CAPÍTULO 7.

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—¿Hola, mamá? —pregunto al instante que contesto, con una voz extrañada

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—¿Hola, mamá? —pregunto al instante que contesto, con una voz extrañada.

—Rachel, soy Stephen…— se escuchaba lo voz apresurada.

—Stephen, ¿Que pasa?

Miro mi reloj y faltaban cinco minutos para que mi jefa subiera.

—A mamá... ella tuvo una… ¿recaída? Estamos en el hospital a una cuadra de casa.

Joder.

—Estoy allá en cinco— le digo y corto. Agarro mis cosas y llamo a Lorena quién estaba acomodando unos papeles. —Lore, me puedes cu…— me interrumpe.

—Si, ve tranquila. Yo te cubro— me apresuro a darle un abrazo y voy al ascensor. Tarda un minutos en bajar y cuando lo hace me voy corriendo con dificultad hacia la puerta de entrada.

Pero mi huida de ve interrumpida por… en realidad si no hubiera visto un rostro diría que por una pared. Mis cosas caen al suelo.

—Uhm, disculpe— suelto poniéndome de cuclillas. Mierda, mi día estaba empezando de mal a peor.

—Vaya, sí que venía rápido no pude esquivarla, discúlpeme a mi, señorita.— la voz del hombre es ronca y tranquila.

—No, ¿Por qué? —no logro detener esa pregunta mientras junto mis cosas.

Se pone de cuclillas y cuando alzo la mirada veo que traía un traje que le quedaba a la perfección.

Rachel, controla las hormonas.

—Mi despertador no sonó y también venía como usted. Mi padre es… umh, un poco exigente a lo que vine— Sonríe mostrando una linda dentadura, me quedo embobada y reacciono levantándome del lugar teniendo todo en orden.

Frunzo el ceño, el hombre me parecía conocido de algún lugar pero no sabría de dónde. Tampoco tenía mi cabeza en orden.

—Gracias por ayudarme…— me interrumpe.

—¿Me podría decir dónde está la oficina de Greg Bartolomé? — pregunta y cómo si fuera una lámpara arriba de mi cabeza, ésta se prende. —O algunos de los dos hermanos.

—Greg Bartolomé, sí, en el último piso. Ahí una mujer le dirá cuál de las dos oficinas.—digo yéndome a la salida y aprovecho que él se quedó pensativo para salir con mi maratón otra vez.

Y lo que era cinco minutos en llegar al hospital, en realidad fueron quince por el tráfico.

—Buen día, ¿Cual es la habitación de Sol Culligs?— pregunto a la secretaria que estaba detrás del mostrador, ella levanta la vista con una pereza que bien ya podrían haber pasado veinte minutos.

—¿Si? ¿Que necesita?

¿Me está jodiendo?

Suelto un bufido.

—La habitación de Sol Culligs — repito entre dientes, estaba ansiosa de saber sobre mamá.

—Ujmm espere que cierro un documento importante… la habitación es 437 del piso cuatro. — responde con la mirada fija en la computadora.

Frunzo el ceño. — Hay una versión nueva de Minecraft y más importante supongo.— digo antes de partir corriendo por los pasillos, pero logró escuchar su exclamación de sorpresa.

Llego a la puerta de la habitación que le asignaron a mamá, se escuchaba mucho bullicio y antes de entrar un doctor sale con una sonrisa.

—¿Usted es pariente de la señora Culligs?
— pregunta el hombre con bata y que traía una planilla.

— Si, si… eh, su hija.

Su sonrisa se engancha más. —Ay, me encanta dar estas noticias. Felicidades.

Y se adelanta a ir por unos de los pasillos antes de que le pregunte.

Que yo sepa nadie de mi familia se ganó la lotería.

Sacudo la cabeza y entro por completo a la habitación.

Me encuentro a mis hermanos esparcidos por la habitación y a mi madre en la camilla, reposaba con los ojos cerrados y respiraba tranquilamente. Me extraño al no ver a mi padre en el lugar.

Stephen está en la ventana sin prestar atención a lo que sucedía y Julieta es la primera en verme y acercarse.

Antes de decir nada se esconde en mis brazos y frunzo el ceño.

—Siempre llegando tarde — habla Stephen viéndome con una pequeña sonrisa, nada de complicidad como si lo que me hubiera dicho hace días no es algo que todavía me tiene anonadada.

—¿Que sucedió? ¿Mamá, estas bien?
— pregunto preocupada del silencio en la habitación.

—Oh, más que bien— murmura Julieta en entre mis brazos. Me alejo un poco de ella para mirarla, traía una pequeña sonrisa con lágrimas en los ojos.

No me alarmo mucho porque ella siempre a sido muy sentimental y exagerada.

Pero, ¿Por qué sonríe?

—¿Alguien me puede decir que carajos sucede?

—Rachel — advierte mamá acostada en la camilla. Ruedo los ojos. —Me desmaye cuando me levantaba de la cama, recibí un gran mareo y sólo alcance a llamar a tu hermano... —la interrumpo.

—¿Y papá? — pregunto confundida. Mamá me fulmina con la mirada por interrumpir.

—Me vine de inmediato al igual que Julieta que estaba en la Uni y el doctor acaba de decirnos el motivo.— se detiene de hablar para mirar a mis hermanos.

—Ya pueden dejar el suspenso para las películas de terror y decirme de una vez que tiene mamá — exploto sentándome en el sillón, mis pies dolían de tanto trotar.

—Mamá está embarazada.

Y menos mal que me senté porque sino iba a caer de cola.

Miro a mamá con los ojos tan abiertos al igual que mi boca sin poder creerlo. Y no, no podía ser cierto.

Por eso empiezo a reír a carcajada siendo la única que se escucha en la habitación y seguro por todo el pasillo. Agarro mi estómago por el dolor que cause por tanto reír.

—Ay…— suelto parando por un momento, miro a todos y por último a Stephen que me dijo esa barbaridad. —Cuéntame otro chiste.

Y la seriedad en la habitación me decía que nadie bromeaba.

Oh, joder.

Por eso papá no estaba.

— Dijo que se iba a comprar cigarrillos —habla Julieta nerviosa.

Me golpeo la frente con mi mano.

Papá, ¿cuándo aceptarás la realidad sin escapar?




🍃

Admito que me reí con lo del padre, ya tiene a quién salir Rachel.

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Un desastre con un bebé adentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora