parte que podría su corazón estuviera dormida, la enfermedad de la magia oscura se estaba alejando y, así como antaño se rumoreaba sobre sus hijos asesinados en sacrificios humanos, los maestres del reino investigaron sobre la hija que le quedaba con vida para descubrir aquel extraño comportamiento. Buscaron en los libros más antiguos, en el linaje de los reyes Stares y sus parientes y en todo el documento que tuviera el apellido y, en efecto, algo extraño sucedía.
Ninguna hija había nacido en más de diez mil años.
Amia Stares, la princesa amarga, era la primera en una larga lista de casualidades que hicieron posible su nacimiento, un hecho rodeado de muerte desde el primer momento. Preguntaron a mucha gente sobre las raíces de la reina, leyeron en muchos libros sobre la familia real y al final, como un suceso predecible más, tuvieron un recuento final: dieciocho muertes en total. Edelmira Soros y su hijo nonato, cinco tíos maternos, un tío paterno, dos hermanos sanguíneos, las dos concubinas de su padre, tres criadas personales, dos doncellas y el mismo rey, todos muertos de distintas formas y de maneras crueles, pero con un hecho en común: fueron necesarios para que la princesa naciera.
Aquello se trataba de sacrificios humanos.
Y entonces, una malvada palabra surgió en sus mentes: malthais, hechuras de negras intenciones y peores motivos. Un escenario aterrador tomando en cuenta una cosa: ¿Quién era el malthais? ¿Reina o princesa?
¿Y si todas las muertes fueron justificadas?
¿Por qué Sania Arabilis sobrevivió?
Las preguntas fueron muchas, pero todas se contestaron cuando una mañana helada y con un sol frío, la reina mostró en el rostro algo que los dejó atónitos, cualquiera diría que era una arruga, pero los ojos más atentos describirían una fisura.
Como si la porcelana estuviera quebrándose, como si esa delgada cáscara que era la reina comenzara a romperse por fin. Y la pregunta se hizo presente junto con el temor, ¿qué era lo que ocultaba esa suave piel?
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Un cuento amargo |COMPLETA|
FantasiaMuchas historias se narran sobre los dioses en Ladivia. Algunas son cuentos antiguos mientras que otras apenas están sucediendo. Hace bastantes años una niña se extravió en el bosque del dios de los muertos, tiempo después, hizo su camino al trono...