La vida de una mujer embarazada no es nada fácil, ya que están los cambios de humor y del cuerpo, lo que incluye las alteraciones en las hormonas, apetitos raros y necesitados con urgencia, exagerados tipos de dolores que ni siquiera sabía que exist...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Rachel.
Llamo por décima vez a Troye pero no obtengo respuesta, me levanto de mi asiento cuando veo que se estaba poniendo nublado y quizás llovía.
Agarro mi bolso mientras suelto un suspiro.
—¿Rachel? — la voz a mi espalda suena extrañada, me giro con una sonrisa cuando veo a Liam con una sudadera y la capucha tapando la mitad de su rostro.
Él sonríe acercándose para darme un corto abrazo, en los días que hemos estando juntos con Stephen me he acostumbrado a sus inesperados y fuertes abrazos. Creo que en mi último suspiro de muerte admitiría en voz alta que me gustan, Liam tenía un don que podían ser reconfortables.
— Liam, ¿Que haces? — pregunto volviendo a sentarme, quizás así hago más tiempo y Troye llegue.
Tenía la esperanza de que llegara y terminar con esto que hace un lío mi cabeza.
— Oh, salí a correr, quería despejarme, ya sabes... — habla haciendo un ademán y dándome una mueca triste, él opta por sentarse a mi lado sabiendo que esta conversación llevará mucho.
—¿Saber qué? — cuestiono confundida.
Liam me mira por unos segundos.
— Mira, no se si deba decírtelo yo, Stephen es tu hermano y lo menos quiero es hablar de él — dice al último con un suspiro, entiendo su respuesta así que no presiono más en la conversación. Intuí que la relación de mi hermano y Liam está en una cuerda floja.
La voz de mi mamá suena en mi cabeza, No te metas donde no debes.
— Hablaré con él — le aseguro y él me da una media sonrisa antes de levantarse.
— Quizás esto tiene que quedar así, Rach. Tu hermano me hace bien, lo amo tanto, — añade, noto como sus ojos se apagan —pero a veces duele de la misma manera.
— Liam... — quería hablar pero me quedo sin habla, no sabía lo que había sucedido y quizás mi madre tenía razón, no debía meterme. — Espero verte pronto. — en su lugar digo eso, con una pequeña sonrisa.
— Oh, claro que lo haremos, quiero conocer a los bebés, me encantan los niños. — susurra lo último despidiéndose con la mano. Se siente extraño que no haya sido con un brazo reconfortante.
Cuando salgo de mis pensamientos, miro a mi alrededor y me doy por vencida cuando no veo a Troye por ninguna parte, tendría que suponerlo porque él es de esas personas puntuales.
Quería marcarle, tenía tantas ganas de escuchar su voz y que me hablara bonito. Quizás si compro helado endulza de la misma manera mi sistema.
(.)
— ¿Entonces nos separamos y compro lo que sale en la lista? — pregunta por tercera vez Stephen con la vista pegada en el papel. Ladea la hoja. — ¿Por qué biberón? ¿No le vas a dar tú? — pregunta confundido.