FINAL

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Después de la partida de Peeta del Distrito trece, Prim se volvió una gran compañía para Bea, ya que ella la ayudaba con su embarazo de casi un dos meses y medio.

—¿No hay noticias?—preguntó Bea al ver llegar a la chica rubia

—Todavía no, al parecer han apagado sus localizadores porque entraron a la zona del Capitolio—dijo Prim a lado de ella—. Ellos van a regresar, hay que tener esperanza

—Lo que me da miedo es de Snow y lo que es capaz de hacer por matarlos—dijo Bea con algo de preocupación

Plutarch apareció en donde ambas chicas estaban llamando su atención.

—Prim, te necesitan en el Capitolio, hay muchos heridos y necesitan a todo el personal allá—dijo el hombre

—Estaré allá en un momento—dijo Prim y Plutarch dejó la habitación—. Tengo que ir

—Ahora que todos están allá me dan ánimos de ir—dijo alzando los hombros

—Nos vemos en unas horas. —se despidió Prim dejando a Bea sola

Bea pensó en una idea demasiado loca, pero tenía que ir allá, no podía seguir aquí sin volverse loca, pero no podía hacerlo sin ayuda, así que se levantó de la cama y salió en busca de su hermano.

—¡Lucas!—gritó al verlo trabajando en la cocina del Distrito

—Bea, ¿Qué ocurre? ¿Tiene algo el bebé?—preguntó preocupado

—No, el bebé está bien, necesito tu ayuda con algo—dijo en voz baja para evitar que alguien más se enterara—. Quiero ir al Capitolio

—¿Estas loca Bea?—dijo Lucas alejándola de la cocina—. ¿Sabes lo riesgoso que es ir ahí y más en tu condición?

—No puedo quedarme aquí sabiendo que mamá y Samuel están en medio de la guerra—dijo y eso le pego a Lucas

—Está bien, iremos al Capitolio—dijo esperando no arrepentirse—. ¿Tienes un plan?

—Iremos con los médicos, y antes de que ellos lleguen al centro del Capitolio, nosotros nos bajaremos para buscar a Finnick—dijo Bea

—Nos van a matar por esto. —siguió Lucas saliendo de la cocina para seguir a Bea y preparar todo

Cuando se hizo de noche, ambos chicos con cuidado de no ser vistos, llegaron a la zona de cargamento, donde en un tren, subían los médicos para ir al Capitolio.

—Vamos Lucas, es ahora o nunca—dijo Bea corriendo hacia el último vagón donde estaba vacío, Lucas subió después que Bea y se sentaron en una de las esquinas para que no pudieran verlos

—Esto es una muy mala idea—dijo Lucas cuando el tren inició su marcha

—Ya voy Finnick—dijo Bea en voz baja mirando hacia la luna que se alzaba sobre ellos

Después de algunas horas de viaje, llegaron a la estación donde serían transportados por los rebeldes hacia los lugares donde hubiera más heridos.

—Tenemos que bajar aquí Bea—dijo Lucas al ver que todos descendían—. Seguiremos a pie para evitar que nos vean

—Está bien. —la chica se levantó y los hermanos bajaron del tren para escabullirse e ir por el lado contrario a donde todos iban

Avanzaron varios metros y entraron a la zona del Capitolio donde todo comenzaba a hacerse familiar.

—No debemos de estar lejos de casa—pronunció Bea al reconocer las casas

Lucas sentía cada vez más los nervios de cómo decirle a Bea la verdad, no tenía el corazón para decirle, y más aún en su condición.

—¡Lucas, ahí está!—grito la chica al ver su casa a unos pasos

Avanzaron más rápido hasta que por fin, llegaron a su casa.

—¡Mamá, Samuel!—grito Bea entrando a la casa, pero todo estaba oscuro, como si por semanas nadie hubiera vivido ahí—. ¡Mamá, soy Bea!

Subió las escaleras para buscar en los cuartos, pero no había señal de ellos, Lucas espero abajo mientras Bea buscaba.

—No están aquí—dijo la chica llegando con su hermano—. Quizás fueron evacuados

—Bea. —la voz de Lucas se rompió en ese momento—. Ocurrió algo, cuando desapareciste, un día llegaron agentes de la paz a la casa, y sin importarles nada, dispararon contra mamá y Samuel

—¿Qué?—decía Bea en shock

—Yo pude escapar por la puerta trasera, pero ellos estaban en la sala y... Bea, ellos están muertos

—No. —Bea perdió el equilibrio y Lucas la tomo antes de que callera-no, Lucas

Bea comenzó a llorar sobre el hombro de su hermano, Lucas también lloraba abrazando a su hermana menor, pero después la ira invadió a Bea, la venganza por la muerte de sus padres.

—Esto no se va a quedar así—dijo Bea levantándose—. Snow va a pagar por lo que hizo

Bea salió de la casa seguida de Lucas que no entendía lo que pasaba, tenía que encontrar a Finnick y Katniss.

—¿Sabes dónde pueden estar?—preguntó Lucas llegando a una de las calles que llevaba al centro del Capitolio

—Con que encontremos a alguno de su grupo, ya sería una ganancia. —comenzaron a avanzar por las calles menos transitadas

A lo lejos vieron a gente del Capitolio pasar con dirección a la mansión del presidente Snow.

—Deben de estar ahí—dijo Lucas y avanzaron con precaución sin que fueran vistos

Se asomaron un poco y vieron a mucha gente caminando en silencio, Bea se puso a buscar en los rostros de todos si estaba el de Finnick.

—Bea. —alguien gritó a lo lejos, y reconoció esa voz donde fuera

—Peeta—dijo con alegría al ver al chico rubio en la calle de atrás

Ambos corrieron a donde estaba Peeta.

—¿Qué haces aquí?—dijo Peeta alegre de ver a Bea

—Tenía que buscarlos, no podía quedarme en ese lugar sin hacer nada—comentó Bea—¿Y los demás?

—Ellos están yendo hacia la mansión, me dijeron que me quedará aquí. —Peeta miro rápidamente hacia la calle viendo si no había peligro

—¿Finnick está con ellos?—preguntó nuevamente Bea, pero al mencionarlo, Peeta desvío la mirada—Peeta, ¿Dónde está Finnick?

El rubio no contestó, y no había mucha ciencia para saber la interpretación de su silencio.

—No, dime que no es cierto Peeta—dijo Bea mientras sus lágrimas aparecían—. Dime que Finnick está vivo

Peeta seguía sin responder, no podía cargar con la culpa de que, por salvarlos, él haya dado su vida.

Bea gritaba mientras sus rodillas tocaban el suelo, no aguantaba el dolor que había dentro de ella, quemaba tanto que su garganta ardía en cada sollozo, no podía ser posible, no podía creer que Finnick, su amado, su chico del tridente, ya no estaba.

—Aquí estoy, aquí estoy—decía Lucas intentando calmar el dolor que sentía su hermana

Bea sintió un fuerte mareo, y después que el piso se movía, no escuchaba lo que decía su hermano o Peeta, todo se volvió oscuro y finalmente se desmayó.

Fugit Irreparable Tempus||Finnick Odair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora