Reencuentro

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Selene alcanzó a seguir a su hermano con las manos en la espalda, vacilando en su andar, por dar tiempo a que se encontraran, le daba intriga, esperaba verles interactuar ¿y cómo no estar curiosa? Si la hija del mar y el sol, de antaño sobrevivían para hacerse la vida imposible por simple diversión, pero esta vez con suerte, lograran convivir.

Más vale que sí, porque ahora compartirían el templo y de su integración y armonía, dependía que Perseis y las demás hijas de Océano estuvieran a salvo en tierra de dioses, recordó la verdadera importancia de lo que era su realidad ahora, pero antes de entrar sintió su cabello mecerse y oír la risa cantarina del viento que la hizo girar de inmediato demorando su entrada

-¿Astreo?- llamó Selene y nadie respondió, tanteó alrededor, pero no dio con nadie- no- entendió y la fugaz alegría de creerle presente se opacó frotándose los brazos como para entrar y buscar precisamente a su hermano ya sin las ansias de diversión, solo buscando sentirse cálida. En silencio se sentó en el camastro a su lado con los pies recogidos- me pareció oír a Astreo- informó cuando intrigado, la rodeó con el brazo, pero preguntó en silencio enarcando la ceja mirándola por su llegada

-Mañana veré si le encuentro- prometió entonces Helios- no sería el único, Asteria parecía alegre- recordó recién- solo existe un ser capaz de hacerla sonreír de ese modo, ¿te dijo algo?- dudó dando por hecho que en tierra había un titán más

-Nada, pero sería agradable que hubieran más, incluso tratándose de él, tal vez se liberó junto con Astreo- admitió cerrando los ojos al sentirse tibia como para calmar sus pensamientos angustiantes y volver a creer que tal vez, habían más fugitivos del combate- buen viaje- despidió cerrando los ojos cuando Helios le besó la sien y se levantó para llevar el día

Y así, empezaba un alba crucial que por poco derriba al sol de su carro. Nada más empezar a diluir la oscuridad de la noche, vio a lo lejos una silueta que le hizo apresurar el trote de sus equinos para acercarse a ella. Le reconocía entre más cerca estuviera, empuñó las riendas y pese a que el sol quisiera arder por su furia, al contrario, cesó la intensidad de su astro al pasar tras el titán hincado. Tuvo que apartar la vista al pasar por su lado y verificar que era Atlas el encadenado que cargaba el cielo

Ver así a aquel que era el titán de la fuerza por la cual todo objeto volvía al suelo, hizo que Helios quisiera regresar por su camino e ir a incinerar por una eternidad al rey rayo, pero los grilletes vueltos brazaletes de sus muñecas apresaron al astro y se encontró incapaz de soltar las riendas teniendo que seguir su camino. Casi le parecía sentir la mirada de su madre en su nuca reteniéndole, exigiendo sobriedad y diplomacia dónde quería dejar destrucción y ruina.

De mala gana cumplió esa imposición a no actuar impulsivamente y conformarse como para volver la vista al frente y no actuar mientras se repetía que al menos Atlas estaba fuera, eso ya era un plus que encontraría como usar a su favor, se juró hacerlo, así en ese preciso instante no supiera cómo... pero desentenderse de amigos, cómplices y aliados, no era fácil. No es como si le diera igual verlo de rodillas cargando el cielo dónde ahora vivían los intrusos y eso, solo le llevó a volver en la noche después de dejar el sol en el jardin y emprender camino

-Atlas- llamó deteniendo el carro frente a él, la escasa ilusión de negarse a creer que fuera él, se diluyó al verle alzar la vista, distinguirle y verlo forcejear por soltar el cielo y acercarse- ¿Pero qué?- pidió explicación incapaz de apartar la vista o terminar la frase que le quemaba la garganta tentandolo de incinerarlo todo

-¡Helios!- llamó forcejeando por ir con él- ¿tú también?- lamentó acreditándole un destino igual- ¿Quiénes más?- exigió saber logrando que el sol se acercara para que dejara de remover el cielo intentando ir hasta dónde estaba

Rey y Mandatario [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora