Capítulo 30

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Alex Greyman:

Dos horas antes.

Me encontraba fuera, analizando la mansión, asombrándome por saber que esa era su casa. Me pregunte qué motivos habrían hecho que quisiera escapar de su lugar tan, digamos espacioso. Mire en mi móvil y en las noticias ponía que ella había ido a una escuela de intercambio y por eso su ausencia. Mire la cara de Zara en las fotos encontradas en internet y se la veía normal como cualquier adolescente.

Mentalmente me di golpes hacia mí mismo, por no haberme dado cuenta en todo este tiempo de quien era ella en realidad, de que familia pertenecía. Pero se la veía tan diferente, que me pregunte de nuevo sin nadie que me respondiera: ¿Quién era ella en realidad?

No sé cuántas horas me la pase mirando si habría algún indicio de movimiento, deseaba hablar con ella, pero no podría entrar dentro, ya que, había cámaras y guardias en las puertas vigilándolo todo con cautela, cerciorándose de que nadie entrara o siquiera lo intentará.

Algo gordo iba a pasar, punzadas recibía en mi cuerpo que me avisaban de que mi presentimiento no era erróneo.

El ambiente en el aire era gélido, nada agradable, la nariz se me comenzaba a tornar roja como la de pinocho, solo que en este caso, con diferencia a que a mí no me crecía por decir mentiras.

Después de unos minutos, vi a una chica escoltada por guardaespaldas a la fuerza, su rostro era de enfurecimiento y las muecas de odio que les dedicaba con el rostro no eran de bienvenida. Escuche algunos de los insultos que decía, y la oí pronunciar el nombre de Zara, pero se calmó cuando uno de los robustos hombres le susurro algo en su oído y se enmudeció quedando pálida como una estatua recién pintada.

Mis sentidos se dispararon ya que escuche los pasos de alguien acercarse a mí. Gire la posición de mi cabeza para poder ver la sombra de un chico andar entre las sombras del bosque con tranquilidad.

Abrí los ojos desmesuradamente cuando me encontré con el chico que una vez fue parte de la vida de Zara. Apreté los puños, ¿este que quería?

Su cabello rubio disparaba a diferentes sentidos, sus ojos azulados me miraban con un brillo en ellos que no me gustaba, iba con una sudadera negra ligera, unos pantalones vaqueros oscuros, y unas botas gruesas negras. Asomó una sonrisa cerrada en sus labios con una lentitud que me hizo tener ganas de arrancársela, algo le había hecho a Zara.

Y eso me aterraba. Me aterraba porque ella me importaba mucho.

—Creo que nunca nos hemos presentado como es debido. Encantado de verte Alex, yo me llamo Adam Sanders, aunque puede que ya lo sepas—extendió su ano hacia mí, solo lo mire, guardo de nuevo su mano en el bolsillo de su sudadera—, Parece ser que no estás de buen humor.

— ¿Qué quieres?—demande con el odio cargado en mi voz.

Se tocó la barbilla pensativo, miro alrededor y volvió a fijar su vista en la mía.

—Quiero decirte unas cuantas cosas. —su sonrisa se esfumo y me miró con dureza. Todo rastro de gracia en el ya no existía—. Zara es una persona un tanto peculiar, pero seguro que ya te habrás dado cuenta—la mención de su nombre en su boca, solo provoco que quisiera arrancársela de cuajo, pero me calme convenciéndome de que mis pensamientos no eran los adecuados.

— ¿Qué quieres conseguir con esto? Dime, ¿A qué has venido? Si vienes a hablar mal de ella no te servirá. —se aproximó a mí.

— ¿Yo hablar mal de ella?—chasqueo la lengua negativo— He venido a decirte que tiene la suerte de tener a alguien tan maravilloso como tú a su lado. Pero, hay algo que me pertenece, ella es de mi propiedad, está conmigo, así que deberías retirarte de la partida antes de que salgas herido más de lo que ya estas. Según he oído por allí, ya te ha rechazado una cuantas veces, ¿no?—el destello de sarcasmo en sus vocales, solo incrementaban mis ganas de querer darle un puñetazo.

Inocente: Sobrevivir, para vivir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora