Perspectiva de Grimmes porque lo amo con todo mi corazón y necesitaba hacerlo XD
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Aiden Grimmes sentía una opresión en el pecho que lo estaba ahogando como si el mar entero le estuviera tapando el aire y, aunque conocía la sensación irritante, se negaba a aceptar la causa. Además, las miradas inqusidoras de sus amigos no ayudaban y las risitas mal disimuladas de Freya aún menos.—¿Qué pasa? —inquirió con la poca cortesía que le quedaba.
Ornan, David y Leo al menos fingieron sentirse avergonzados por el escrutinio, Alan se sonrojó y Miles menos digno solo sonrió mientras Freya y Saik rieron abiertamente. En el fondo Aiden sabía que, de estar de mejor humor, contaría con lujo de detalles y la mejor de las disposiciones todo lo que pasaba por su mente en el momento, sin embargo, ni la empatía burlesca ni la fraternal relación que mantenía con ellos lo ayudaba a abrirse.
—Freya, ¿recuerdas nuestro antiguo juego de libros? —preguntó Saik con un tono travieso.
El Cuervo torció el gesto. Por lo general, era común que se tomaran del pelo entre ellos, comentarios mordaces y burlescas declaraciones era lo que les ayudaba a dejar de pensar en su situación, pero de ahí a dejar que se burlaran impunemente de él era algo distinto.
Cuando eran más pequeños y soñaban con gloria bromeaban sobre cuál sería la oda o la leyenda que hablaría sobre ellos. A lo largo de los años la Orden de los Bastardos pasó de ser un grupo de mercenarios temidos a volverse una familia instruída que contaba con la ventaja de saber defenderse, habían perdido fama porque a Ladivia le gustaban las historias sangrientas, su reina era un claro ejemplo. Cuando la Orden dejó de ser integrada por los asesinos cruentos de antaño perdieron monedas, aunque no respeto pues lo hecho por los fundadores persistía en la memoria colectiva. Todos admiraban la gloria de antaño, la fama de héroes y hojas de caballería.
Hace cincuenta años, la Orden abandonó Ladivia cuando el abuelo de Amia quiso darles caza, por su parte, su abuelo fue conquistado por una princesa rebelde que evitaba un matrimonio concertado y estaba dispuesta a arruinar su reputación con un bandido antes que aceptar esa disposición. El resultado fue que la Orden que antes servía a sus propios intereses pasó a servir a la Casa Soros con honor y confiabilidad hasta que la maldición de Arián y sus propios demonios le hicieron buscar una nueva tierra.
Desde joven Aiden había escuchado de la reina negra, la que no envejecía y sedujo a un dios, la que come corazones y asesina niños, a su vez, también escuchó hablar de la princesa, la pequeña flor, la avecilla en la torre. Cuando tuvieron que abandonar Soros todos sabían que su destino estaba en Ladivia, con exactitud, en derrocar a la reina Clarisa Stares. Se habían preparado con sacrificios para la ira de la reina, entrenado hasta la saciedad para volverse los mejores antes de emprender su batalla, Aiden esperaba la ira, la emoción por luchar en contra de una tirana, no la suavidad de Amia y mucho menos su fuerza, su inteligencia y coraje. Antes de conocerla la imaginaba como una pequeña niña tímida, introvertida y callada como Arián, no se esperaba el fuego, las trampas y todo lo que lo hacía sentir, aunque no estuviera dispuesto a darle un nombre a dicha sensación.
—“El príncipe Soros y las desventuras infinitas del ser” —entonó el joven atrayendo de nuevo su atención.
Freya meneó la cabeza divertida.
—En absoluto. Si la vida de Grimmes fuera un libro se titularía “El príncipe Aiden y el misterio de la flor roja”.
Entre risas Alan añadió que sería más apropiado llamarlo “El príncipe ladrón y la leyenda del amor no correspondido” y eso dejó de ser alegre para volverse triste.
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Un cuento amargo |COMPLETA|
FantasíaMuchas historias se narran sobre los dioses en Ladivia. Algunas son cuentos antiguos mientras que otras apenas están sucediendo. Hace bastantes años una niña se extravió en el bosque del dios de los muertos, tiempo después, hizo su camino al trono...