Ryba 65

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Dentro de unos días cumpliría 18 años, mis padres querían que fuese algo memorable, así que viajamos lejos, al país vecino donde mis abuelos paternos vivían, para poder compartir un poco mas con ellos.

El país era realmente hermoso, era un 70% naturaleza y el resto era civilización que compartía equilibradamente el lugar, grandes praderas, muchos arboles y flores y en la ciudad en la que estaba yo, había un enorme lago de aguas muy azules y cristalinas.

Parecía el paisaje de una película, de un cuento de hadas, todo el lugar era muy mágico, te dejaba simplemente anonadado ante tan imponente diferencia con el mundo al que estaba acostumbrada.

Papá: Hija, si quieres puedes salir a conocer los alrededores, tu mamá se siente muy cansada así que me quedare haciéndole compañía

Ria: Esta bien papá

Papá: Mañana deberían llegar tus primos, sé que no los has visto desde que eran muy pequeños, pero estoy seguro de que se seguirán llevando bien

Ria: Eso espero, la gente en veces cambia mucho... voy yendo llevo mi teléfono por si me pierdo o necesito algo, así que no te preocupes

Papá: Esta bien, pero aún así ten cuidado

La casa del abuelo era muy grande y estaba conectada al bosque y también al lago, así que simplemente tenia que bajar por su propiedad para llegar al resto del pueblo y la naturaleza, todo era fascinante

Ria: A él también le gustaría esta vista...

Mientras caminaba absorta en mis pensamientos pude distinguir a lo lejos, tal vez uno 30 metros en una pequeña colina que limitaba con una parte del lago a unos pequeños niños que jugaban al borde del pequeño acantilado que se formaba, me quede mirándoles mientras caminaba mas cerca de ellos, mire a mi alrededor pero no logre ver a ningún adulto mas, las casas mas próximas estaban en la pradera de enfrente aproximadamente a 100 metros, no era realmente una distancia tan extrema, pero no me parecía normal el echo que niños tan pequeños jugasen al borde de un barranco.

Nerviosa simplemente comencé a caminar a paso mas firme y rápido hacia los niños, pero antes de que pudiese llegar hasta donde se encontraban, uno de ellos cayo por el acantilado aterrizando salvajemente en el lago, mi sangre se heló, era un niño de no mas de 3 años, había caído a lo menos de 5 o 6 metros de altura, pero era solo un niño.

Sin siquiera llegar a pensarlo, corrí lo mas rápido que pude hasta el lago y me zambullí en el, a lo lejos pude ver al pequeño aun entre las azulinas aguas, nade hasta el lo mas rápido que pude y lo tome entre mis brazos, pero mi sorpresa fue que al salir a la superficie aquel niño parecía realmente desconcertado, no estaba asustado ni lloraba, no parecía tener signos de ahogamiento ni nada, pero yo seguía muy asustada, por lo que le senté sobre el césped y le grite: 

Ria: ¡No vuelvas a jugar en lugares peligrosos!, ¡Ni tu tampoco!

El pequeño parecía estar muy sorprendido con mi grito y comenzó a llorar junto a su pequeño amigo, que estaba ahora siendo tomado en brazos de un hombre de unos 20 años, alto, de tez muy blanca unos ojos azules muy similares al tono del lago y un cabello rubio muy claro...


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