Capítulo V: Un nuevo amigo.

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Capítulo V

Un nuevo amigo.

 

         Llevaban ya horas caminando en el desierto. Pocas cosas habían sobrevivido a la guerra, convirtiendo a este tipo de paisaje, en el más común alrededor del globo. David avanzaba siguiendo el apresurado paso de Gabriel, a quien no parecía afectarle para nada el clima o el hambre o cualquier cosa en realidad. Le observaba de vez en vez con detenimiento. Su rostro parecía normal; decía no ser un humano, pero podía pasar por uno. A pesar de aparentar juventud, tenía la mirada de alguien que había visto demasiado. Y entonces lo recordó.

-Ese hombre, antes… dijeron no haberse visto en décadas ¿Cómo es eso posible? Me refiero a que ¿Cuál es tu edad? -preguntó David con intriga.

         Gabriel sonrió al cuestionamiento. Al parecer muchas cosas tenían la capacidad de divertirlo.

-Más de los que en realidad puedo contar. El tiempo no pasa igual para mí o para el lugar de donde provengo. Muchos miles de años. Miles y miles -contestó Gabriel, después de hacer unos rápidos cálculos mentales.

         David siguió observándolo unos momentos. Ya ni siquiera dudaba de su palabra, sólo encontraba fascinante cada aspecto de su nuevo compañero. Aun así, ¿Miles de años? Eso en realidad era…

-Es decir que… conoces bien la historia de la tierra ¿no? De los humanos -preguntó David, sin dejar de sentirse algo ridículo por aceptar con tal facilidad la aseveración de Gabriel, acerca de su no pertenencia a la raza humana.

-Bueno, sí, en realidad he pasado mucho tiempo aquí. He conocido gente de todas las calañas, buena y mala. Sin embargo, debía volver a casa de vez en cuando ¿sabes? No hay lugar como el hogar -explicó Gabriel.

-Así que, tienes un hogar. ¿Dónde se encuentra?

-Era un pequeño rincón entre fases. Un espacio donde mis hermanos y yo crecimos y fuimos educados, cosa que no resultó del todo bien conmigo, cómo quizá has notado –sonrió a su propia broma y continuó-. De alguna manera… sí, podríamos llamarlo hogar -contó Gabriel a la par que su sonrisa se volvía melancólica.

-¿Era? -preguntó David, a quien no se le había escapado el detalle.

-Los parac-tos lo… encontraron. Era cuestión de tiempo en realidad; ahora no creo que sea seguro volver ahí.

         David sólo atinó a asentir lentamente. Al parecer tenían más en común de lo que había pensado. Ninguno de los dos tenía a dónde regresar.

         De pronto y sin poder controlarlo, su estómago gruñó. Ahora que lo recordaba, no había podido ni siquiera comer esa hamburguesa.

Gabriel se detuvo en seco.

-Oh, maldición. Generalmente no convivo con seres que deban comer, en realidad no convivo mucho con nadie últimamente. Creo que debo alimentarte -dijo Gabriel entrecerrando los ojos.

-No te preocupes, no tiene importancia -contestó David, casi divertido.

-Claro, te salvo de morir, pero voy a dejar que fallezcas de hambre, imagínate el drama. Ahora, ¿a dónde podemos ir?… déjame ver -Gabriel cerró los ojos unos momentos, parecía haberse quedado dormido.

-Ahmm ¿Gabriel?

-¡Ahí!

         Sin previo aviso, Gabriel tomó de la mano a David y ambos desaparecieron de aquel desierto, dejando tras de sí, una estela de color azul.

Focus Lumen 1: Factor CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora