Sol y Ola de Mar

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-¿Vas a venir?- dudó Helios al oír pasos, detenerse y girar para ver a Eos ir tras él, ella afirmó y solo le sonrió dejándose alcanzar por ella para seguir a su habitación y desistir de entrar, nada más llegar- ¿has visto a Perseis?- musitó recordando la encomienda de Atlas, sin poder evitar la apatía de tener que ir a tolerar a la hija del mar

-Está afuera...- indicó la niña señalando hacia los jardines laterales del templo- ¿No te agrada?- dudó ante la mueca de desaliento de su hermano, el sol le negó- pues a mí tampoco- decidió cruzada de brazos

Forzándose a sonreírle, Helios le removió el cabello para ir por dónde había señalado. Desde ese día, Eos la escogía a Perseis como enemiga personal, si no le agradaba a Helios, a ella tampoco, juró y le siguió muy de cerca y molesta con la eludida, dedicándole su mirada más despectiva cuando la encontraron

-Perseis- llamó Helios al notarla arreglando el cabello de una de sus hermanas- tengo que hablar contigo- ordenó con la vista fija en la menor de ellas esperando que se fuera

-Espera aquí, ya vengo- autorizó la oceánide dejándola en su sitio para ir con él al otro extremo del jardín, se cruzó de brazos en cuanto se detuvieron a unos metros de las niñas- ¿Qué quieres?- exigió volviendo la vista a su hermana vigilando que no se acercara

-Mide tu lengua, espuma de mar, estás en mi templo- le advirtió, la oceánide desvió el rostro y le concedió tener razón sin emitir palabra- ¿Viste a alguna de las estrellas en el mar en este tiempo?- soltó sin intención de pasar demasiado tiempo cerca de ella.

Desde su banco, la oceánide menor y Eos vieron el terreno casi nublado por el mismo vapor que causaban cuando estaban cerca Sol y Agua de mar y teniendo cada una sus propios intereses, cada una miró al otro por unos instantes con hostilidad, hasta que la menor de las oceánide espabiló y supo leer señales que le cuchicheó a Eos y sus expresiones de molestia se volvieron de picardía y risitas absurdas soñando despiertas, mientras sus hermanos continuaban el tema ajenos a las conspiraciones que crearían las niñas para ver realizado su sueño

-¿Las estrellas? ...No- respondió Perseis no muy segura, Helios exhaló apático acusándola de inútil en la mente, ¡una vez que podía servir para algo y no era el caso! Giró sobre su eje dispuesto a irse y sobresaltada tuvo que volver a hablar- creo que... sí- corrigió logrando que se detuviera y le indicara hablar- no las distingo, pero creo que era una de las de Atlas, cayó al mar y la ayudamos a estar a flote hasta que la encontraran, pero fue la única- explicó captando su atención

-¿Cómo era?- exigió volviendo con ella

-Pequeña, como de este alto- indicó su cintura- unos años mayor que Eos, no tenía ni una década, destellaba, cabello negro como la noche y ojos dorados y piel brillante de plata, rostro delgado y creo haberla visto con Atlas antes de...- sonrió resignada subiendo un hombro- bueno, antes que esto ocurriera- explicó alisando su propia túnica esquivando la mirada

-Maya- murmuró para sí mismo reconociendo esa descripción, arqueó una media sonrisa de saberla viva- dijiste que la encontraron, ¿Quién y a dónde la llevaron?- le exigió respuesta, Perseis solo le subió los hombros- ¿A quién se la entregaron, Perseis?- ordenó una respuesta tomándola de los hombros y sacudiéndola- ¡HABLA!- le impuso soltándola al ver que de los hombros de la marítima salía humo ante la protección acuática que pareció cubrir a la oceánide y se evaporaba ante su toque

-No lo sé- altercó soltándose de su agarre retrocediendo- un barco con mortales, ¿te parece que conozco todos los barcos?- retó lo ilógico que sería eso, rio al entender que sí- eso es imposible, estrella del día, además, ¿Por qué la duda? ¿Pasó algo?- indagó restando importancia a aquello

-Pasó, que están pérdidas- aclaró logrando preocuparla y que suavizara el gesto- se lanzaron del cielo y si las he hospedado hasta a ustedes, con mayor razón iré por ellas- echó en cara yéndose de ahí para ir por su carro

-Puedo ayudarte a buscarla, el mar es grande y profundo, tal vez haya vuelto al agua, si son marineros o la dejaron en puerto o llevaron con ellos- se ofreció alcanzándolo tras unos segundos en que le dejó ir y corrió tras él para risillas de sus hermanas menores

-Sube entonces y en cuanto puedas, salta pues de regreso a tu mar- autorizó subiendo a su carro

Emprendió camino atento al recorrido, mientras Perseis se cubría la boca al reconocer a Atlas incado sobre su rodilla, alcanzó a mirar al sol, pero optó por no hablar, solo centrarse en revisar el mar atenta también en escoger el mejor lugar dejándoles en el perpetuo silencio, hasta que ella escogió sitio

-Aquí está bien- prometió la oceánide caminando al bordel carro antes de sentir que Helios la retenía inevitablemente se tensó ante la cercanía, alzó el mentón y con tirria habló- ¿Ahora qué ocurre?- renegó soltándose de él alcanzándo a divertir al astro de recordar aquello como los viejos tiempos, pero volvió a centrarse en el motivo de tenerla ahí

-La buscaré en tierra, si encuentras cualquier indicio o en su defecto, corres peligro, llama- encomendó y la hija del mar se cimbró alcanzando a abrir la boca para protestar- no quieras hacerte la heroína, el mar ahora, tiene un nuevo regente y no parece muy... agradable- explicó la situación que preocupó a la oceánide a la vez que le indignó, ¿Osaban reinar el océano de su padre? Bramó y afirmó lográndo que Helios se hiciera a un lado dejándole paso- cómo prisionera no me sirves, Perseis, procura volver- le dejó dicho antes de verla saltar y clavar con presuntuosa maestría en el mar.

Esperó unos segundos y al ver que nada parecía fuera de control, azotó las riendas, emprendiendo camino mientras ella nadaba con prisa y agrado el océano en busca del intruso, si había alguien, solo él podía responderle por las estrellas, eso si es que habían vuelto al mar

Rey y Mandatario [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora