CAPÍTULO 28

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Rachel.

Estuve todo el día de ayer cuestionando lo sucedido. No lograba dormir pero esta vez no era por pensar en Troye, era por la acidez. Llamé a mamá y me recomendó tomar leche, producto que no tenía en casa y salí a comprar en el local 24 a las 22:00 de la noche.

Esta mañana me sentía muy hiperactiva y de buen humor, Lorena lo notaba y me miraba raro teniendo una idea de lo que podría ser.

Y mientras descargaba mi vejiga en el en el cubículo del baño de mujeres, pensé en llamar a Stephen acudir a él para solucionar el lío en mi cabeza.

— Stephen, ven a mi departamento a las 19:00 p.m — le digo en cuanto atiende el teléfono. Salgo del baño de mujeres y camino lentamente por el pasillo.

— Hola hermanita querida, ¿Cómo estás? Yo muy bien, gracias por preocuparte.

Ruedo los ojos.

— Lo siento, es que es importante — respondo con cansancio cargado en mi voz, ver a mucha gente hoy en la empresa me abrumaba.

¿Qué? ¿Mis ahijados están saliendo? — pregunta alarmado y escucho el sonido sordo de un metal caer, intuyo que está en el taller mecánico.

— Naciendo, Stephen, se dice que están naciendo. Y no, gracias a Dios aún no salen — hablo riendo. Veo a una figura familiar caminando hacia mi y me detengo, ay no, por favor, no.

Piensa Rachel, piensa.

No, meterse en el tacho de basura no suena una linda idea. Resoplo.

¿Que pasa, Rach? — pregunta Stephen.

—¡Rachel, bonita! — la voz de Noah retumba en las paredes de piso.

Oh, es Noah, dile que lo invito a tomar algo, siempre me cayó bien ese hombre — habla alegre mi mellizo, agradezco que no está en voz alta y mi compañero de trabajo no escucha.

Noah se acerca con una gran sonrisa de dientes blancos. Aprovecho para terminar de hablar con mi hermano.

— Dice que le caes mal y que nunca en la vida tomaría algo contigo, adiós, no olvides que tienes una cita en mi departamento — le corto antes de que conteste. — Heeey, ¿que hay, amigo?

Remarco la palabra "amigo" como siempre lo he hecho cuando él se me insinuaba. Pero no veo su sonrisa flaquear en ningún momento, es más, lleva para atrás sus ojos.

— Solo quería felicitarte.

Lo miro con el ceño fruncido más marcado.

— Ya sabes, por el embarazo — Señala mi pequeña barriga.

— No entiendo de qué demonios estás hablando, Noah — le respondo, él sigue sujetando su idea de acercarse a mí negando con la cabeza. — Sabes qué, no tengo tiempo para tus estúpidas ideas porque yo sí tengo trabajo que hacer.

Me giro para caminar al ascensor. No podía creer que Noah se haya enterado, no había cómo saber que cargaba a dos bebés en mi vientre. De todas formas, tarde o temprano los del trabajo se iban a enterar y eso llevaba a hablar con mi jefe.

Creí que Noah se fue, que también había dado la vuelta y olvidarse de ese cotilleo que habrá pasando de gente en gente y creer que había sido otra locura suya, pero no, él seguía en su mismo puesto mirándome indiferente.

— Te escuché hablar con Lorena en la cocina, — dice levantando sus hombros y una media sonrisa burlona.

Oh, claro, era la única manera de enterarse.

Un desastre con un bebé adentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora