Rachel.
Troye había tomado bien mí decisión, y esa noche solo se quedó a mí lado en el sofá, con helado y películas trás película de terror. Él besaba mí mejilla cada vez que saltaba del miedo, y me susurraba en el oído lo mucho que me ama.
Nos quedamos dormidos hasta las 3 de la mañana, que sonó el llanto de Ángela, seguido de Lisandro y Lorenzo al escuchar a su pequeña hermana. Nos levantamos perezosos y Troye me ayudó a mecerlos luego de la leche.
Y cuando finalmente se durmieron los niños, a Ángela había que cambiarle el pañal, y se había ofrecido Troye.
Lo detengo antes de que lo haga.
— No tienes que ofrecerte si no quieres. — le digo en voz baja con un gesto compresivo.
Troye frunce el ceño, luego relaja su semblante cuando se da cuenta. — Pero yo quiero hacerlo, Rach, quiero estar y ayudarte, no como un amigo, si no... como... —. Él no podía terminar la frase. — No quiero hacer nada que tú no quieras o apruebes, tienes que estar segura de estar conmigo.
Se acerca hasta estar frente mío y acerca su mano a mí mejilla.
— Estoy seguro de tenerte a mí lado, eres lo mejor y más increíble que tengo en mí vida, porque te conozco y sé lo que eres — me dice mirándome a los ojos, la determinación en ellos hacía un escalofrío recorra mí espina dorsal. — Te amo, y también amo a estos niños, y si tú me dejas, puedo ser su padre.
Una lágrima cae por mí ojo, él hacía que me ponga emotiva.
Pega su frente a la mía. — Sé que puedes sola, porque eres una mujer muy fuerte, pero me gustaría ser tu compañero en esta pequeña pero numerosa familia — susurra con una pequeña sonrisa.
Me inclino a besar sus labios, nos besamos apasionadamente y nos separamos para conseguir aire. Él ríe. —¿Eso es un sí?
— Sí —. Asiento con una gran sonrisa. Pero de repente frunzo el ceño. — Aún no quiero ninguna boda, es muy pronto — digo con una mueca.
Él levanta sus manos y asiente estando de acuerdo.
Rodeo mis brazos en su cintura poniendo mí cabeza en su pecho e inhalo su fragancia exquisita. De inmediato siento como me corresponde.
Escuchamos un pequeño balbuceo del cambiador y Ángela seguía despierta extendiendo sus pequeños bracitos.
Sonrío plenamente.
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Un desastre con un bebé adentro.
ChickLitLa vida de una mujer embarazada no es nada fácil, ya que están los cambios de humor y del cuerpo, lo que incluye las alteraciones en las hormonas, apetitos raros y necesitados con urgencia, exagerados tipos de dolores que ni siquiera sabía que exist...