«Narra Vanessa»
Salí de esa empresa con el corazón en la boca y ganas inmensas de gritar hasta quedarme sin voz.
Pedí un taxi, recordando lo que le dije a Brook cuando llegamos aquí. Seguramente ahora debía estar de camino a casa de Eva, iba por ella y lucharía por lo que sentía. Me sentía bien por ellos, pero había algo en mí en ese momento que no me dejó disfrutarlo como debería. Había ira, había tristeza, decepción y humillación.
Jamás creí que Jayden haría algo así, de solo recordar las palabras de aquella mujer de servicio cuando llegamos a la habitación se me erizaba la piel. Íbamos a preguntarle a Jayden la hora de salida del vuelo, como me fui a comprar regalos para todos después de esa incómoda situación con Verónica, no pude preguntarle. Tampoco estaban en la playa cuando salimos una hora después de la tienda, y cuando llegamos a su habitación lo que me recibió fue un:
—Las personas que estaban en esta habitación dejaron el hotel hace alrededor de media hora.
Esas palabras calaron en lo más profundo de mi ser. Por un momento pensé que era mentira, incluso dudé de mi español, algo que tenía en las raíces. Pero no era mentira, y cuando lo comprendí casi caí al piso por la impresión sino hubiese sido por Brook que me tomó por los brazos.
En ese momento decidí que no podía más.
En ese momento lo odié con todo mi ser.
Quería acabar con él así como él estaba acabando conmigo.
Durante el vuelo de vuelta (vuelo comercial), estuve pensando a más detalle. Brook me dio mi espacio, sabía lo que pasaba por mi cabeza y me daba mi tiempo para tomar una decisión. Mi decisión... No esperaría más por él.
Cuando el taxi se detuvo frente a mí, entré, le di la dirección de un bar-restaurant del centro, y llamé a Génesis. Necesitaba hablar esto con alguien.
Ella llegó unos minutos después. Ya era de noche, las nueve. El vuelo llegó casi a las ocho y en lo único que pensé cuando aterricé fue dejarle algunas cosas en claro a ese maldito con el que me casé.
El mesero trajo unas copas y la mía me la tomé de un trago. Necesitaba ese líquido más que nada en el mundo. El gesto no le pasó desapercibido a Génesis.
—Génesis: ¿Qué te pasa? —preguntó, viendo como también tomaba su copa y la acercaba a mí.
De un trago me la bebí y después lo dije, sintiendo más ardientes las palabras que el vino.
—Vane: Le pedí el divorcio a Jayden.
Se quedó boquiabierta.
Si fuera otra situación me hubiese reído, pero en ese momento quería echarme a llorar y sufrir por lo que me quedaba de vida. Siempre decían que sufrir por un corazón roto dolía, pero nunca imaginé que tanto.
—Génesis: ¿Por qué? —preguntó cuando se recuperó.
—Vane: Me abandonó en Puerto Rico. El muy maldito fue capaz de dejarme tirada y venir sin cargo de conciencia. —Sus ojos se abrieron en sorpresa, pero yo apenas comenzaba, necesitaba sacarlo—. Ya no puedo más, Génesis. Él destruyó cada parte de mí, acabó con todo —Deseé tener más vino—. ¿Sabes?, pensé que después de divorciarnos podríamos ser amigos, aunque eso me doliera mucho, pensé que eso era mejor que nada y aun así podría verlo feliz, porque sería feliz por él aunque yo no fuese parte de su felicidad. Pero no. Él acabó conmigo. Y me duele, sobre todo porque lo amo, lo amo como nunca voy a amar a nadie, y él acaba de demostrarme que es cruel y le importa poco todo esto.
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Un Matrimonio a la Fuerza
Roman d'amourUn acepto puede cambiarlo todo. Subestimé el poder de esa palabra hasta que me tocó decirla... Dos veces. Creía que mi vida era bastante buena, se podría decir que incluso tenía suerte. Mis padres eran grandes empresarios, tenía buenos amigos, un fu...