Muerte. Nacida de una noche solitaria
Y una amistad antigua y despechada.
Y su casa, más allá del alma precaria,
Crea, se expande y sueña encantada.Fragmento del libro del Conocimiento.
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Vivir encautrados tiene sus ventajas, por ejemplo, ya elaboramos una rutina funcional sobre lo que sí podemos hacer o no. La mayoría de los integrantes de la Orden conviven apenas conmigo; bromeamos y comemos juntos, pero más allá de esos momentos de compañía se mantienen alejados. Creo que no tenemos pasatiempos tan similares como sucede con Freya o Grimmes, con ella hablo de temas más íntimos y con Grimmes, bueno, a los dos nos va bien lo de ser lobos solitarios. Lejos de los sueños tortuosos y los juegos de gato encerrado que el Extraño juega conmigo hasta podría considerarlo una vida apacible.
Claro, tan apacible como resulta vivir al lado de un bosque encantado y maldito. Ya descubrimos por las malas porque lo llaman el bosque de los susurros: de noche el bosque habla. Nuestros anfitriones insistían en entrar a dormir temprano, aunque no sabíamos por qué. Hace dos días, Loran y su esposa fueron a Pentos a vender sus productos y sin supervisión decidimos disfrutar de una noche de fogata. Todo fue bien hasta que nos dimos cuenta de que Freya se había alejado y estaba frente a los abedules rojizos como dormida. Grimmes la llamó, pero ella no se movió.
Cuando nos acercamos un poco más descubrimos que la tenía tan fascinada. El bosque, hermoso y letal como siempre, hacía correr su veneno de fruta por la hojarasca y muy a lo lejos se escuchaba algo aterrador, siniestro y melodioso.
Sonaba como una voz o dos que pronto se volvieron más que cantaban, reían y lloraban por momentos.
Habla, shhh, escucha. Ella. Nos ve. La niña, volvió pronto. Ven a jugar.
-Volvamos, Freya.
Ella movió la cabeza un minuto y asistió despertando de su ensoñación, pero tanto él como yo pudimos ver el brillo blanco desaparecer de sus ojos antes de hacerlo. El libro del conocimiento tenía un nombre especial para eso; se le conocía como el durmiente, los dioses juegan y es su forma favorita de hacerlo, por la forma en que Grimmes la vio preocupado el resto de la noche sé que él no es ajeno al fenómeno. Freya ha tenido pesadillas desde entonces. Sobre que tratan es algo que no cuenta, pero sus ojos me ven mucho últimamente y el bosque dijo que jugáramos, ya sé quien lo hizo extender la invitación. Nos preocupa a todos la actitud recelosa que está adoptando.
Cuando vemos a Loran volver sabemos que algo va mal, nuestro siempre alegre amigo parece sombrío mientras se acerca a la casa y por la forma en que me ve tanto la Orden como yo nos damos cuenta que lo sabe todo, quien y que soy, mi familia y mi penitencia.
Esto no es bueno.
-Lamento esto, pero tienen que irse -menciona apenas llega.
Suena amable pero contundente, lo suficiente para que tanto el lado regio de Grimmes como el mío salgan a la luz. Él aprieta los dientes mientras intercambiamos miradas; yo aprieto los puños frustrada.
Por la expresión de su cara, sé que lo que vio lo asustó lo suficiente para sentir como amenaza hasta los que hace poco éramos amigos. Clarisa, madre, ¿qué hiciste? Que manera de reventar nuestra burbuja de serenidad. Fuera de aquí el reino sigue sufriendo, ¿qué nos hemos perdido de Ladivia?
-Te daré más dinero si nos quedamos aquí cinco días más -dice Grimmes casi suplicante.
Gardia, la esposa de Loran, tiene una mirada clemente con nosotros. Es una buena mujer, debe de sentirse apenada por la situación y estoy segura que echarnos o no ha sido una discusión constate en el camino entre ella y su marido. Arriesgan mucho teniéndonos aquí, si nuestro paradero se descubre tendremos un destino conocido, pero ellos tendrían uno incierto.
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Un cuento amargo |COMPLETA|
FantasiaMuchas historias se narran sobre los dioses en Ladivia. Algunas son cuentos antiguos mientras que otras apenas están sucediendo. Hace bastantes años una niña se extravió en el bosque del dios de los muertos, tiempo después, hizo su camino al trono...