Jeje, como que llegué tarde.
Lo siento, lo siento, me cuesta acostumbrarme a los horarios. Ya me iré acostumbrando, ya lo verán. También, después de esta historia, porque se vienen muchas más locuras por mi mente, seré más activa en mis redes y notificaré cada que vaya a publicar, si tuve algún inconveniente, y así, para no tenerlxs en el aire.
Pueden seguirme si gustan, los links están en mi perfil.
Y espero que les guste este capítulo tanto como a mí 🤭. Mañana contestaré los comentarios del capítulo anterior, y si dejan alguno en este también. Muchas gracias por el apoyo que me están dando, no saben lo feliz que me hace ver que cuento con el apoyo de tantas lindas personas.
Ya vayan a leer, y disfruten.
Me froté los ojos mientras me incorporaba. ¿Qué era ese extraño sonido? Miré hacia mi lado buscando a Jayden, pero no estaba, su lugar en la cama estaba vacío, y cuando escuché el ruido otra vez lo comprendí todo.
Me puse de pie y me apresuré a tocar la puerta del baño con cautela.
—Vane: ¿Jayden?
Pensé que no contestaría. No obstante, tras unos segundos su voz carrasposa se hizo oír casi en un susurro.
—Jayden: Está abierto.
Al abrir la puerta lo encontré arrodillado frente al sanitario, vomitando. Su piel se veía pálida, sudaba ligeramente y trataba de contener las arcadas, pues lo odiaba con todo su ser.
Dejando de la lado la sensación que me barrió el cuerpo me acerqué a él, me agaché a su lado y le acaricié la caliente espalda desnuda hasta que dejó de vomitar, minutos después cuando su cuerpo no tuvo más que expulsar. Bajé la palanca, mientras él exhalaba largo.
—Vane: Llamaré a George.
—Jayden: No es necesario —susurró exhausto, sin levantar la vista.
—Vane: Yo creo que sí —y sin más me puse de pie, dispuesta a salir de la habitación y llamar al doctor.
—Jayden: Vanessa...
No lo dejé terminar, salí del baño y busqué mi celular, el cual cargaba junto a la cama. Que no llamara al doctor, que no llamara al doctor, ja. Debía agradecer que me controlé ahí adentro y no le demostré mi preocupación.
No se me conocía por ser precisamente buena con las personas enfermas.
George Ortiz, el doctor de Jayden desde que tiene memoria, contestó la segunda vez que lo llamé y afirmó que vendría en una hora, pues ahora estaba en una cita. Yo le agradecí mientras veía como Jayden, con el rostro demacrado, caminaba hacia mí a pasos lentos.
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Un Matrimonio a la Fuerza
RomanceUn acepto puede cambiarlo todo. Subestimé el poder de esa palabra hasta que me tocó decirla... Dos veces. Creía que mi vida era bastante buena, se podría decir que incluso tenía suerte. Mis padres eran grandes empresarios, tenía buenos amigos, un fu...