Capítulo 22

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Zara Hills:

Me encontraba de pies en la sala de estar, movía mi pierna de arriba a abajo.

Estaba nerviosa.

«Vaya novedad»

Alex se encontraba en la cocina, y se había traído una botella de agua.

— ¿Quieres algo? —me preguntó.

—No, solo vayamos al grano. Di lo que tengas que decir.

—Está bien —se sentó encima en uno de los mullidos sofás del salón, bebió el agua, y mire como la nuez le subía y le bajaba.

Se pasó, los dedos por el pelo, y me miró.

—Tiendo a no creerme del todo tu historia —suspira —. Hay cosas que no llegan a mi completa comprensión.

—Que novedad, no me digas —digo con sarcasmo.

Suspira.

—El caso es que esto no es algo que sepan los demás, solo gente cercana de mi familia —tragó saliva—. Una persona muy importante para mi murió, era mi novia.

—Pero porque me lo cuen...

—Solo escucha —me dice interrumpiendo lo que iba a decir —Una noche a la que fuimos de fiesta, ella me avisó de que era mejor que no fuéramos en coche de vuelta casa. Liam que una vez fue mi mejor amigo condujo, prometió que no se había emborrachado, yo estaba tan ebrio que casi no me podía ni siquiera mantener en pie. Ella no dejaba de decir que era una mala idea, pero al final accedimos. —Una lagrima resbalaba fuera de sus iris grisáceos, aprieta su mano clavándose las uñas en la pala de su mano—. Montamos en el coche, cerré los ojos, y cuando los abrí todo estaba sumido en llamas, la sangre goteaba de su frente... No-no respiraba, parecía dormida. Los bomberos nos ayudaron a salir, pe-pero ella estaba atrapada en el asiento trasero, en la parte derecha que aba a la ventana. Grité que había que ayudarla, con la vaga esperanza de que siguiera con vida... A pesar de que sabía que estaba muerta. —Se limpia las lágrimas con furia—. Ni siquiera tuvo un funeral digno, solo se fue. Se esfumo de mi vida, como si nunca hubiera existido en ella. Le prometí que la cuidaría, pero fue ella la que acabo cuidándome.

— ¿Por qué me cuentas esto? No creo que tenga mucho que ver —me crucé de brazos—Además, eso no es excusa.

«Soy una insensible, lo sé.»

—Si tiene que ver. Te lo cuento para que entiendas que lo siento, que no quería hacerte sentir insegura. —clava su mirada en la mía—. A veces se me salgo un poco de control. No quería herirte con mis palabras llenas de insensibilidad, solo trato de comprender tu historia. Hable sin pensar y me arrepiento. Aunque no te des cuenta, me preocupo por ti.

—Aja, claro. Entiendo —digo asintiendo sin fiarme del todo.

—Sé que seguirás desconfiando, aunque no puedo culparte —sonríe—. Puedo llegar a ser insoportable e irritable. Pero nada del otro mundo.

—Vale.

— ¿Y qué me dices de ti?

— ¿De mí? ¿A qué te refieres?

—Esos cortes que tienes en tus muñecas, ¿se deben a ese chico al que noqueé y dejé inconsciente? —me preguntó recostándose en el sofá con los brazos estirados detrás de su cabeza.

—Por eso y muchas otras cosas más, de las que no voy a hablar ahora. —no tenía ganas de recordar la mierda de la que estaba hecha.

—Está bien. Creo que nos parecemos en muchas cosas. —su afirmación me desconcertó.

Inocente: Sobrevivir, para vivir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora