Capítulo III
Un extraño individuo
-Y, ¿qué era lo que querías robar?- preguntó David mientras caminaban al lado de una solitaria carretera. Apenas si llevaban pertenencias a cuestas. Abel sólo cargaba la ropa luminosa y extravagante que vestía; mientras David tenía consigo un saco con algo de ropa y dinero.
-Supongo que has oído de Focus Lumen -respondió Abel, después de haberlo pensado unos instantes. Sus ojos no se separaron del camino que recorrían.
-¿La compañía? -preguntó con tono casual David.
-La misma -continuó Abel-. Tratábamos de robar una barra de concentración lumínica- terminó Abel.
-¿Y qué es eso? -cuestionó de manera prudente David.
-Una nueva tecnología desarrollada para almacenar grandes cantidades de energía esencial -dijo Abel, como recitando un ensayado discurso
-¿Para qué lo querían?
-Eso no lo sé. Yo sólo seguía órdenes.
David examinó el rostro de Abel. Era difícil decidir si era bueno o malo en ese momento, no lo conocía lo suficiente para emitir un juicio. Así que no lo hizo.
Y entonces despertó.
Una fuerte ráfaga de viento se estrellaba en su rostro. Cuando abrió los ojos, lo primero que pudo ver fue el cielo. Un cielo oscurecido por la noche y cubierto de manchas de luz provocadas por la luna, las cuales rebotaban espectrales en los contornos de unas gruesas nubes que poblaban los alrededores.
Se incorporó lentamente. En parte entendiendo lo que debía enfrentar. Entendiendo lo que acababa de perder y lo que sin duda se arrepentía de haber hecho. Se encontraba en un claro desértico. Montañas vacías de toda vegetación, hacían perímetro de su locación.
El paisaje era maravilloso para disfrutar, pero no cabía celebración alguna.
Una fogata calentaba su piel y le daba una coloración mágica a todo lo que su luz alcanzaba a tocar. El extraño sujeto que había peleado hace unos momentos, por él o contra él, (aun era difícil saberlo) se mantenía sentado a unos metros de distancia; sin moverse pero mirándolo fijamente.
Su cabello negro se alborotaba con el viento, y sus blancas mejillas, tomaban un color naranja debido a las llamas, que hacía juego con sus ojos. Sus armas descansaban a cada costado de él y no vestía la chaqueta de antes. Una especie de playera color negra, apenas lo cubría del frío. Frío que parecía no sentir en lo absoluto.
David estuvo a punto de decir algo, pero se contuvo. Examinó el resto del lugar en busca de lo único que no quería ver. Cuando por fin lo encontró, su sangre se heló a pesar de que su corazón latía a mil por hora. La chaqueta de Gabriel cubría el cuerpo inerte de Abel. No pudo evitarlo más, sus ojos se llenaron de gruesas y espesas lágrimas. Se movió lentamente hacia su amigo y removió la prenda de su rostro.
Ahí estaba, sin ninguna marca, casi como si estuviera dormido. Sus párpados estaban plácidamente cerrados y su boca relajada, caía sobre su mentón, cual si estuviera a punto de levantarse y festejar una de sus tantas bromas. Pero no se movió. No pasó nada.
David se desplomó sobre el pecho de Abel y se quedó ahí, sollozando por minutos. Gabriel lo miró inmóvil por mucho tiempo.
-No quise hacer nada. Supuse que querrías despertar para ello. Pero creo que es tiempo- dijo por fin Gabriel de manera comprensiva.
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Focus Lumen 1: Factor Cero
Fantasy"Voy a encontrarte" Son las palabras que encierran la más épica de las batallas, esa que definirá el resto de la existencia humana. Después de un evento catastrófico que merma la vida en la tierra, bautizado como: "El colapso", la humanidad trata de...