Capítulo XX: Cantharos.

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Capítulo XX

Cantharos.

         “No ha sido tu culpa” le habían dicho casi por turnos a Tessa. Sin embargo, ella sabía, los escuchó hablar antes, cuando creyeron que dormía. Todos acudieron a aquel claro en el bosque porque sintieron los ataques que hizo en contra de David. Si era así, los parac-tos definitivamente no lo habían pasado por alto tampoco. Su despliegue de energía había causado la captura de David.

        Las primeras horas de regreso en el panal habían sido muy difíciles. Apenas si tuvieron tiempo para explicarles la situación a los aldeanos y salir de Aliquid Novi en polvorosa. Caras largas de todos, planes desesperados y ridículos, silencios espectrales que se extendían por horas, habían sido la prerrogativa del momento.

         Equímides trataba de encontrar una explicación al porqué del secuestro, pero no hallaba nada en sus lecturas sobre el futuro, que dejara en claro la situación. Se había encerrado en el cuarto de las situaciones y no daba señales de salir pronto.

         Gabriel se sentía tan culpable de lo ocurrido como la misma Tessa. De no haberlos mandado allá, esto jamás habría ocurrido, pero a diferencia de Tessa (quien trataba de dormir para pasar la depresión) entendía que de nada servía enclaustrarse en ese taciturno estado; ahora no, por lo menos.

-¿Podemos ir allá? –preguntó Kira- ¿A Parac-do?

-Sería una mala idea, no sobreviviríamos mucho tiempo ahí –explicó Gabriel.

-¿Pero, es posible?

-Sí, lo es; pero no aconsejable.

-¿Cuánto puede aguantar David? –preguntó Razi.

-Un día terrestre, máximo.

-No necesariamente –interrumpió Equímides.

         Después de casi cuatro horas de ausencia, el oráculo había abandonado el cuarto de las situaciones y no lo hizo con una esperanzadora expresión. En su rostro se dibujaba la preocupación de alguien que descubrió una horrenda verdad.

-¿A qué te refieres? –quiso saber Gabriel.

-Las intenciones de los Parac-tos son claras ahora. Puedo verlo ya. Piensan atacar este mundo.

-¿Cómo? Es el mismo problema que tenemos nosotros ¿no? –cuestionó Kira–. No pueden sobrevivir mucho tiempo en nuestro mundo.

-Creo, que pueden.

         Incluso Tessa salió de su ensimismamiento al escuchar eso. Por un momento pensó que aquello significaba que David había muerto.

-Los cuatro sellos deben estar rotos para que les sea posible. Aún si David estuviera… -trató de decir Gabriel.

-No creo que lo esté –aclaró Equímides-. Hay otra forma. Los sellos evitan el flujo de energía entre ambos mundos, pero ¿y si tuvieran algo que actuara como catalizador?  Algo que les permitiera transportar energía de un mundo a otro.

         Gabriel miró con expresión perdida por unos segundos al viejo oráculo. Sus palabras no tenían sentido, sugería que la energía se podía manipular como agua y hubieran encontrado la perfecta cantimplora para hacerlo, pero ¿de dónde sacarían dicho instrumento? La respuesta le golpeó entonces la cabeza, como el viento ártico más frío del universo. Si pudiera vomitar, lo estaría haciendo.

-El factor cero –adivinó Gabriel.

-¡¿Qué?! –se escandalizó Kira- pero… ¿lo han encontrado?

Focus Lumen 1: Factor CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora