Prólogo

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En alguna parte del océano Atlántico, ya cerca de Southampton, Gran Bretaña, un marinero ya algo buscado, acusado de piratería navegaba su barco algo desprevenido y silbando con los labios resecos por el abrasante sol que le había atacado desde nuevo mundo, tostando su piel a un color dorado agradable a la vista, este hombre vivía del engaño, estafas y robo, sin importarle que pudieran ejecutarlo por ello. Al fin y al cabo, de algo había que morir.

La brisa movía su largo y sucio cabello castaño al igual que las velas, sus ásperas manos movían de un lado a otro el timón de madera lleno de astillas, algunos de sus dedo estaban envueltos en finos pedazos de tela mostrando que los tenía lastimados mientras que los otros estaban decorados por grandes anillos de plata, su ropa andrajosa tenía señales de que no veía el agua en meses (o años) y vestía siempre sus grandes bostas negras, su largo y delgado cuello portaba distintos tipos de collares y sus orejas pendientes de oro, igual que uno de sus dientes.

Uno de sus hallazgos por lo cual se siente orgulloso y por lo cual el mitad escocés está siendo buscado, tiene un éxito notable pues logró antes de sus veintinueve años capturar al menos cincuenta naves, en su mayoría naves francesas y españolas. El nombre de este hombre tan ambicioso era William Bellamy. Quien ahora aspiraba a atacar una isla japonesa, y esconder tesoros en diferentes partes del mundo, deseando que su nombre jamás muriera en la historia pirata.

William había nacido en Devonshire, Inglaterra, pero luego se crió junto a su padre el gran capitán John Bellamy en Dundee, Escocia. La familia de William fue apoyada financieramente por una social local, el no tenía tanto contacto con su madre, y podía decirse lo mismo de su confianza y cercanía con ella, aunque después de los dieciséis años jamás volvió a saber de Sarah Bradley Cox Oort, Su padre fue irónicamente un corsario, asesinó y atacó a muchos hombres acusados de piratería en su tiempo, en los siguientes años John Bellamy tuvo que afrontar diversos problemas de amotinamiento y deserciones entre sus tripulantes, los actos salvajes de su padre fueron difundidos pronto por testigos y prisioneros, comenzando a surgir rumores que lo relacionaban con actos de piratería. Cuando esto llegó a los oídos de Inglaterra, se confirmaron las acusaciones sobre su padre y la comandancia naval ordenó su persecución y captura. Fue ahorcado, pero, la horca que sujetaba al capitán se rompió, y tuvo que ser nuevamente colgado, su hijo, quien apenas había cumplido la mayoría de edad lo vio todo, también como su cuerpo fue encadenado y colgado sobre un río como un aviso para cualquier pirata, permaneciendo allí durante tres años. Sabía que en ese momento lo había perdido todo, no tuvo más elección que convertirse en lo que su padre aborrecía y por lo cual fue asesinado. Un pirata.

Pero al pasar lo años, le fue yendo mejor de lo que esperaba, se sentía feliz, dejaron de importarle varias cosas y gracias a eso podía dormir con la consciencia tranquila. Y ahora iba de aquí a allá buscando la manera de sobrevivir solo.

Mi Tesoro Más GrandeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora