Capítulo 45

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Kate Hills:

Siempre me había esperado que algo así pase, desde que el caso del hospital psiquiátrico, nunca había estado tan alerta. La desaparición de mi hermana y su amiga Rin, hicieron historia. El mundo entero se enteró de ello. Porque puede que Rin FitzGerald nunca se lo hubiera dicho a mi hermana, pero era hija de una familia muy importante, que estaba haciendo lo posible por encontrarla. Ya había pasado un mes desde lo ocurrido, la bronca que se llevó el hospital fue espectacular.

Y es que estaba claro. El disgusto sumado con el miedo, provocaron un montículo de suposiciones que no me dejaban ver las noticias. Pensé donde podría haberlas llevado. Hasta que un viernes, alcohólica, al lado de Alex que estaba igual de preocupado que todo un montón de personas importantes. Hasta que día con el paradero.

Gasté mucho dinero, pero eso era lo menos importante, descubrí con la ayuda de la familia FitzGerald, como Adam había conseguido entrar en el hospital, también el número de personas que había matado. La mayoría eran pacientes que se encontraban en enfermedades mentales que ya no tenían remedio, pero eso no daba los motivos suficientes para hacer tal cosa.

Me acordé de una conversación extraña que tuve con mi hermana tiempos atrás. También me veo a mi misma echándole la bronca, porque al lugar al que le había enviado su ex-novio hace un tiempo estaba a tres pueblos lejos de donde vivíamos y encima estaba apartado de toda civilización, era posible morirse en semejante lugar y que nadie se diera cuenta de tu vaga existencia.

— ¡Ya sé dónde se encuentran!―exclame destrozada de tanto llorar, me tambalee, casi cayéndome de la silla en la que estaba. Se lo comunique todo a Alex, de inmediato llamo a la familia de Rin, porque yo no podría haber explicado con pelos y señales todo, teniendo en cuenta en el estado en el que me encontraba.

Ya con eso echo, me dormí, todo este mes, había estado súper estresada, pensando en todo lo que había hecho mal, se supone que yo era la hermana mayor y debía protegerla, no abandonarla. Pero el novio de mi hermana no dejaba de recordarme que no era mi culpa, que no habríamos sabido ni aun queriendo que fuera a ocurrir y eran cien por ciento ciertos.

Cuando me desperté, estaba en un helicóptero, de copiloto estaba el padre de Rin, grité del susto.

― ¡¿Qué está pasando?! ¿Por qué estoy aquí?—exclamé, porque si no me escucharían. Al lado mío estaba Alex, tan tranquilo, tomándose un café batido. Sus ojos estaban rojos, eso era muy mal presagio, era normal que con todo lo que había ocurrido, no pudiera dormir, pero algo me decía que se le notaran tanto las venas, no era sano. Algo estaba rondando por mi cabeza.

—Estamos yendo a por mi hija y su hermana, ¿sino que estaríamos haciendo, irnos de viaje?—comunicó con ironía.

No me acordaba de lo que estaba ocurriendo. Así que Alex me lo resumió. Mientras íbamos volando, me quede pensando con curiosidad que si no me hubiera emborrachado, no me habría acordado. Que oportuno.

—Puede que deba emborracharme más—susurre, pensando que el señor FitzGerald no me había escuchado, pero si lo había hecho y me observo con negación.

Nos quedamos suspendidos, durante a saber cuánto tiempo, hasta que le dieron la alarma al copiloto de que podíamos bajar. Iba a preguntar porque no nos habíamos bajado antes. Pero Alex me respondió, como si fuera capaz de leerme la mente.

—Antes de nosotros ir en el helicóptero, unos de sus trabajadores, es decir, soldados, han ido antes, para estudiar la zona, y cerciorarse de si hay momentos en los que él no las vigile, o si hay cámaras dispuestos en todos los rincones.

—Aja—asentí, todo el tiempo en el que había estado dormida, el había estado atento, como si de clases presenciales se trataran. —Buen trabajo, Alex—me observo inexpresivo, negando con la cabeza.

Cuando bajamos, unos soldados nos abordaron y arrastraron a un gran cumulo de arbustos.

Esperamos durante horas, vimos como Rin salía por la puerta y se iba a una granja que no había visto. Estaba demacrada, más delgada, pero tenía un brillo de un odio puro, que hacía que sus ojos parecieran el propio abismo.

Su padre quiso ir a su alcance, pero un soldado le agarro firme del brazo, negando con la cabeza. Pensé que le diría algo, pero no lo hizo. Solo se sentó, paciente. Mire hacia mi derecha, la postura de Alex era,...extraña, estaba apretando los dientes y los puños con una fuerza que sentí que se rompería los dedos si ejercía un poco más de fuerza. Mire hacia donde dirigía los ojos y fue allí cuando entendí su rabia contenida.

En una ventana se la veía a Zara, su piel estaba muy pálida y al lado estaba el cerdo de Adam, paseándose alrededor de ella. Con sus asquerosas manos, le agarró del culo, ella estaba inmóvil, parecía que estaba muerta. Acaricie los puños apretados de Alex. Analice la escena, pasaron unos minutos, el seguía rodeándola, sui cabello le tapaba la cara a mi hermana. Sin esperárselo, Zara le dio una patada muy certera en sus partes, siguió descargándole patadas, no pude ver exactamente dónde. Vi como ella se caía al suelo y supuse que le había agarrado. Después todo fue muy confuso. Escuche como bajaba las escaleras atropellada, mientras gritaba.

— ¡Rin, corre por tu vida!—se dirigía a la granja corriendo descalza, con las uñas de sus pies llenas de sangre. Mire con advertencia a Alex, grite que no fuera entrometerse. Los soldados se iban a meterse, pero escucharon los disparos, gire mi cuello a la velocidad de ciento ochenta grados hacia Adam.

Pensé que había disparado a Zara, que estaba quieta con las manos en alto. Pero había sido a un soldado.

— ¡Que nadie se mueva! ¡Zara, ven conmigo!—como no se movía, volvió a disparar pero esta vez a todos lados mientras corría, con el brazo roto la rodeó. Apunto su pistola a la cabeza de Zara.

— ¡Si alguien se mueve, la mato!—expresó formando un circulo sin detenerse.

Todos nos quedamos en silencio. Alex con las manos en alto comenzó a andar con lentitud a su dirección.

— ¿Quieres que mate a una de las personas que más amas?—con deje burlón dijo.

Alex se empezó a reír.

—No la vas a matar, por el simple hecho de que la quieres a ella, pero viva. Quieres que se arrodille a ti y te diga lo que tanto quieres oír, que te sigue queriendo, cuando la realidad es que no. Deseas que te bese y te diga lo agradecida que se siente de que estés a su lado, aun siendo una mentira. Sabiendo que todo eso me lo dice a mí. Nunca conseguirás que te diga "Te quiero" del modo en el que ella me lo ha dicho a mí.

— ¡Cállate, yo soy el que manda en este juego!

— ¿Por qué gritas tanto? Espera, ¿te duele? Oh, te duele la verdad.

Mis ojos se abrieron cuando observe que estaba por apretar el gatillo, cerré los ojos cuando escuche el disparo. Iba a romperme, pero abrí los ojos y vi las manos de Rin con la pistola bien sujeta, esa mirada de abismo había desaparecido para reemplazar por una de satisfacción.

—Los hijos del diablo tienen que volver al infierno. Te deseo un buen viaje—expreso con voz grave. Adam cayó de rodillas, miró con los ojos al blanco y cayó sonriendo.

Mientras Alex corría a abrazarla. Rin soltó la pistola y fue hacia su padre y yo por fin pude mover mis extremidades, cuando alcance a mi hermana la apretuje en mis brazos.

—Te he estado buscando todo este tiempo. —mis palabras salían ahogadas.

—Lo sé―me llenaba de regocijo haber pasado ese tan mal trago.

Rin y Zara tuvieron su momento para estar a solas.

―Mi hija ha reaccionado más rápido que vosotros, ¡Para que os pague, panda de inútiles! Pero como todo ha resultado salir bien, os lo pasaré―les fulminó con la mirada el papa de Rin. Pero pensándolo, creo que no deseaban disparar a punta y pala debido a que podría haberle dado a cualquiera de ellas.

Observe como Alex besaba a Zara, confiaba en que si todo iba bien, su amor perduraría.

Al final, nos fuimos en diferentes helicópteros, ya después se encargarían de todo el desastre que se había producido. Lo importante es que las dos, estaban sanas y salvas.

Inocente: Sobrevivir, para vivir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora