Prólogo

593 46 4
                                    

Prólogo

 

          Yo estuve ahí desde el principio. Cuando la guerra era sólo un rumor que crecía como una onda en el agua: de forma expansiva pero sin escándalo.

         Empezó como una simple discusión, como todas las guerras comienzan. Un desacuerdo entre dos personas que se convirtió en una disputa entre dos naciones, y terminó en una guerra mundial. Los humanos habían descubierto el recurso más ilimitado y poderoso de todos. Una energía perpetua capaz de calentar sus hogares, mover sus autos, preparar sus alimentos, iluminar sus calles. Por fin, todos los problemas del planeta parecían tener solución. Llamaron a esta energía: “Lumen”.

         Pero los humanos, siendo quienes son, tomaron un camino totalmente inaceptable.

         El lumen era un poder inagotable de amplias posibilidades y siempre había estado con ellos. Les daba movimiento, conciencia, sentimientos, fuerza. Era una de las cosas más básicas para su supervivencia y nunca antes la habían notado.

         Una familia fue quien comenzó todo. Se dieron cuenta de los infinitos beneficios de la energía. Aprendieron a utilizarla, moldearla, proyectarla, manipularla en todos los aspectos y después, le presentaron su hallazgo al mundo en forma de una compañía: “Focus Lumen” que significa: “Concentrar la luz”

         Las grandes naciones fueron las primeras en levantar la mano. Querían ese maravilloso poder para su beneficio. Las aplicaciones de tal descubrimiento serían astronómicas. Eso solo podía significar problemas; los humanos suelen recordar lo imperfectos que son.

         La gente siempre ha tenido la falsa idea de libre albedrío. La realidad, oculta por los más altos mandos, resultaría estremecedora para aquellos con ideales de autonomía. No, no existe tal cosa: ‘Trece’, ese es el número de personas que toman las decisiones más importantes del mundo.  Descubrí muy tarde esa verdad, para mi pesar.

         Arbitrarios movimientos fueron tomados con la triste complacencia del resto de la humanidad. Fue escalofriante descubrir la naturalidad con la que las personas aceptaban direcciones tan peligrosas para su propio mundo. “Las mismas disputas de siempre” decían con total lógica.

         Los “Trece” querían establecer un génesis propio, algo que burlara y sobrepasara las decisiones de su Dios; mostrar que habían rebasado tan bajas expectativas. Ellos siempre anhelaron el poder de moldear el mundo, de crear una utópica sociedad bajo el yugo total de sus ideales. Ahora por fin, lo tenían.

         Y a una indicación suya, el Lumen fue utilizado para afirmar más la aberrante naturaleza del hombre. Armas con un poder que sobrepasaban los más escandalosos límites de la imaginación del más pesimista. Las bombas nucleares de pronto parecieron globos llenos de agua.

         No se recuerda quién realizó el primer ataque, tampoco importa mucho. Humanos asesinaban humanos en un abrir y cerrar de ojos. Ciudades desaparecían a la velocidad de un botón presionado. Batallas por todo el mundo, mermaron la población en cantidades alarmantes.

         Muchas regiones que solían ser un hermoso lugar para vivir se tornaron inhabitables. Comunidades enteras se esfumaron sin dejar nada que enterrar. En tres largos años, el mundo cambió para siempre. Llamaron a esta guerra: “El colapso”

         Un nuevo génesis.

         Hay algo que pocos humanos saben. Sin ser su intención, habían tomado parte en una guerra que iba más allá de simples desacuerdos humanos. Habían participado en el principio de una guerra entre dos mundos. No puedo dejar de reprocharme las millones de personas que perecieron sin saber la causa.  Habitantes de un mundo paralelo al humano, cegados por la envidia y corroídos por una ira sin justificantes, hallaron en la naturaleza bélica del hombre, la herramienta perfecta para debilitarlos.

         Fueron ellos, artífices principales en la guerra. Soldados invasores que tomaron acciones por su cuenta para desestabilizar la sociedad humana. Entraron en cuenta de que no necesitaban hacer mucho. Manipulables y autodestructivas eran las personas. Con el aliciente correcto, la batalla interna de este mundo sería su victoria.

         Pero con la misma velocidad con la que habían llegado, esos seres decidieron partir. Los humanos de pronto no comprendieron el porqué de su guerra. Ya nadie lograba recordar aquello que los llevó a pelear, a asesinar.

         Y como si una pesada venda hubiera sido removida de sus ojos, la batalla cesó.

         Un penoso panorama les esperaba en el horizonte. Continentes enteros habían quedado destrozados, inhabitables. Países susceptibles a perderse en las profundidades del océano a la menor provocación. Una inestable situación del Lumen, mataba a las personas que pisaban los territorios equivocados; inestabilidad creada por las innaturales armas de esta energía. Sólo parte del continente europeo y el norte del africano, mantenían una real posibilidad para reconstruir a la raza humana. Ochenta por ciento de su población había desaparecido trágicamente.

         Se decidió terminar con las fronteras: estúpidas divisiones entre una misma raza. Acuerdos de una renaciente sociedad, fueron establecidos. Una nueva ciudad, símbolo de la restablecida paz y un anhelado progreso, fue construida en el corazón de la antigua unión europea. Esta ciudad fue llamada con el esperanzador nombre de Oppidum Lux y fue un ejemplo de lo que el Lumen, correctamente utilizado, podía lograr.

         Colonias de gran tamaño fueron establecidas alrededor de dicha metrópoli, creando así, la mayor organización distrital de la historia.

Las reglas y leyes fueron el resultado de un consenso popular a gran escala y en menos de dos décadas, una nueva sociedad había florecido.

         Algunas comunidades, temiendo que una guerra así pudiera repetirse, se rehusaron a formar parte de esta floreciente utopía. Crearon sus propios pueblos, con sus propias líneas de conducta y rechazaron la utilización del Lumen como columna vertebral de su existencia. Fueron llamadas por la sociedad establecida como: “aldeas exteriores”.

         Pero detrás de esta paz y progreso, existen problemas que, como la vez anterior, permanecen en la ignorancia de las personas.

         Los creadores de este nuevo génesis (los trece), están complacidos con el poder que sus decisiones les han significado y como cualquier ser humano, quieren más.

         Aquellos seres de otro mundo, actúan también entre las sombras creadas por la guerra. Sus verdaderas intenciones están a punto de aparecer en escena.

         El mundo hierve con la amenaza silente de una nueva batalla. El mundo nuevamente, no lo sabe.

         Sin embargo, perder la esperanza sería insensato en estos momentos. Todo mal tiene su bien para hacerle frente y tengo mucha confianza en que éste, será lo suficientemente capaz de proteger una nueva esperanza de vida.

         Si lo sabré yo.

                                                                                                                 G.H.

Focus Lumen 1: Factor CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora