CAPÍTULO 26

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Sarah.

Hago un mínimo esfuerzo para que de mis ojos caigan lágrimas.

Leticia me mira con pena, un efecto que no tenía previsto ver de una mujer que se la pasa la mayoría del tiempo con el ceño fruncido y un rostro serio para nada amigable. El que haya reaccionado a mi fingida angustia me deja un punto a favor.

Estoy entrando a la familia Magazzani, poco a poco.

Si tan sólo fuera lo mismo con Troye.

— Lo siento en mi, está tan distante y ya no hace las visitas constante en mi suite que antes hacía — digo con mi voz ahogada por el nudo que se formó pensando en cualquier otra cosa triste. Miro el anillo que delicadamente está en mi mano izquierda, puedo notar sobre mi la mirada de Leticia. — Temo que nuestro casamiento no se lleve a cabo...

Eso tocó una fibra sensible en ella, lo supe en el instante que se levanta de su silla incapaz de seguir escuchando como se va a la basura el plan que llevan los esposos Magazzani.

Sonrío lentamente y levanto mi mentón tratando de recuperar la poca dignidad que perdí al hacer ese espectáculo.

Había recibido esta mañana una llamada del asistente de mi padre, entregando la orden de adelantar el proceso de mi casamiento y que sea en cuanto antes, tampoco servía mi explicación de que en tan solo tres semanas me caso. Él quería ya, no quería que me presentara en la oficina si no era con una copia del acta del compromiso que la empresa Magazzani llevase nuestro apellido también. Magazzani and Cocker.

Nuestra empresa de Modelos y marcas en motos dentro de poco de iría al carajo si no hacíamos algo antes.

Temíamos perder el total control y que nuestras vidas sean de un nivel completamente bajo.

Mi vida social, ropa de moda, accesorios solo traídos de fuera de la cuidad y mis tarjetas.

Pero... Siempre hay un pero, y es que me haya enamorado de Troye. ¿Cómo no hacerlo? Este hombre es la perfección en persona, es un hombre del que todas las adolescentes de 16 años sueñan tener en su futuro, es el suspiro enamorado de las chicas cuando lo ven en el pasillo del supermercado o en la calle cuando actúa tan caballeroso.

Para mi, tenerlo de esposo sería ganarme la admiración mi círculo de amigas, sería como ser pobre y ganarme la lotería de un mínimo costo, extremo en todo.

— Sarah... — cuando mi nombre sale de sus labios me estremece, Leticia es la una única mujer que conocí que a simple vista te parece intimidante y sabes muy bien que es mejor tenerla contenta a que este enojada y su mirada te haga cavar un pozo de tres metros para enterrarte a ti misma antes que lo haga ella.

A veces me pregunto a quién salió Troye.

— El casamiento sigue en pie, mi hijo está de acuerdo con eso y cuando él afirma algo, — se acerca, queda parada frente a mí y tengo que levantar mi barbilla para mirarla a los ojos, a ella le agrada mirarme desde arriba con desdén —, para la mejor convivencia de todos, tiene que llevar hasta el final su palabra, y la tuya, Sarah.

Asiento repetidas veces. — Leticia, yo estoy enamorada de su hijo...

Leticia levanta un dedo haciéndome callar.

— No estamos hablando de amor, Sarah, si así fuera, nada de esto existiría — levanta sus brazo señalando toda la habitación lujuriosa. Luego, añade con veneno y en medio segundo apareció una chispa de furia que desapareció al instante: — El amor es una pérdida de tiempo inventada por un grupo de adolescentes no comprendidos ya no sabiendo en qué más llamar la atención.

Un desastre con un bebé adentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora