42) Puerto Rico

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Brook a mi lado comenzó a reír, y mis ojos se abrieron por sí solos. Esa última parte la dije en un susurro, ¿Cómo me escuchó? Pero él no parecía muy ofendido por mi comentario, de hecho de se reía como si su vida dependiera de ello y me hizo sonreír.

Por lo menos el comentario no se quedaría en la nada y alguien lo recordaría tan bien cómo yo.

Jayden: ¿Qué pasa? —preguntó con el ceño fruncido, sin entender la estruendosa risa de mi amigo.

Él se limpió una lagrima y miró a Jayden con una gran sonrisa.

Brook: Nada. Recordé un chiste que me contaron ayer. —Su mirada se posó en mí de soslayo, y miré hacia otro lado para no reírme también.

Jayden: De acuerdo —Lo miró con el ceño fruncido. Todavía dudaba de sus palabras, y decidí a ayudar a mi amigo. A fin de cuentas yo lo metí en esto.

-Vane: ¿De quién es esto? —desvié su atención.

Sus ojos volvieron a mí. Odié ese momento. A partir de ahora odiaría todos los momentos con él.

Jayden: De mis padres. Me dijeron que podríamos usarlo, espero que no te moleste. —Negué.

Vane: No, pero pensé que iríamos en un vuelo comercial. —Esta vez él negó.

La víbora se acercó a nosotros en ese momento, haciendo que el trago de tenerla aquí fuese mucho peor. Lo único que agradecía era no verla colgada del brazo de Jayden, de lo contrario simplemente no lo soportaría.

Vero: Buenos días —saludó, con una sonrisa ladea.

—Buenos días.

—Señor —dijo alguien a nuestras espaldas. Todos nos giramos a ver al que parecía ser el capitán—. Todo está listo.

Jayden asintió. Lo vimos desaparecer otra vez dentro.

Jayden: Bueno, es hora de subir.

Subimos las escaleras y entramos al avión. Me dolió como el infierno ver a Verónica entrar, pero no pude hacer nada para evitarlo, y no era lo suficientemente inmadura como para pisarle la cara mientras subíamos, porque iba detrás de mí. Solo me quedaba tragarme mi dolor y aguantarme mis ganas de desaparecer de ese lugar, o de desaparecerla a ella.

El jet en sí era bastante agradable y espacioso. No tenía muchas ganas para detallarlo, así que simplemente entré, caminé por ese largo pasillo lleno de asientos, y me senté en uno. Brook se sentó frente a mí unos segundos después. Ellos se sentaron en otro asiento, del otro lado.

Después de algunos minutos de haber despegado, la azafata nos ofreció algo de beber y comer. Comimos en silencio. Me sentía cómoda con Brook frente a mí, pero no con ellos a mi lado. Sentía presencia cerca y eso me incomodaba casi tanto como la falta de conversación y la tensión del ambiente.

Al terminar el almuerzo la azafata se llevó los platos, y como nadie estaba dispuesto a entablar una conversación, me dediqué a ver por la ventana. Las nubes eran mi único entrenamiento, ni siquiera saber que estaba a muchos pies del suelo me ponía nerviosa ni me emocionaba, solo pasaba y punto. Así como todo lo que estaba en el exterior.

Cuando empezaba a dormirme por el aburrimiento un sollozo llamó mi atención y la de Brook. Nos giramos hacia la mesa de al lado, y no sé si la escena me dio tristeza, me dolió o me enfureció, solo supe que mi interior se revolvió al ver a la víbora llorar entre los brazos de Jayden, a este abrazándola con fuerza y acariciando su espaldas, con los ojos cerrados.

Un Matrimonio a la FuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora