Capítulo 6

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Zara Hills:

El sol me golpea en la cara con fuerza, arrugo la frente por esa simple incomodidad que me está dando esa luz que decide no apagarse. Abro los ojos con lentitud y allí le veo tan guapo como siempre... quiero decir tan... no sé qué decir en realidad. Le conozco de hace poco y ya me atrae, esto es extraño y peligroso.

—Eh dormilona, hay que darse prisa que hoy va a ser un día muy largo. —me levanto él con una taza de café en las manos, no sé de dónde saca las fuerzas para siempre tener una sonrisa plasmada en el rostro, de lo poco que llevo conociéndolo es madrugador y siempre con una sonrisa en el rostro. ¿Qué esconderá esa sonrisa? ¿Qué cosas dolorosas esconderá para tener que sonreír siempre?

—Ah, sí, ya voy.— le digo, y me doy cuenta de que tengo ramas y hierbas incrustadas en mi cabello, y se me ha caído la baba cuando dormía, me limpio con la manga del jersey la saliva un poco avergonzada, espero que no se haya dado cuenta. Pero si se ha dado cuenta, y me está mirando, que nervios siento, está sonriendo otra vez de esa manera tan...sincera.

—Que adorable eres— dice fijando su mirada grisácea en mis ojos mieles.

—Ehh, ¿qué?—creo que he oído mal. —Me conoces de hace poco y ya me estas llamando adorable, no me conoces y será mejor que no lo hagas. —susurre esto último más para mí que para él.

El menea la cabeza, como si hubiera hablado sin pensar.

—No, no he dicho nada, es que a veces hablo sin pensar. El desayuno está preparado, cuando acabes, seguimos nuestra caminata. —me dice sin mirarme, dándose la vuelta y frotándose el pelo, parece nervioso y no sé por qué, pareciera como si mi presencia le molestara, pero decido pasarlo por alto, ya que tengo muchas cosas en las que pensar. No puedo distraerme por tonterías.

—Claro. —de repente me siento mal conmigo misma, es una sensación de malestar. Me pongo las deportivas, hoy no tengo ganas de cambiarme, me quedaré con el pijama de los superhéroes, desayuno la leche con cereales y las tostadas con mantequilla, todo está delicioso. Creo que un día de estos intentaré preparar algo para desayunar, ya que él siempre lo hace todo.

Lo recojo todo y me pongo por encima del pijama mi chaqueta, la brisa está fría y yo estoy helada, tengo los ojos cansados, miro al cielo y respiro el aire que hay a mi alrededor, parece que lloverá aunque no estoy muy segura. Me encanta el ambiente mojado, como se siente pisar las hojas recién caídas, respirar el aire fresco, como se te cuela por los pulmones y sientes como el aire te llena los pulmones, como cuando inflas un globo, hasta que vas expulsando el aire que llevabas retenido en el interior, y te desinflas.

— ¿No te vas a cambiar el pijama?— doy un salto de la impresión, ya que no le había visto venir, y por poco me caigo de la impresión.

— ¡Joder! Me has dado un susto. —Le reprendo, un poco molesta—. Pues no, estoy muy cómoda con él y no tengo ganas de cambiarme, ¿hay algún problema?—le miro intentando tener el rostro serio y no intentar reírme, ya que, mantener una cara neutral no ha sido siempre lo mío.

«Las dos sabemos que eso de actuar se te da de maravilla, pero por favor, no te pases» me dice mi otra yo.

—No, no, es solo que...— se me aproxima y nuestros rostros están muy cercanos—. Me sorprendes cada día me haces dudar de ti, no te conozco y me gustaría hacerlo. Además estas igual de preciosa aunque tengas una rama en el pelo.

Me aparto de él, y maldigo. Debo tener cuidado, él y yo no podemos tener nada juntos, ni lo tendremos. Y lo último que ha dicho antes ha sonado como un flirteo de su parte si esa ha sido su intención.

Inocente: Sobrevivir, para vivir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora