Reencuentro

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Ella era de tierra, ella siempre fue de tierra, como para intimidarse de verse cada vez más profundo, pero aferrada a la idea de creerse a salvo, continuó su recorrido, hasta finalmente detenerse y contemplar la estampa ante ella del reino submarino y quedarse sin aliento... ¿Aquello pertenecía a Poseidón? No era por desmeritar a su hermano, pero, le costaba creerlo, a su opinión, tal vez sería de Océano y Tetis

Siempre habían tenido esa elegancia y majestuosidad propia de sus caudales, como para acreditarle a ellos templos tan hermosos bajo todos azulados, verdosos e incluso, violetas, pero al girar, toda belleza se zanjó. Ojos desde las tinieblas la miraban e intimidada Hera, solo les miró, su mente gritaba que huyera, su cuerpo no reaccionaba y no puso mayor oposición cuando desconocidas criaturas salieron de su escondite, armados y apuntando a ella

-Vengo a ver a mi hermano, el rey Poseidón- demandó Hera con imponencia y el recelo de los seres se hizo más notorio, pero afirmaron y señalándole a un costado emprendieron camino escoltándola

Pese a que ninguno se acercara, aquello solo sumó un poco más de presión en la joven reina que durante el recorrido, con manos empuñadas y labios apretados, ideaba la forma correcta de hablar con su hermano, era más peligroso volver a la superficie sin Perseis, así que no podía darse el lujo de oírle declinar, pero ninguno de sus argumentos sonaba lógico ante el capricho y voluntariedad que conocía bien en Poseidón, pero algo se le tenía que ocurrir, se ordenó a sí misma, antes de quedar en blanco al ver el palacio de Poseidón

No quiso entrar, pero no estaba ahí por asuntos de gustos, sino por obligación, no es que tuviera opción, así que entró, alerta, prevenida y curiosa por el templo ajeno, hasta llegar al salir de perlas donde la dejaron y fueron a informarle de él... ¡Qué alivio se sintió estar libre de sus carcelarios! Exhaló y rondó el lugar, todo le emanaba recuerdos

¿De ahí el brazalete perlas que alguna vez había llevado? Tal vez, quiso creer y por un momento, le pareció escuchar alguien más en ese salón, pero no encontró a nadie, así que volvió a su lugar, segura que algún espía acechaba el sitio, como para volver la vista al frente y con las manos juntas esperar por su hermano

-Hera- llamó tras ella logrando que girara a verle y encontrarse con un séquito de guardias tras él, armados y dispuestos a atacar, pero se detuvieron cuando alzó la diestra- si es- reconoció y sus semblantes se serenaron- ¿Qué haces aquí?- dudó llegando con ella y la serena expresión de la diosa, solo se contrarrestó por la mirada seguía fija en los guardias- retírense- ordenó y rápidamente quedaron solos y solo entonces volvió a verlo, casi indignada- pensé que no fuera una trampa- reconoció con tranquilidad- he tenido... huéspedes que no son bienvenidos- resumió pasando de largo seguido por ella- simple protocolo, ¿mejor prevenir, no crees?

-¿A qué te refieres con huéspedes?- dudó con manos en la cadera empezando a exhalar desde antes que respondiera

-Intrusos, con misiones que se niegan a decir, ahora prisioneros bien tenidos, pero prisioneros- concluyó y la mirada de Hera le hizo dejarse caer en su trono- ¿Qué?

-Eso me ha traído, no creas que vengo a verte... Poseidón por favor- insistió subiendo hasta su trono- no son intrusos, si pertenecen a este lugar- añadió precavida

-¿Pertenecen?- refutó apoyado en su trono con propiedad, retándola siquiera a repetir eso

-Estaban aquí primero, este es su Océano- refutó la pelirroja- son sus hijas- alcanzó a altercar y el mar entero la remeció de un lado a otro sin arrojarla a ningún lugar, pero recordandole que ahora se regía por su mano

-Así que si sabías que pasaba...- comentó cuando finalmente empuñó y el remolino de agua que la retenía la liberó dejandola de nuevo en su sitio- ¿ahora eres aliada de ellos? ¿Zeus sabe de esto? Es traición Hera y bajo el argumento de ellos estaban primero, entonces podrías renunciar al trono y podemos volver a traer a Chronos y todos los demás, ¿eso quieres?- le gritó finalmente levantándose- vuelve a reino y allá pon las reglas que quieras, seguirá siendo mi prisionera hasta que me diga que estaba buscando y más vale sea cierto

-Déjame verla- ordenó retrocediendo un par de pasos para sacarle distancia- Poseidón ella no te dirá nada, no es así, las océanides son seres orgullosos, pero yo la conozco, déjame hablar con ella y saber por qué vino, a ti no te dirá nada, te cree enemigo, pero yo casi que fui una de sus hermanas- insistió chantajeándolo o sobornándolo con una opción que no pudiera rechazar

El milagro que haya pasado para que la dejara verla, es algo que Hera no sabría jamás, sabía que su hermano ahora la veía con sospecha, pero nada de eso importaba, debía volver a la superficie con Perseis y eso, iba a ser otra odisea que no sabía cómo iba a manejar

-Perseis- llamó y el silencio sepulcral de la océanide fue toda la respuesta que obtuvo- soy yo, Hera

-Sé quién eres, alteza- ironizó irguiéndose con altivez superándola en altura- ¿Qué quieres?- parecía acusarla de algo, ambas sabían qué, ambas conocían la condena de la otra, pero en ese instante pese a lo altivas que se veían ambas, también alcanzaba a leerse una disculpa entre ambas y culpa, culpa por el pasado que las unía y el mismo que las distanciaba

-Helios me envió- fue lo primero que dijo y solo la vio desviar el rostro- ¿Qué ocurrió? ¿Por qué volviste al mar? Estabas en tierra firme- añadió queriendo callar el pasado, solo la oyó exhalar- tendrás que decirme, porque hasta que no hables, no te dejaran volver- advirtió poniéndose delante suyo sintiendo un remolino de agua- enójate todo lo que quieras, son las condiciones- impuso

-Pregúntale a Helios o dile a la escoria de tu hermano que me deje libre, es absurdo retenerme aquí, este mar no es suyo, era de mi padre- le recordó y por un momento volvió a parecerle la princesa del mar que ella y sus hermanas algún día fueron- ¿Cómo pudiste sacrificarte por una corona?- dudó y tragó con fuerza- madre estaría desilusionada, ella lo intentó, te acogió como una igual, una más de nosotras y tú... me das asco, Hera- renegó halando sus cadenas en un intento de acercarse- largo de aquí, dile a Helios que saldré de esto por cuenta propia, no necesito de nadie, ni de él, de ti, ni nadie para poder con ese absurdo ser- renegó y calló cuando Hera solo frunció el ceño

-Eso es mentira, eres débil, logró capturarte, ya no tienes el dominio que tenías, las aguas se han puesto en tu contra, reconocen a su señor... yo soy tu única salida- impuso girando para irse- pero si mis servicios no son requeridos... disfruta de tu hogar, ahora prisión, si te sirve de algo, no eres la única- renegó retomando camino y pese a que casi logra salir la celda cerró sus rejas- ¿QUÉ? ¿ME QUEDO ENTONCES?- la gritó sabiendo que fue Perseis quien cerró

-Quédate, deidad- reconoció con el sabor amargo de acudir a la ayuda de una diosa; cuan mal le supo a Hera esa mera palabra, giró el rostro indignada y se obligó a recordar que no era decisión suya, era prisionera dentro de eso- ¿Y bien? ¿Cómo me sacarás?- dudó en un vano intento de ver a la Hera con quien jugaba, pero solo vio a la reina- habría sido tan lindo que estuvieras aquí por voluntad propia- lamentó cuando Hera se acercó y tomándola de las manos, miró las esposas

-Dime a qué viniste, solo eso, dime y vámonos, Poseidón solo debe saber que no vienes a amenazarlo, ni a recobrar su trono- prometió sin expresión alguna

-¿Quién dice que no vengo por eso?- dudó altiva antes de exhalar y volver la vista al frente- pero no, aunque podría ser el motivo, no es eso... busco... unos seres que cayeron al mar, algunos llegaron a la costa, otros no lo sabemos- resumió para palidez de la reina

-¿Más titanes?- temió a la idea de saber tantos aun libres y la mueca de Perseis le sirvió de respuesta, no, ellas no eran titanes, debieron serlo, pero Atlas no se involucró con una titanide así que eran... estrellas- ¿solo eso?- dudó de nuevo y le afirmó- hablaré con él- despidió y escuchó tras ella la puerta abrirse- vienes en paz, entonces- concluyó y salió alejándose con prisa en busca de su hermano antes de exhalar y empezar a buscar el modo correcto de explicarse, debía convencerlo y más vale fuera cierto que ese era el único propósito, porque si no, los problemas serían para ella y podría verse incluso declarada traidora, exhaló y entró al salón del templo- Poseidón- saludó en la puerta viendo a su hermano con otra desconocida mujer que solo le sonrió y que mala señal fue para Hera- necesito hablar contigo- comentó acercándose con la vista fija en la otra mujer, ordenándole que se fuera, pero se vio ignorada- a solas- concluyó llegando ante él

-Di lo que tengas que decir, ella puede oírlo, ¿no es así, Afrodita?- dudó y la castaña le afirmó y Hera le temió al destello violeta que pasó los ojos de la diosa vestida de perlas que siguió ahí, así que solo tragó y optando por ignorarla, decidió hablar con su hermano y solo su hermano

Rey y Mandatario [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora