Capítulo XIV: Cinco corazones

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Capítulo XIV

Cinco corazones

        Habían pasado días desde la batalla en áfrica. El humor de todos era inestable, en gran parte debido a que la recién llegada no parecía estarla pasando bien. No fue sino hasta el tercer día, cuando la chica recobró el conocimiento de forma completa. Todo ese tiempo, Equímedes la había estado cuidando.

         No hubo que explicarle mucho a la chica. Tuvo una aceptación de la idea, considerablemente más rápida que la del resto de los sellos. Cuando fue capaz de hablar, les explicó que su familia había tenido conocimiento de las leyendas sobre la energía sagrada, desde antes de la aparición de Focus Lumen. Era una historia que se pasaba de generación en generación e incluso celebraban al espíritu sagrado (como ellos conocían el Lumen) los primeros días de diciembre.

         Una de las leyendas contaba que, después de la gran batalla (el colapso) nacería en la aldea una persona con la capacidad de comunicarse con el espíritu sagrado, incluso contaría con la bendición de poder usarlo. Relató además que, una mañana, cuando tenía cuatro años de vida, comenzó a llorar descontroladamente por días. Todos en la comunidad, trataron de tranquilizarla con cualquier método, pero los días se convirtieron en semanas, y ella aún se quejaba, desconsolada. Entonces, como por arte de magia, todo aquello que no estaba sujeto al suelo, incluyendo a los aldeanos, flotó, sostenido por una energía más poderosa que la misma gravedad.  “Tenía a mi alrededor” contaba “un destello de luz azul y cuando éste cesó, quedé inconsciente y todo regresó a tierra firme.”

         Desde entonces lo supieron. Ella era la persona de las leyendas. Los más ancianos le contaron todo sobre el gran espíritu, le pidieron que se entrenara para recibirlo con los brazos abiertos y le aclararon  que, siendo elegida, debía mostrar su valía. Había dedicado pues, toda su vida a entrenar su cuerpo y alma para ser digna del espíritu sagrado.

         Kira en especial, parecía maravillado con los relatos de la chica, y seguía preguntando todo lo que cruzaba por su tímida mente; Razi le contestaba amablemente. Así descubrieron que la recién llegada era la mayor de todos los sellos por unos cuantos meses; veintidós años por cumplir en octubre (se encontraban ya en los finales de septiembre) y no conocía mucho más mundo además de su aldea y lo que la rodeaba.

         La chica tenía una belleza exótica. Poseedora de una piel caoba que parecía brillar con el más mínimo resplandor de luz. Sus ojos eran grandes y oscuros, su cabello rizado, terminaba graciosamente sobre sus hombros. Aunado a eso, su forma de hablar correspondía a una persona de mucha mayor edad, lo que recalcaba más su “veteranía” sobre los demás. En el hombro derecho, llevaba tatuado un antílope, animal muy importante en la vida de su aldea, la cual había adoptado a dicha criatura, como su sello distintivo.

         Explicó que usaba las vestimentas de combate que su pueblo confeccionaba. Constaba de dos partes, una falda relativamente corta y un top que descubría el cuello y el estómago; todo estaba hecho de piel.

         Pasó todo el día siguiente rezando a los viejos guías (seres que su pueblo adoraba y reconocía como los todo poderosos del más allá) por las almas de sus compañeros caídos. Aunque al principio le pareció un poco rara la idea, aceptó algunas de las ropas que Tessa le ofrecía. Inicialmente parecía sentirse incómoda por sus nuevas prendas, ya que las jalaba constantemente de los bordes, como quejándose de la tela extra. Gabriel ofreció conseguirle atuendos nuevos, pero ella se reusó con una sonrisa, argumentando que podría confeccionar algo de ser necesario.

         Por su parte, David había estado intranquilo todo ese tiempo. Había sentimientos encontrados en su cabeza. Una parte de él, lo abrumaba por haber puesto a una compañera en peligro, por actuar de forma irresponsable, y sin embargo, sabía lo cerca que estuvo de atrapar a la mujer que odiaba tanto y eso le torturaba. Gabriel le llamó la atención de manera comprensiva. Entendía lo que su instinto le había dictado hacer, pero también se había visto obligado a recordarle que debía obedecer indicaciones, sólo por el momento, ya que eran por su propio bien. Incluso Tessa le bramó un “ya déjalo pasar, estás más irritante que de costumbre” Lo cual David tomó como un “no te preocupes”, muy a la manera de la chica.

Focus Lumen 1: Factor CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora