Cap. 5

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Narra ______.

Doy un rodeo para pasar por mi habitación después de la primera clase de la mañana. Cierro la puerta con fuerza y me apoyo contra ella negando con
la cabeza. Estoy a punto de salir con Jung Jaehyun, el conquistador del campus, y todo por culpa de un estúpido desafío. ¿Pero lo estúpido es el desafío o soy yo por haber aceptado?
Creo que votaré por ambas opciones.

Me paso un cepillo por el pelo y me retoco el maquillaje mirando de reojo la cartulina colgada en la pared. Paso uno: Apego. El objetivo de hoy es dejarlo con ganas de más, conseguir que vuelva mañana. Suspiro, salgo de la habitación y bajo las escalera en dirección al sol de California. Mi vaporosa falda se balancea cuando ando en dirección a la cafetería del campus y noto el alocado aleteo de un centenar de mariposas en el estómago. ¿Por qué tengo mariposas en el estómago? Yo odio a este chico. Ni siquiera es una cita de verdad. Ese pensamiento no impide que mi corazón lata con más fuerza cuando le veo. Está apoyado contra la pared, lleva los auriculares puestos y su cabeza se mueve al ritmo de lo que sea que esté escuchando. Tiene las manos metidas en los bolsillos de unos vaqueros ajustados de color azul oscuro. Justo en ese instante, y como si pudiera sentir mi mirada, levanta la cabeza y
sus se encuentran con los míos. Me sonríe dejando ver sus hoyuelos cuando me acerco y las mariposas que tenía en el estómago se convierten en una estampida de elefantes. Voy a vomitar.

—Hola, cielo. —dice Jaehyun, y alarga el brazo para abrirme la puerta.

—Hola. —le contesto entrando en el local. —Gracias.

—De nada. —Me posa una mano en la espalda y me guía hasta el mostrador. —¿Qué vas a tomar?

—Un frapuccino doble con pepitas de chocolate, por favor. —Sonrío al ver su expresión confundida.

—¿Pepitas de chocolate en el café? ¿Por qué?

—¿Y por qué no? —Me encojo de hombros. —Está buenísimo.

—Está bien. Lo probaré.

—¿Qué sueles tomar tú?

—Pues café normal. Ya sabes, lo que bebe la gente corriente.

Se ríe. —¿Estás diciendo que no soy normal? —Alzo una ceja al tiempo que me acerco al mostrador.

—En lo absoluto. —Sonríe.—Hola, ¿me pones… mmm…? ¿Me lo repites?

Me mira avergonzado. Yo suspiro, pongo los ojos en blanco y niego con la cabeza. —¿Nos pones dos frapuccinos dobles con pepitas de chocolate, por favor?

—Y dos magdalenas de arándanos. —añade Jaehyun mirándome. Yo me ruborizo un poco y él deja resbalar la mano hasta posarla en mi cintura. La camarera no deja de mirarle mientras nos prepara el pedido. Tengo que esforzarme para no volver a poner los ojos en blanco. Cogemos los cafés y Jaehyun paga.

—¿Siempre te pasan estas cosas? —le pregunto mientras nos sentamos.

—¿Qué cosas?

—Eso de que las chicas te miren.

—¿Quién me miraba?

—La camarera. ¿No te has dado cuenta?

Él encoge un hombro con despreocupación. —No suelo prestarles mucha atención. Y si son lo bastante guapas como para llamar mi atención, entonces me fijo en ellas.

—Vaya, me siento muy halagada. —le digo con sarcasmo.

—Oye. —Alza las cejas. —He salido contigo, así que no solo eres lo bastante guapa, _______. En realidad es muy probable que seas demasiado guapa.

Le doy un sorbo al café y pellizco la magdalena para meterme un
pedacito en la boca. —¿Y entonces por qué estás aquí si soy demasiado guapa?

—Porque nunca lo sabré si no lo intento, ¿no? —me dice. —Es lo mismo que este café. Jamás habría sabido lo bueno que está si no lo hubiera probado. Nunca sabré si soy lo bastante bueno para ti si no lo intento.

Vaya. Jung se muere por meterse en mis bragas. Y mucho. —Un punto para ti.

Sonrío. —Y Mingyu te ha echado el ojo. No se me dan bien las competiciones.

—Ah, entonces lo de ayer iba de eso. ¿Se peleaban por mí?

Cavernícolas…

—Hay cierta probabilidad de que tengas razón, preciosa.

—Yo diría que hay muchas probabilidades. —Suspiro. —¿De verdad se estaban peleando por mí? ¿Por mí? Vaya.

Niego con la cabeza. —No te sorprendas tanto, ______. No somos los únicos chicos de esa casa que están interesados en ti —admite.

—Y pensaste que querías ser el primero. —comento con ironía.

—Sí. Quiero decir, no. Quiero decir. Mierda. —Ruge. —No pretendía que sonara así.

Alzo las cejas y miro el reloj. —Sí. Quería ser el primero, pero solo porque me pondría muy celoso si te viera con alguno de esos chicos.

—Claro. —le digo. —. Tenemos que ir a clase. Empieza dentro de cinco minutos.

Jaehyun suspira y los dos nos ponemos en pie. Cojo el vaso de café con ambas manos y salgo del local. Volvemos en silencio hacia el edificio principal del campus y casi deseo que no tuviéramos una clase juntos. Por mucho que odie a Jaehyun, esto de no hablar es muy incómodo.

—______. —dice tirando de mí antes de que entre en clase—. No pretendía que saliera así. Lo siento.

Miro en dirección a la puerta abierta de la clase. —No es para tanto, Jaehyun. Tú nunca sales con chicas, ¿no? Ahora ya sabes por qué.

Alarga el brazo y me pone un mechón suelto detrás de la oreja. —Pues a mí sí que me importa. Déjame volver a intentarlo, por favor.

Entorno los ojos y le miro. —¿Me estás pidiendo otra cita?

—Sí. —dice con suavidad. —. Te estoy pidiendo otra cita.

—Lo pensaré y te llamaré.

—No tienes mi número.

Me dedica una pequeña sonrisa.
Camino en dirección a clase y me vuelvo para mirarle cuando llego a la puerta. Sigue apoyado sobre un costado observándome con la misma sonrisa en los labios.

—Entonces supongo que tendrás que esperar, ¿no? —sonrío y Rosé dobla la esquina. Su mirada se alterna entre los dos.

—¿Cuánto tiempo? —pregunta Jaehyun.

—El tiempo que me apetezca hacerte esperar. —Mi sonrisita se convierte en una enorme sonrisa—. Venga, vas a llegar tarde a clase.

Cruzo la puerta con Rosé y nos sentamos en nuestros sitios. —¿Segunda cita? —me susurra al oído.

—Sí. —contesto. —Pero él aún no lo sabe.

El Juego del Amor |Jaehyun NCT & Tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora