Mis ojos comenzaron a cerrarse a medida que el profesor de literatura seguía leyendo el libro de la Odisea. La noche anterior parecía más bien un nocherniego sin nada que hacer. Más que estar caminando de un lado a otro y aparentando estudiar cuando sabía que no había captado ni lo esencial de un párrafo.
La cabeza me pesaba del sueño y no veía la hora de salir del turno de clases a buscar un café de máquina para al menos soportar las cuatro horas de clases que aún me quedaban.
—Jeon, ¿le parece aburrida la clase? —La voz del profesor deletreó mi apellido letra por letra haciendo dar un pequeño respingo en mi asiento. Mis gafas pasaron a estar en la punta de mi nariz y mi cabello cubrió mis ojos. Ya era hora de cortarlo un poco.
—No, para nada profesor. ¡Disculpe!—dije enderezándome en el asiento. Las personas no parecían prestarme la mera atención pero aún así era incómodo. El hombre asintió y prosiguió en seguir leyendo las espesas páginas del libro.
Suspiré, apoyando la frente en mi mano y sacándome los espejuelos. Froté mis ojos y arrastré mi cabello hacia atrás. Jamás había tenido tantos deseos de terminar una clase.
Limpié las gafas con el borde de mi camisa y me las ajusté en el puente, dejando que no se deslizaran más por este. Un papelillo golpeó con mi cabeza y fruncí el ceño. Miré a la derecha y me sorprendió encontrarme a TaeHyung sentado a mi lado, casi a seis losas de distancia. Mi boca se cerró y abrió, pareciendo un pescado en nevera.
Tae sonrió, cubriéndose con su mano con cuidado y mis mejillas se sonrojaron rápidamente. ¡Dios! Hoy tenía unas horribles ojeras y estaba cansado. Todo gracias a TaeHyung, y resulta que la causa de mi poca siesta de madrugada estaba sentado sonriéndome encantadoramente.
Era un desastre pero me sentía con una picardía muy en el fondo de suerte.
El turno de clases acabó de inmediato y el profesor dio las indicaciones de llegar al capítulo dos. Recogí el libro y la libreta de anotaciones, lanzándolas prácticamente a la mochila. El olor a cigarrillos se instaló a mi lado y pude ver la encantadora sonrisa de Tae ser dirigida a mí, apoyando su barbilla en sus manos sobre mi pupitre.
—Buenos días bebé, parece que no dormiste pensando en mí.
La insinuación quedó tan leal a los hechos que no podía decir que no. Mis mejillas se incendiaron más y miré al interior de mi mochila buscando con que disipar el rubor.
—H-hola Tae —dije, cerrando la mochila y bajando del pupitre.
—¿Necesitas un cafecito? —Revuelve mi cabello con ternura y me encojo ante el acogedor gesto.
—Me has leído la mente —Comencé a caminar, tratando de controlar el pulso y la corriente de sangre que bombeaba en mi corazón.
El pasillo me pareció espeso de personas por primera vez. Estuve en un constante permiso hasta llegar a la cafetería y teclear en la máquina un vaso de café negro.
Tae se sentó unas mesas más hacia allá, acomodado prácticamente sobre la mesa mirándome. Agarré el vaso y ajusté mis gafas antes de ir hacia la mesa y sentarme, comenzando a beber el amargo café negro que había pedido para despertarme.
—No dormiste absolutamente nada ¿no? —Negué—. Tienes unas ojeritas de panda bajo tus ojos muy chulas.
Casi me atraganto con el café si no fuese porque trague rápido.
—Tae no digas barbaridades.
—No digo barbaridades JungKookie, en serio me parecen adorables. —Sonríe sin despegar los labios. Mi corazón comienza a bombear nuevamente como loco—. Por cierto. Quería que me acompañadas a una cita que tengo en la tarde. Espero que no tengas nada que hacer.
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𝐌𝐨𝐭𝐢𝐟𝐬. • [𝐓𝐚𝐞𝐊𝐨𝐨𝐤]. 𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚
Fanfiction"Causas y motivos para ti bebé. Causas: tú y motivos... tú también". Tras la vida ordinaria en Busan, con el objetivo de ser uno de los mejores estudiantes para optar por la universidad de Seúl, JungKook logra su sueño y se traslada a vivir a la ca...