Hijos de Japeto

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Tendría que importarle o tan siquiera ponerse de su parte, pero Helios solo guardó silencio y de soslayo vio a Prometeo tan distinto a cómo era, ahora callaba con esa expresión dolida tan ajena a la sonriente que mantenía siempre mientras creaba, lo entendía tal vez mejor que nadie, haber visto el destrozo que ocasionaron quisiera o no, era algo que perfectamente podía quitarle el sueño, pero el rostro apacible del creador se turbó al ver la sombra de Atlas y recordarle aun ahí como para bajar la cabeza obligando al sol a volver a preguntar por su evasión, pero de nuevo solo le negó, no estaba buscando negativas para hablar, demandaba un motivo y lo exigió con una única palabra

-¿Por?- dudó sin siquiera verle, Prometeo alzó la vista al cielo y exhaló derrotado volviendo a verle sabiéndose sin salida

-No es buena idea ver a Atlas, debe odiarme para ser honesto- reconoció sentándose en el borde del carro viendo la tierra que sobrevolaban- no... terminamos bien, él quería luchar para Chronos... lo consideraba un honor- explicó y con la misma mueca de inconformidad Helios le afirmó, recordando esos días- dio por hecho que todos estaríamos y enfureció cuando desistí- exhaló y se rascó la nuca incómodo- solo... digamos que no soy la persona que espera ver- resumió sintiendo de todos modos el carro seguir su camino, así que insistió por hacerle cambiar de rumbo, tal vez si se explicaba lograba convencerle, contempló y lo intentó- Yo al final fui en camino contrario a poner a salvo mis creaciones en cuanto vi a Atlas partir. Cree que lo engañé y sí, pero de no haber fingido que quería luchar, me habrían vigilado, así que descarté toda sospecha y, ese día partimos los tres con padre, pero en cuanto pude me desvié de ruta, solo que él me vio irme...- recapituló con los ojos cerrados y sonrisa dolida- jamás me ha odiado tanto... pero tenía que hacerlo, lo poco que luche fue protegiendo los refugios, no tuve bando, luché por igual ante quien atacara alguno de esos escondites- concluyó resignado sabiendo que pese a su opinión, Helios igual haría lo que quería- ¿por qué vamos?- protestó finalmente sabiéndose cada vez más cerca de ver a su hermano por voluntariedad del sol

-Es una situación crítica, Prometeo, no podemos darnos el lujo de enemistarnos los pocos que quedamos- explicó el astro rey casi prometiéndole que a Atlas no le disgustaría verle- además, el pobre está agobiado, que sensación más ajena es esa... y tampoco sabe dónde están sus hijas, cree perdida toda su familia, su esposa no quiere saber nada de él, le culpa por la pérdida de ellas...- resumió la situación ajena- necesita verte, saber que estás libre y a salvo, no eres una de sus estrellas, pero... le servirá de bálsamo- explicó el motivo para desviar su recorrido unos grados para cruzar por el frente del titán en lugar de pasar tras él- ¡ATLAS!- llamó logrando que el eludido alzara la vista a la vez que Prometeo se escondía en el carro- mira a quien me encontré en la búsqueda- alcanzó a señalar antes de tener que halar a Prometeo de la túnica para levantarle

-¿Prometeo?- dudó Atlas y su hermano forzó la sonrisa con mirada nerviosa e intercalada entre el par de aliados- ¿Pero... dónde... dónde has estado?- tiró intentando acercarse sacándole de sus pensamientos, el menor subió los hombros

-Por ahí, rondando la tierra... ya sabes... recobrando la vida- explicó el creador aun prevenido- ¿Y a ti?- cometió el error de preguntar, tensó los hombros ante el silencio de su hermano mayor- lo lamento- reconoció detallando las esposas- podría crear algo para qué...- insinuó con ese brillo vivaz en su mirada

-No- zanjó de golpe Atlas sorprendiéndole- no harás nada, te pondrías en peligro- advirtió sorprendiendo a ambos

-Pero puedo crearlo... solo, solo necesito tiempo, mirar la cerradura y... y- altercó seguro de ello, Atlas siguió negándole reacio a oírlo- puedes volver a ser libre- explicó insistente en ofrecer su ayuda, le negó de nuevo- entonces ¿Qué? ¿Te quedarás así toda la eternidad?- retó golpeando el borde del carro- ¡TE DIGO QUE PUEDO!- le gritó finalmente aferrado al carro con el cuerpo casi fuera del mismo dándole la cara a su hermano mayor

-¡NO LO HARÁS! ¡NO PASARÁS A SER TÚ, EL QUE CARGUE ESTE CASTIGO!- le gritó finalmente, el cielo entero se remeció con fuerza dejando a Prometeo de nuevo dentro del carro en total silencio, "pero puedo liberarte"  parecía contradecir sin voz- sé que puedes y ese es el peligro, ¡Que puedas! ¡Tú no conoces límites y los hay! Mira abajo, la vida entera, depende de ti, los seres que creas viven por ti, no te buscarás la prisión, no por liberarme, no voy a cargar con esa culpa de condenarlos a todos por tu insensatez- regañó consciente que ese sermón le servía a sus dos escuchas, ambos tenían por obligación que la vida continuara, pero Helios era consciente de ello, sabía el sacrificio que esa responsabilidad conllevaba, Prometeo no- ¡NO LO HARÁS!- ordenó finalmente con la autoridad y preocupación de hermano mayor. Reinó el silencio, dos de tres entendían esa situación, pero justo a quien se lo dijo, no. Prometeo sumó la condena de su hermano a la lista de motivos para vengarse de los dioses- lo mismo les diré a mis hijas cuando las encuentres- aclaró obligándose a ignorar a su hermano o Prometeo sería capaz de hacerle cambiar de opinión, tenía la astucia suficiente para lograrlo y Atlas lo sabía

-¿Qué con ellas?- dudó Prometeo intercalando mirada entre sol y fuerza de gravedad dejando de lado el tema mientras le contaban de las estrellas- ¿son mortales?- dudó y Atlas afirmó- ¿por qué?- casi rio pareciéndole ilógico volverlas mortales en semejante situación- ¿Y cómo son ahora?- dudó cruzado de brazos recordando los detalles de cada una- Mérope- llamó en voz baja captando la atención de ambos cuando terminaron de describirselas- ¡Sé dónde está Mérope! ¡Sabía que conocía a esa pequeña!- admitió sonriente- tiene que ser ella, solo es... imaginarla sin su piel destellante y ojos ahora miel y no amarillos cómo las demás; es mortal, es obvio, pero la he visto- explicó y eso le hizo merecedor de retomar el camino a dejar el sol y salir esa misma noche en el carro del astro en busca de la más pequeña de las estrellas, jurándole a la fuerza de gravedad traerle de regreso a su pequeña- sabía que era diferente, no era una hija de los mortales dorados, ¿cómo no la reconocí? Son idénticas- parloteó en el camino señalando por dónde- además, estaba sola- explicó impaciente por llegar, sintiéndose seguido con la mirada por Atlas

A su lado, Helios repasaba ese relato sin cuadrarle una cosa, que Prometeo no reconociera a Mérope con su nuevo aspecto humano, era una cosa, pero... Prometeo seguía igual, ¿por qué no lo reconoció? Era su tío, seguía siéndolo, no es que no fuera a reconocerlo... a no ser que... exhaló y azotó las riendas deduciendo las cosas, iba a incinerar a Atlas por eso cuando volviera, se juró al entender que cómo medida de protección, se les había arrebatado la memoria

-Espera- retuvo el astro al llegar antes que Prometeo fuera a la casa dónde la había dejado cuando la encontró en el risco, dónde ella llamaba a quien fuera, sin saber a dónde ir- Prometeo, espera- insistió cuando no le oyó- ella no sabe quiénes somos, ni siquiera sabe quién es- explicó la gravedad del asunto- no podemos solo... llegar y decirle a una niña de la edad de Eos, que es una estrella y venga con nosotros- aclaró seguro de ello

-¿Entonces?- dudó perdiendo el entusiasmo- Atlas debe tener sus memorias, debemos traerlas, ve por ellas, iré a verificar que siga con quienes la dejé- prometió echando a correr colina abajo

Tras él, Helios solo bramó con impaciencia por la impulsividad de Prometeo, siempre tan insolente, siempre tan osado e incensato, ¿que le costaba escuchar por un momento? Callar esa mente y enfocarse en lo que sucedía no podía ser tan difícil, pero ahí iba él, corriendo desbocado a por su sobrina.

Con la vista al cielo clamandole paciencia al cosmos mismo, Helios se rascó la ceja y esperó que Prometeo volviera al captar que no podía ir y traerla como si nada, con suerte eso fuera lo que pasara, porque también lo creía capaz de raptarla y luego pensar si había estado bien o no. Negó y volvió la vista a Atlas como si lo culpara por ello; en su sitio, el titán solo subió los hombros resignado, como diciendo "Así es él" y la exhalación derrotada y resignada de ambos, fue simultanea mientras el sol esperaba sin cumplir su parte del plan que había dejado encomendado Prometeo

Rey y Mandatario [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora