12) Salidas

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Lo primero que vi fue a Jayden junto a mí; dormido. Y no sé por qué, pero me agradaba que estuviese proporcionándome calor. Seguro era por el tiempo que duramos sin hacerlo. Extrañaba dormir con mi mejor amigo.

Una sonrisa se dibujó en mis labios al verlo tan tranquilo. Siempre me gustó verlo dormir, era como ver a un Jayden completamente diferente.

No me resistí a acariciar su mejilla, y como lo supuse, eran suaves y cálidas a pesar de que sus pómulos estuviesen algo tensos. No debía sorprenderme, con Jayden cualquier cosa es posible.

Vane: despierta —dije en un susurro y él negó—. Vamos .—Volvió a negar, pero esta vez abrió la boca y habló.

Jayden: tengo mucho sueño —traduje, ya que tenía el rostro enterrado en la almohada y no parecía muy dispuesto a alejarse de ahí.

Vane: Jayden vamos. Tenemos muchas cosas que hacer.

Comencé a moverlo para que por lo menos abriera los ojos.

Siempre fue un problema despertarlo un sábado, y veo que eso no cambiará jamás. Aunque siendo sinceros, a mí tampoco me entusiasma mucho la idea, pero por lo menos me esfuerzo en levantarme, él ni eso hace. Y es gracioso, porque siempre hacía algo nuevo para despertarlo, cosas que me gustaría hacer ahora.

Jayden: ¿No me vas a dejar dormir verdad?

Vane: no. Tenemos muchas cosas que hacer. Tú querías decorar, así que levántate de una buena vez.

Frustrada me siento en la cama y lo empujé para que se despertara.

No me esperé lo siguiente. Él abrió los ojos de repente y me tomó del brazo; tiró de él y caí sobre su pecho segundos después. En ese momento estábamos tan cerca que pude sentir su respiración en mi rostro, y mi corazón se volvió a acelerar rápidamente dentro de mi pecho. Él sólo me miró detalladamente mientras mi corazón seguía aumentando su ritmo hasta llegar a un punto en el que pensé, se saldría de mi interior.

Jayden: ¿No crees que deberías desearme los buenos días?, por lo menos eso —se burló con la voz ronca—. ¿Sabes?, eres muy descortés por no desearle los buenos días a tu esposo.

Me muestra una gran sonrisa.

Vane: buenos días —le dediqué una sonrisa también, intentando no parecer nerviosa. Aunque para eso tenía que descubrir por qué estaba nerviosa, y no lo sabía.

Jayden: ¿Cómo amaneciste? —preguntó mientras yo intentaba hacer que mi corazón dejara de latir tan rápido, cosa imposible teniéndolo tan cerca.

Vane: muy bien ¿Y tú?

Jayden: excelente. —Sonríe y mi pulso casi explota.

Vane: bueno —Me senté a su lado para poder tranquilizarme—. Me voy a dar un baño, tenemos mucho que hacer hoy.

Con eso me levanté de la cama y entré al armario, mientras mi corazón se tranquiliza un poco por lo sucedido recién. No debería volver a pasar. Era muy extraño, pero no quería pensar en ello. Si antes nos abrazábamos mucho y no pasaba nada conmigo, ahora tampoco debe hacerlo.

Busqué algo abrigador, entré al baño viendo como Jayden no se había movido de su lugar, tomé una ducha, me lavé los dientes y me cambié ahí. Me estaba dando tiempo a tranquilizarme y actuar natural.

Cuando salí del baño, vistiendo un suéter celeste, unos jeans claros y unos calcetines largos, negros, encontré a Jayden otra vez en el mismo lugar. Con un resoplido tomé un cojín y se lo arrojé a la cara, la cual seguía enterrada en la almohada.

Un Matrimonio a la FuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora