34) San Diego

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¡Holaaaa! Sé que me perdí la actualización del lunes, lo siento.

Uno dice, pero el destino hace, eso es lo que me pasa. Esta semana estuve un poco mal con el internet y no pude editar el capítulo. Hoy tenía planeado publicarles dos como compensación, pero ahora estoy mal de salud, jajaja. Sin embargo, no quise dejarlos sin capítulo otra vez, así que aquí está. Si el lunes me siento mejor les publicaré dos.

Gracias por toda la paciencia que me tienen, y por el apoyo que me dan. He visto que crecimos mucho y sus comentarios son vida para mí. Gracias de todo corazón.

Pero ya, vayan a leer que no vinieron a hablar conmigo, jejeje.

Pero ya, vayan a leer que no vinieron a hablar conmigo, jejeje

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Desperté cuando la alarma que programé anoche empezó a sonar. Me quejé y la apagué, deseando dormir un poco más. Pero la falta de calor y la voz de Jayden haciendo alguno de sus comentarios me despertó por completo.

No abrí los ojos.

¿Qué demonios estaba pasándonos? Se suponía que debíamos ser buenos amigos, la vida nos dio una segunda oportunidad para reestablecer nuestra amistad y desde que llegó no han dejado de pasar cosas. Primero lo boda, las ausencias, el regreso de Erick, su accidente, lo que me sucedió, que aun estaba enfermo y no sabía dónde estaba ni si estaba bien, y mis sentimientos por él. Eso no estaba bien, y otra vez sentí mis sentimientos incorrectos.

Sintiéndome mal me levanté de la cama y fui por un baño y posteriormente por el desayuno. Apenas sí probé bocado. La mayor parte de la mañana se me pasó jugando con la comida y pensando en el viaje a San Diego, el lugar en el que Jayden y sus padres solían pasar las vacaciones de verano antes de irse a Europa. Había olvidado que el aniversario de sus padres era pronto, y no había organizado nada, ni siquiera avisé al trabajo. Pensando en ello llamé a Génesis, pero me dijo que ya Jayden había hablado con ella, y lo mismo con Brook.

¿Tan despistada estuve que no me di cuenta? En la fiesta de Jayden debieron mencionarlo y yo ni enterada.

El claxon de un auto me sacó de mis pensamientos, y tras buscar la pequeña maleta que empaqué anoche me despedí de Esmeralda y salí de casa. Su auto ya estaba ahí, pero él no salió a recibirme.

Me acerqué a la cajuela abierta sintiendo algo amargo en la boca del estómago.

¿Por qué se comportaba así?

Con un suspiro entré en el auto y me dediqué a mirar por la ventana. Ninguno dijo nada. Él iba conduciendo como si estuviese solo, no me dirigía una mirada, y estaba casi segura de que apretaba con un poco más de fuerza el volante. Yo mientras miré las calles se San Francisco, Los Ángeles, cuando llegamos allí, y no pudiendo soportar más el extraño silencio que había a nuestro alrededor me puse mis auriculares y lo que llegué a ver de la ciudad más importante de California. Me hubiese gustado detenerme a ver el letrero de Hollywood, o ir al Paseo de la Fama, o a las cálidas playas. No obstante, mi boca no se abrió en el transcurso hacia San Diego.

Un Matrimonio a la FuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora