28) ¿Intento de qué?

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«Narra Jayden»

Hoy tenía cita con el médico para quitarme este molesto yeso, Juan Carlos se ofreció a ir conmigo. No podía esperar, me ha molestado estas tres semanas como un demonio, eso sin contar la horrible picazón que no podía rascar. Que por fin me lo fueran a quitar se sentía como un gran logro.

Solo esperaba que todo saliera bien.


( * )

Teníamos no sé cuánto tiempo en este lugar, pero ya quería irme. Los hospitales no eran mi lugar favorito, no porque haya pasado nada, sino porque odiaba el aura que estaba en este lugar.

Por alguna razón siempre que entraba a uno pensaba en muerte, y no era agradable.

Lo único bueno es que sí me pudieron quitar el yeso, hicimos algunos movimientos con el brazo para que este respondiera de manera positiva y no sufriera una ruptura, y después el doctor comenzó a explicarme que podría sentir algunas molestias en el brazo, entre otras cosas. La verdad no escuché mucho, nada más podía ver mi brazo que tenía diferente tonalidades, algunas más claras u oscuras que otras.

—No se preocupe por eso, con el tiempo tomará su tonalidad natural —Aclaró, también fijándose en mi brazo.

Asentí sin dejar de verlo. Ya podía moverlo, pero muy en contra de mi personalidad, no quería moverlo por miedo a que se fracturara de nuevo. Estas tres semanas han sido un infierno, y ni aunque me paguen vuelvo a repetirlo. Lo único bueno de todo ello fue Vanessa.

Juanca: Bien, ¿Qué vamos a hacer? —preguntó cuando estábamos fuera del hospital. Él iba a conducir, también lo hizo para venir.

Por supuesto, otro de los castigos de tener un brazo enyesado era que ni siquiera puedes conducir. Maldecía la hora en el que ese accidente sucedió. Joder, maldecía la hora de todo, estaba de tan malo humor, que apenas sabía cómo me controlaba.

Jayden: ¿Hacer de qué? —pregunté con el ceño fruncido.

Juanca: Bueno, tienes un brazo nuevo... Hay que estrenarlo. —Eso llamó mi atención.

Jayden: ¿Acaso estás loco? —Bien, admitía yo no tenía mucho juicio, por lo tanto mi mejor amigo tampoco, pero ésto ya era excederse.

Juanca: ¿Qué?, ¿Te piensas pasar toda la vida cuidando el bracito? Míralo, parece un fideo, hay que ejercitarlo un poco. —Encendió el auto.

Suspiré. Bien, tenía que pagar las consecuencias de mis actos. En su momento no pensé que Juan Carlos fuese una mala influencia demasiado grande, pero sabiendo la vida que tiene me sorprende que no me haya ido ya.

Jayden: Por si no te has dado cuenta, listo, me acaban de quitar el yeso. George dijo que nada de movimientos bruscos y sabes que siempre le hago caso a George. —Miré mi brazo de fideo. Sí, necesitaba ejercitarlo, pero no empezaría hoy, ni que fuese tan inconsciente.

Juanca: Eres un aburrido. Nos íbamos a divertir con míster fideos —acusó mientras ponía el auto en marcha.

Jayden: Por supuesto que sí. Solo hay que recordar las ocho veces que te pusieron un yeso, tres de ellas en el mismo lugar —acusé.

Sonrió, recordando las tantas veces que terminó en el hospital arrastrándome con él en una de ella, pero claro, no era lo mismo tener un yeso a los doce y uno a los veinticinco, casi veintiséis.

Un Matrimonio a la FuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora