Prólogo

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Estoy corriendo a toda velocidad, mis pies se van hundiendo en el barro, mientras corro con todas mis fuerzas. Siento que mis pulmones casi no pueden acumular aire, siento que me voy a desvanecer de un momento a otro pero no puedo parar de correr, porque si no tendré que volver al sufrimiento, tendré que refugiarme en otro mundo lejano a la cruda realidad y no estoy preparada para volver a sentir que mi corazón se oprime cada vez que me hace daño.

Simplemente no puedo volver a ser la ilusa que cayó en sus redes.

Esta vez, el que caerá serás tú, no volveré a la cabaña, no pienso dejar que destruyas cada parte de mi ser, que me hagas sentir más insignificante de lo que nunca jamás alguien ha llegado a hacerme sentir. Mi cabeza no puede soportar más tus palabras, no soporto la manera en la que tu mirada recorre con lascivia cada tramo de mi piel sin tener en cuenta lo que sentiré yo, porque nunca te importo los raspones que provocabas a cada uno de mis latidos.

En un momento dado cuando no puedo correr más, me paro un poco para poder respirar, pero entonces oigo un ruido y en ese momento sé que es él.

Me está buscando para que vuelva a someterme como si fuera un animal, pero eso no lo permitiré, mantendré la cabeza en alto, no pienso en sobrevivir eso lo he hecho durante toda mi vida, esta vez voy a vivir, como cualquier otra adolescente.

Sé que me busca, así que sigo corriendo, porque quiero vivir. Me he adentrado en las profundidades del bosque que nunca llegue a cruzar por miedo a perderme, nunca tuve el valor de escapar, porque estaba realmente aterrorizada de que me pasaría, pero esta vez no. Esta vez es completamente diferente.

Siempre he huido de quien realmente soy, refugiándome en diferentes máscaras para que nadie piense que soy diferente a ellos, para no levantar sospechas y no dar lastima.

Pero nunca me replanteé que lo que hacía era erróneo, que eso me ocasionaría muchos problemas, que eso acabaría destruyéndome sin remedio. No supe el riesgo que corría, ni sabía lo equivocada que estaba, hasta que esa fría noche me enfrenté a algo mucho peor que yo misma.

Me estaría enfrentando a mis años llenos de desgracias, de sueños rotos y sobre todo a las pesadillas con las que conviví en sueños, no sabía que se harían realidad en persona.

Nunca quise hacerlo, nunca quise llegar hasta ese punto. Un punto lleno de inflexión.

¿Por qué me pasa a mí? ¿Por qué no me deja en paz?

Justo veo una casa del árbol, ya es plena noche, y no puedo quedarme a dormir aquí fuera, si no me encontrará, es capaz de todo, intento aproximarme con mis pies ya llenos de ampollas, las heridas en mis rodillas, los rasguños en mi cara, la sangre salpicando la ropa rasguñada, mis ojos llenos de gotas de sal que no dejan de resbalar por mi rostro y sobre todo, el vacío que siento dentro de mí es lo más doloroso que alberga mi interior.

Los síntomas comienzan a despertarse en mi interior, no he comido en una semana, y mi cuerpo está empezando a darme vueltas, me voy tambaleando de un lado a otro, siento que algo se mueve, que hay algo escondido en unos arbustos, justo cuando me voy a desvanecer hacia el suelo, veo a alguien de ojos grisáceos y cabello negro como el azabache cogerme justo cuando ya me he desmayado.

Estoy adentrada en las tinieblas, en la oscuridad más profunda, noto que alguien me lleva en brazos, noto movimientos a mi alrededor.

Quiero resistirme, pero no tengo las fuerzas suficientes.

Todo pierde color.

Todo se vuelve negro.

Todo se acabó.

Inocente: Sobrevivir, para vivir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora