—Tr... Troye - pronuncio sorprendida, rápidamente reacciono bajando la mirada. — Disculpe, señor Magazzani.Él ríe y creo que me quedé sin aire.
— Dime Troye, tan viejo creo que no estoy. — bromea con un guiño. Éste hombre quiere matarme.
— Lo... Lo siento — murmuro avergonzada.
— No hay de qué, señorita Culligns.
— Sus zapatos — lo señalo y él le resta importancia con un gesto de manos. Me digno a mirarlo directo a sus ojos, me quedo inmóvil al notar sus llamativos ojos, un suspiro se me escapa. Troye aparta la mirada para verlos y luego vuelve a mirarme con una pequeña sonrisa.
— No tienen importancia, tengo otro par en mi coche. Aunque me preocupa más su estado. — dice con una mueca sin apartar su mirada de mí, lo que me pone nerviosa.
— Oh, no se preocupe creo que estaré bien, supongo que es hora de regresar a casa — pienso en voz alta masajeando mi sien.
Troye suelta una risa echando su cabeza hacia atrás, haciendo notar su manzana de Adán y a su grueso cuello. Trago saliva con esfuerzo.
Había que admitir que este hombre es un dios griego. Traía puesta una camisa azul con pequeños puntos blancos y los primeros botones sin prender, mostrando la piel de su formado pecho, dejando dejando a la imaginación mucho. Abajo traía un jean negro que le quedaban ajustados, y sus zapatos... arruinados por mí.
— Creo que, tengo que... salir de aquí — digo con el rostro ruborizado. La calefacción está muy fuerte.
O él está fuerte.
— La acompaño — dice de inmediato con ganas de ayudar a ésta pobre chica borracha, pobre iluso.
Tengo que mandar ordenes a mi cerebro para que mis piernas funcionen y salir de ahí sacudiendo la mano hacia Troye.
Cuando estoy fuera del baño de hombres, - que por suerte ningún otro chico había entrado- logro soltar el aire que estaba reteniendo.
Mierda, eso sí que fue una escena muy vergonzosa.
Aún me siento mareada cuando veo a la multitud de gente, parece que mientras más tarde se hacia más gente entraba al local.
Alguien toca mi hombro y me volteo a ver a Troye. Levanto una ceja sorprendida, creía que no querría ver a la chica que vomita sus zapatos.
— Yo quería ofrecerme para llevarla a su casa, no creo que usted pueda sola en ese estado — habla el apuesto hombre con una pequeña sonrisa. Hasta ahora podía notar de la cercanía en la que estábamos, y debo retroceder unos centímetros para poder articular alguna palabra.
De todas formas, estaba sorprendida por la gran caballerosidad de Troye.
Y se preguntarán, ¿Por qué tanta sorpresa? Y es que en las revistas más compradas de ésta ciudad el famoso Troye Magazzani es descrito por el más patán y mujeriego que alguien puede haber sido. Que no tiene nada de caballero y solo usa a las mujeres para una sola salida de noche, luego las bota sin piedad dejándolas destrozadas.
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Un desastre con un bebé adentro.
Chick-LitLa vida de una mujer embarazada no es nada fácil, ya que están los cambios de humor y del cuerpo, lo que incluye las alteraciones en las hormonas, apetitos raros y necesitados con urgencia, exagerados tipos de dolores que ni siquiera sabía que exist...