Capítulo XVII
Aliquid Novi.
Gabriel les pidió que hicieran todo lo que Felipe les solicitara y les recomendó no salir del pueblo, ya que Equímides había puesto una barrera similar a la que había alrededor del panal para que los parac-tos no los encontraran, la cual no serviría más allá de las fronteras de la región. Sin más, el obelisco se retiró del lugar.
No sabiendo qué pensar o hacer, aceptaron la amable oferta de pasar, que el risueño Felipe les extendía.
-Bienvenidos al pueblo de Aliquid Novi –exclamó con alegría, el hombre.
Cuando hubieron cruzado la fabulosa puerta principal, se encontraron de frente con una sala constituida casi en su totalidad por madera oscura. Había enormes muebles que engalanaban el ambiente, con telas de apariencia muy fina y pequeños detalles hechos de madera de pino. Las paredes estaban tapizadas con un papel que les hacía pensar en una casa de muñecas sobrevestida.
Unas escaleras angostas comunicaban las dos plantas. En la superior, separadas por un pasillo y delgados muros, había cuatro habitaciones de mediano tamaño y una alcoba principal. El piso inferior se dividía en el comedor, una pintoresca cocina, un enorme baño poseedor de una tina donde una vaca podría entrar sin dificultades y el cuarto más grande de todos: una biblioteca con sus muros infestados de miles de libros, casi todos escritos sobre los temas de historia y mitología.
Mientras Felipe les señalaba que las dos chicas y los dos hombres deberían compartir habitación, David preguntó lo que rondaba en la cabeza de todos.
-¿De dónde es que conoce a Gabriel?
-Es una historia muy interesante, si son de los que aman ese tipo de historias. Hace casi una década, nuestro pueblo sufrió un barbárico saqueo por parte de esos piratas que han estado rondando las aldeas exteriores; vándalos buenos para nada –se quejó con un gruñido-. Todos los habitantes sufríamos extorsiones y amenazas. Cuando decidíamos no acceder a sus demandas ridículas de bienes y alimentos, quemaban alguna propiedad de los inocentes pueblerinos.
El hombre condujo a los sellos rumbo al comedor; el espacio era, quizá el más bello de todos. En medio del cuarto, reposaba una mesa que podía ofrecer espacio para más de una decena de personas. En el techo, un adorable candelabro de cristal derrochaba buen gusto y un aire de clase.
Pero lo más llamativo, era la ventana de enormes proporciones que ocupaba tres de las cuatro paredes y daba directamente a una diminuta cascada, creada por el poco caudaloso río y la irregularidad del terreno. Ahí, Felipe, continuó su relato.
-Cuando creíamos que la situación era insostenible e incluso considerábamos la posibilidad de abandonar nuestro pueblo, un forastero que al principio confundimos como uno más de esos rufianes, arribó a nuestra región.
Una mujer de aspecto afable, mediana edad y buenos modales, llegó al comedor, trayendo consigo una bandeja de plata repleta de panecillos, cinco tazas y una tetera que después usó para llenar los utensilios de porcelana con delicioso y humeante té.
-Muchas gracias, Jazmín. Este hombre –prosiguió Felipe- evitó un horrible abuso hacia una joven, por parte de un mal encarado sujeto con el tamaño de un oso y muy mal temperamento. Y sin embargo, no pareció representar un problema para el significativamente más pequeño recién llegado.
Felipe tomó un poco de té y lo disfrutó a sobremanera, Kira por su parte, había caído en los encantos de los tan deliciosos panecillos y ahora tenía la boca repleta de los bocadillos.
ESTÁS LEYENDO
Focus Lumen 1: Factor Cero
Fantasy"Voy a encontrarte" Son las palabras que encierran la más épica de las batallas, esa que definirá el resto de la existencia humana. Después de un evento catastrófico que merma la vida en la tierra, bautizado como: "El colapso", la humanidad trata de...