Capítulo VII: Cambios necesarios

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Capítulo VII

Cambios necesarios

Otra vez era de mañana. Era fácil adivinarlo, a pesar de que su pequeña, muy pequeña habitación, no tuviera ventana alguna, ya que más de una docena de pantallas aparecieron de la nada y dieron las noticias matutinas apresuradamente. Toda su vida se había despertado de esa manera. Así que, sin duda, era de mañana.

Con gran enfado, salió de su también diminuta cama. En el acto, un pequeño robot que flotaba a centímetros del suelo, se dirigió a él y torpemente trataba de colocar un par de pantuflas en los pies del recién despertado.

-Pi, déjalo; yo puedo hacerlo -exclamó el adormilado chico- Ten listo el desayuno ¿quieres?

El pequeño robot, tenía como rostro una pantalla que aparentaba facciones y éstas a su vez emociones. Un par de brazos metálicos le ayudaban en sus tareas, los cuales contaban con pinzas que hacían de manos y dedos. Su cubierta era de un metal bastante resistente y de color plateado reflejante. Dos turbinas de un diámetro no mayor a 3 centímetros cada una, le ayudaban a flotar en el aire. El curioso mayordomo emitió un par de graciosos sonidos y salió de la habitación

Abruptamente, las pantallas dejaron de emitir las noticias, y el rostro de un sujeto con cara de pocos amigos y cabello extremadamente gris, tomó su lugar.

Rápida y torpemente, el chico se puso de pie.

-Kira, necesito los análisis de los procesadores de última generación que llegaron ayer. Trata de apegarte a los formatos; no analices nada que no te pidan ¿entiendes? -exigió el individuo de cabello gris, con una voz que hacía juego con su rostro.

-S...sí señor, sólo que a veces las especificaciones, no son tan exactas co...como uno desearía, lo que hace pensar a uno que la palabra "especificaciones" no es tan específica para esa situación. Lo q...que yo digo es que basándonos en las variables que pudieran ocurrir por elementos poco confiables como...

-Kira... -interrumpió con enfado el rostro de las pantallas.

-¿Sí, señor? -preguntó un nervioso Kira

-Apégate al formato -determinó secamente el hombre, al tiempo que desaparecía

-Sí, señor- aceptó Kira, resignado.

Kira era el prototipo ideal de un nerd. Sólo que cientos de veces más inteligente. Había sido el primero de su clase, en una clase de superdotados; podía resolver problemas y acertijos matemáticos, por demás complicados, con sólo pensar en ellos por unos segundos. El chico de diecinueve años, físicamente, resultaba peculiar a la vista. Su cabello completamente lacio y cortado en una marcada forma de hongo, hacía marco a su rostro poseedor de facciones de orientales, probablemente la antigua raza japonesa, de la cual quedaban sólo contados vestigios mestizos en todo el mundo. Su piel de tonalidad amarilla cubría su delgado y no muy alto cuerpo. Sus ojos notablemente rasgados, eran un color oscuro, y su nariz terminaba graciosamente apuntando hacia arriba. Por último, en el hombro derecho, una cicatriz con forma de llama y una estrella fugaz entrecruzados, parecían tenerlo marcado con una especie de registro o código de barras.

Rápidamente, sacó de un estrecho closet la vestimenta que usaría el resto del día, compuesta por unas bermudas tipo militar y de verde pasto, unas botas de uso rudo, una playera blanca de mangas largas y cuello cerrado y un chaleco con múltiples bolsillos.

Una vez vestido, bajó el par de escalones que lo separaban de la sala y se dirigió a la cocina (ambas habitaciones apenas un poco más grandes que su cuarto) en donde sus tutores (un hombre alto, maduro y elegantemente vestido y una mujer con apariencia sumisa y ataviada con un sencillo pero hermoso vestido) ya estaban tomando su propio desayuno en una mesa de aluminio que apenas podía albergar a cuatro personas.

Focus Lumen 1: Factor CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora