Capítulo 25

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La dulce muerte, la mano que tomas, la falsa bondad,

¡Por qué creemos semejantes mentiras!
Auxilio, hermana, lucha en tu corazón y no sirvas la traición.

Fragmento de "Las doce lunas", oda popular del Continente.

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Grimmes se está cuestionando muchas cosas, demasiadas como para responderlas de buena manera. ¿Por qué lo hice? A quién engaño, bien saben los dioses que fue por llevarle la contra al Extraño y sus palabras bien intencionadas. Lo único que me sostiene en la tierra son mentiras, soy una vendedora de espejos, la marioneta de un teatro de sombras que trata de contar una historia distinta a la que se le escribió que no tiene los recursos necesarios para actuar de la forma correcta. 

Siento la mirada del ladrón atravesándome, estudiando mi comportamiento y juzgando en consecuencia, solo espero que sea un verdugo tan noble como el Extraño. El dios de la mentira tiene cierta debilidad por perdonarme y espero que él sea igual de benevolente. 

—Amia —llama Grimmes a media voz para no alertar al resto. 

Aprieto el paso en consecuencia, tengo muchas frentes de guerra abiertos en este momento para enfrentarme al más conflictivo de ellos. El Cuervo es un hueso duro de roer, solo espero que el dios esté muy equivocado sobre sus cualidades. Le doy un vistazo rápido esperando que lo entienda, él frunce el ceño, aunque parece comprenderme y me da un asentimiento. Él...se ve frágil, confuso y la bilis me sube por la garganta. 

"Solo la verdad os hará libres. ¿Has escuchado esa frase?" 

El dios casi lo dice en reprimida, casi, pero identifico más su curiosidad y expectación ante mi evidente negativa a seguir su consejo. Me siento mal, me da nauseas pensar en la mera posibilidad de contarles la verdad, Grimmes dijo que las familias se ayudaban y lo entendían todo, en este momento concuerdo en que la única capaz de comprenderme es mi madre. Ella engatusó a mi padre por poder, justo ahora no somos muy distintas. 

En Ladivia tenemos un juego llamado La toma del castillo, consiste en manejar piezas talladas que representan dos ejércitos contrarios mientras solo uno tiene un castillo, él que no lo tiene debe mover sus piezas para ganarlo mientras que él que lo conserva debe defender, cuando alguno de los jugadores se queda sin piezas o se pierde el castillo se gana el juego. Uno de los movimientos más factibles para defender el castillo es atacar a los ejércitos que defienden las torres, la misma estrategia puede usarse para defenderlo si se utilizan los ejércitos que las custodian para fortalecer las puertas. 

Ahora mismo, estoy incendiando mis torres para evitar que las mentiras con las que construí mi castillo me aplasten. ¿Cuántas estoy dispuesta a perder? Todas las que sean necesarias con tal de acabar a Clarisa. ¿Qué tanto quiero sacrificar? Perdí mi alma con el Extraño, fácilmente puedo ofrendar lo que queda de mí a alguien más.    

Freya y el resto están expectantes, saboreando el conocimiento que el bosque tiene que ofrecer, los susurros, el veneno y la hiel que se entremezclan en la imagen colectiva de los niños del Continente incluso en hombre adultos. La casa de la muerte, el eterno olvido, a donde las almas van a perderse, olvidar y ser destruidas para luego ser rehechas por el Productor, ese dios lejano y propio a la vez, el verdadero desconocido en medio de esta tragedia. 

¿Qué puede mantenerlo tan ocupado para no involucrarse en la historia de sus hermanos? De la charla con el Extraño deduzco que soy como un cordero del que los lobos jalan esperando quedarse con el mayor trozo. No me engaño, gran parte de mi suerte recae en Aurora, el dios de los muertos trata de seducirme, atraerme a él para conservarme por siempre porque soy lo que le queda de ella y no porque yo, Amia, le guste. Por su parte, la Aurora tiene a Clarisa para desgarrarme por ella y luego llevarle los restos sangrantes al Productor esperando quizás un perdón. Sin embargo, todavía está ese toque de macabra anticipación al saber que el dios de la semilla todavía no se ha colado en mi vida, al menos no con claridad. ¿Lo evita porque es el dios justo que todos creen o porque no puede intervenir? Pensándolo bien, es mejor lidiar con dos divinidades en lugar de tres. No conozco a la Aurora en persona, pero entiendo que debe estar loca para haber llevado su venganza tan lejos, nunca volveré a ver a la diosa de las estrellas del mismo modo.

Un cuento amargo |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora