23) Ayuda. Parte 2

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Mi cuerpo se tensó cuando el musculoso se acercó a Jayden.

—¿Y tú quién te crees? —Lo miró hacia abajo, porque sí, era más alto y más fuerte que Jayden.

No podía creer que se estuviese buscando problemas con ese hombre. Yo podía hacerlo a un lado, incluso ignorarlo hasta que se fuera, pero no, él tuvo que hacerse el digno y venir a buscar problemas con un señor que podría romperle los huesos en dos movimientos.

En vez de estar feliz me preocupé por su seguridad, estaba enojada con él, pero eso no quitaba que me preocupara de que un tiranosaurio lo aniquilara.

Jayden: Alguien que puede partirte la cara si no te largas. —Sentí a mi corazón bajar a mis pies cuando escuché la retadora respuesta de Jayden.

¿Pero es qué acaso quería suicidarse? Yo no era muy valiente en cuanto a los problemas se refería, los evitaba a toda costa, y si me enfrentaban con certeza iba a explotar, pero que Jayden hiciera lo que estaba haciendo era irse a meter en el matadero.

Y en ese momento recordé que Jayden era Jayden, y que era bastante volátil.

—Eso me gustaría verlo. —Se acercó un paso más hacia mi mejor amigo, y estaba segura de que para ese momento ni siquiera respiraba.

Gracias a Dios, alguien más se interpuso en la conversación. Era uno de los entrenadores, pues llevaba el uniforme del gimnasio. Se acercó a nosotros y en ese momento volví a respirar.

—¿Qué pasa aquí? —Me miró directamente a mí.

Vane: Están a punto de pelear. —Simple, sencillo y fácil. Pero no, no era fácil, estaba tan nerviosa que eso fue lo único que salió de mi boca.

Mis palabras indirectamente querían decir: por favor detenlos, porque si no ese tiranosaurio va a matar a Jayden y yo voy que verlo todo. Es mi mejor amigo, haz algo por favor.

Él me entendió, me sonrió con simpatía, y después se giró hacia los dos hombres que no dejaban de mirarse fijamente.

—Será mejor que ustedes continúen con sus entrenamientos y dejen a la señorita, que claramente no necesita de su ayuda, en paz —aclaró, llamando su atención.

Jayden: Señora, no señorita. —Fue lo último que dijo antes de darle una mirada fulminante al hombre que me coqueteaba, e irse de ahí con los puños apretados.

Los dos que quedaban miraron mi mano izquierda, después miraron la de Jayden, y se fueron sin decir más. En serio que estos anillos tenían un gran poder en las personas, el hombre musculoso ni siquiera me miró otra vez cuando supo que era casada.

Génesis, quien fue a supervisar de cerca a Ben porque estaba hablando con una entrenadora, volvió y me hizo contarle el pequeño escándalo que se iba a formar. Después continuamos haciendo ejercicio.


( * )


Eran casi las ocho, Génesis y yo decidimos que no haríamos más ejercicio porque no podíamos más. Si me levantaba de donde estaba tomando agua, lo más seguro es que me temblaran las piernas de lo sensibles que se pusieron después de esa hora en la caminadora.

Solo podía presumir de que hice ejercicio y sentía mi cuerpo un poco más firme, seguro por lo contraídos que estaban mis músculos.

Levanté la vista de mi botella de agua cuando alguien se detuvo frente a mí. Eran Ben y Jayden, todavía no estaban felices, Ben se veía más sereno, mientras que su acompañante estaba enojado por el altercado de hace un rato, o tal vez por la misma razón por la que me ignoraba.

Un Matrimonio a la FuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora