CAPÍTULO 21

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Rachel.

Mamá siempre me confundía con Stephen cuando éramos niños, por nuestro gran parecido. Por eso, hasta los 12 años tuve problemas con saber si mi nombre era Rachel o Stephen, de si mi habitación estaba al lado del baño o la del al lado de la ventana del pasillo.

Eso último porque cuando mamá se enojaba con uno de nosotros a mi mandaba al la habitación azul y a Stephen a la de mis padres, para estar separados.

Era por nuestra similitud, y porque yo amaba usar las gorras dadas vuelta y las remeras hasta las rodillas. Siempre masticaba chicles exageradamente como papá lo hacía, jugaba a las carreras de autos con Stephen y yo siempre le ganaba, si no era así, empezábamos una pelea la cual los dos terminabamos con moretos. Cuando mi cabello lo traía largo, "sorprendentemente" a la siguiente noche lo tenía tan corto.

Las tijeras constantemente aparecían en mi buró culpándome, y es que olvidaba esconderlas.

Pero en mis años de mi infancia, nunca odie que nos confundieran, lo disfrutaba cuando la balanza estaba a mi favor.

Tengo miedo que mis bebés no lo hagan.

Temo no ser lo suficientemente madre para ellos, confundirlos y que se pongan en plan de hacerme una venganza... Bueno, quizás lo último no.

Pero tenía que tener esperanza, algo en mí decía que podía con esto.

A lo largo de mis años, primaria y secundaria recibía burlas, eran constantemente. Yo pude con eso.

La que era mi mejor y única amiga, me avergonzó con todos los estudiantes cuando no tenía qué comer y usaba más de una vez la vestimenta, eso sucedía cuando papá quedó en bancarrota y nos manteníamos con la lavandería de mamá. Mis cuadernos no eran lo mejor y mis notas igual, pero Stephen siempre que sacaba +A, me ayudaba en las tareas. Yo pude con eso.

Mi siguiente amiga en la universidad robaba mis ideas y apuntes. Realmente pude con eso.

La siguiente de ella resultó ser Ruby, a la que conocí en el baño de un bar, ella gritaba a cualquier chica que entraba a la habitación que si tenían una toallita femenina. Ese día llevaba una falda blanca, ahora ya no tan blanca.

También le presté mi campera y la respalde hasta la salida.

Nos volvimos amigas de inmediato, me presentó a Emma, Ashely y Mary. Fuimos inseparables desde el momento.

Fue como ver una grieta en la pared que había puesto, y de esa grieta entraba una pequeña luz de su amistad. Conocí lo que es la confianza, los grupos, las rabietas de cada personalidad suyas. Ellas pudieron conmigo.

Quizás pueda con esta pequeñas criaturas, con un poco de la ayuda de cada uno de los que me rodean.

Sonrío tiernamente mirando hacia mi barriga, llevo mi mano dando pequeñas caricias sintiendo apenas movimientos. Mi piel se erizaba cada vez que la sensación se hacia presente.

—Trataré de ser la mejor madre, bebés... — les surruro sintiéndome mejor conmigo misma. —Oh, y también le podré nombres iguales para evitar confusiones. Por ejemplo, Oliver y Olivia sin son de cada sexo. Y si son dos varones... Ryan y Ryler, si, me gustan.

De repente callo, miro a mi alrededor y recuerdo que no hay nadie. Ya me estoy volviendo loca.

Era mi segundo día de descanso, toda mi familia sabía de la noticia, era de esperarse si tienes a un hermano llamado Stephen Culligs que cuchichea peor de las vecinas chusmas.

No he sabido nada de mis amigas, por WhatsApp les quería informar pero preferí hacerlo en persona, sería así si no fuera que cada una tenía cantidades de trabajo.

Un desastre con un bebé adentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora