❍┆Causis 23

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El bilis subió al fin y solo fueron segundos para desparramar todo mi interior en un váter. Las arcadas demandaban contra los músculos de mi garganta para deshacerme de todo producto consumido en la noche.

Mi estómago estaba revuelto, pero sonreí igual, porque el malestar de unos minutos no podía compararse con la grandeza de mi alusión a la felicidad. El sanitario daba vueltas, algo del humo de la fiesta se había colado por la puerta cuando pudo.

Mi cuerpo se desparramó en el suelo viendo todo en círculos y con tantos colores neones que saturaba mi visión. Volví a sonreír.

Si bien luego de haber hecho un trio con la chica rubia -cual aún no sabía su nombre- y YuGyeom los chicos me arrastraron junto a los demás invitados de la fiesta proponiéndoles la droga. Había recibido mucho pago, demasiado, la fiesta completa puso un ojo en mí y por primera vez no me sentí incómodo, sino superior, demandado, exquisito.

Bebía del alcohol de quien lo brindaba, fumaba de quien lo disfrutaba, bailaba con quien lo necesitaba, follaba cuando me llamaban; y era una completa locura. La sensación de euforia corriendo como miel dulce dentro de mis venas dando una y otra vez más motivos por los cuales sentirme embobado de toda esta situación.

Como pude me levanté, tomando de apoyo las paredes uniformes o inmóviles que veía. Refresqué mi rostro contra el agua fría del grifo y verifiqué algo poco lucido el arma que llevaba ahora guardada en la chaqueta, dentro de un bolsillo para que nadie la viese o produjera algún accidente.

Abrí la puerta volviendo al ambiente salvaje de la fiesta. Tomé otro de los vasitos rojos de bebidas y lo llené de cerveza para beberla de un sorbo saciado en sed. Una chica pelirroja se me acercó con coquetería, sin embargo no le había hecho el menor caso mientras volvía a beber del vaso que había vuelto a llenar. Murmuró algo de ir a bailar y con al fin una comisura de mi labio elevada le palmeé el trasero antes de dirigirnos a la pista.

Las luces neones daban la sensación de ebriedad; el calor, los movimientos corporales y el alcohol eran de esas sensaciones insuperables. La droga, la maldita droga en sangre me hacía sentir seguro. El humo volvió a dispersarse por el salón y todos gritaban, sudorosos y extasiados. Gran parte de ese salón olía a marihuana y prácticamente todos consumieron por mis productos y el que no, le había alcanzado con solo estar en el mismo salón. La mochila con el recibo estaban en la habitación de rojo, bajo la cama bien segura para permitirme disfrutar un poco más de la fiesta.

La chica de cabello rojo me murmuró al oído para escucharla sobre la música sobre salir a fumar. Asentí dejando que me guiara entre todo aquel salón vigoroso e intransitable hasta las afueras de la casa donde habían algunas personas disfrutando de un poco más de tranquilidad. La chica sacó de su bolso la cajetilla y me brindó antes de encender los cigarros.

—¿De dónde eres? —Calé del cigarro sin prestarle mucha atención en específico a esa pregunta.

La miré luego de desplegar el aire.

—¿Importa acaso? —Le devolví la pregunta.

Levantó las manos en signo de paz con una cara de cuidado.

—Lo siento campeón. Solo me interesaba ligar contigo pero veo que eres agresivo —La comisura de su labio se alzó en conjunto con su ceja. Volví a calar el cigarro dejándole caer lo restante frente a su rostro.

—Para ligar no necesitas saber mucho de mí ¿o sí? —Me le acerqué. Ella sonrió con suficiencia.

Arregló su lacia y larga melena tras su oreja sin romper contacto visual conmigo. Me arreglé las gafas que de milagro no había perdido en la noche bajando la mirada hacia su pronunciado escote que para nada me llamaba la atención.

𝐌𝐨𝐭𝐢𝐟𝐬. • [𝐓𝐚𝐞𝐊𝐨𝐨𝐤]. 𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora