Cap. 40

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Narra Jaehyun.

Mierda. Mierda, mierda, mierda y más mierda.

Me quedo mirando fijamente el espacio que acaba de dejar vacío. Un enorme vacío. Eso es lo que provoca ______. Entra en tu vida como una salvaje explosión de color llenando un espacio vacío que ni siquiera sabías que existía, y cuando se marcha se lo lleva todo y la vida vuelve a ser en blanco y negro. Me separo de la pared decidido a encontrarla y explicarme, pero alguien me agarra de los brazos.

—Jaehyun, déjala, hombre. —Chan tira de mí. —Deja que se tranquilice.

¿Que se tranquilice?

—No. Ni de broma.

—Jae. —Rosé aparece delante de mí y yo intento centrarme en ella. —Tiene razón. _______ necesita tranquilizarse.

—No. —le discuto. —¡Lo que necesita es saber la verdad, Rosie! ¡Necesita saber la maldita verdad!

—Y la sabrá. —Me coge de la cara y me obliga a mirarla. Me fuerza a centrarme. —La sabrá cuando se tranquilice. Ahora está muy dolida, Jae.
Deja que reflexione.

Dolor. Dolor que le he provocado yo.
Soy un desgraciado. Me deshago de Yugyeom y Chan y salgo al patio empotrando la puerta contra la pared. Me acerco a un lateral y apoyo la cabeza en la pared sintiéndome como el peor malnacido de la historia. Entonces veo un vehículo que sale de la casa de enfrente. Levanto la cabeza y veo el coche de Mingyu.

—¡Joder! —grito, y le doy un puñetazo a la pared. Me sale sangre de los nudillos maltrechos, pero no me importa. No hay nada que me importe salvo la chica que acaba de marcharse. Porque después de todo, de todos los besos y las risas, de los juegos y las bromas, jamás me molesté en decirle lo real que era para mí. Todas las veces que la abracé de noche cuando tenía una pesadilla, todas las veces que le limpié las lágrimas y conseguí devolverle la sonrisa, esos momentos fueron reales. Cuando veía brillar esa luz en sus ojos cada vez que yo decía algo que la hacía reír, cuando veía el dolor en esos mismos ojos cada vez que recordaba el pasado, eso la hacía real. Pero ahora ya nada importa. Ella se lo ha llevado todo, hasta el último segundo, todo ha desaparecido cuando se ha marchado de esta casa hace diez o quince minutos. Ni siquiera lo sé. Ni siquiera sé cuánto tiempo llevo aquí fuera. Pero estoy solo.

Me puedo ir.

Yo…

—Ni lo sueñes.

Cuando me separo de la pared me encuentro con la cara de Yugyeom.

—Maldición. —espeto y sacudo el puño mientras mi cerebro empieza a registrar las primeras punzadas de dolor procedentes de mis nudillos ensangrentados.

—Vamos dentro. Necesitamos hielo para esa herida y una cerveza. —
ordena Yugyeom agarrándome del brazo y tirando de mí hacia el interior de la casa.

—Puedo caminar solito, Yugyeom. —Doy un tirón del brazo para soltarme. —Tengo sangre en los nudillos, no los pies rotos.

—¿En serio? —comenta arrastrando las palabras. —Porque a mí me parece que tienes más de una cosa rota. Abre la puerta y cruza la cocina en dirección al congelador. Coge una bolsa de hielo y me la ofrece. Yo me la pego a lo nudillos y esbozo una mueca al contacto con el frío. Yugyeom coge dos botellines de cerveza de la nevera y asiente en dirección a la puerta para darme a entender que deberíamos irnos al piso de arriba. Es mejor que estar aquí abajo. Mientras me abro paso entre la gente, oigo mi nombre.

—Me alegro de que alguien le haya hecho lo que él les ha hecho a la mitad de las chicas de primero. —afirma una voz que no he oído en mi vida. Lo veo todo rojo. Hoy ya he rebasado el límite de lo que puedo soportar y me doy media vuelta. Yugyeom me detiene y, a través de la capa de ira que me nubla la vista, veo como el puño de Chan entra en contacto con la cara del chico que ha dicho eso. Aterriza en su nariz y él se tambalea hacia atrás.

—Cierra la puta boca —le advierte Chan. —¿Alguien quiere añadir algo más?

No se oye ni una mosca.

—Ya me imaginaba. —Sacude el puño y mira al chico al que acaba de golpear. —¿Tienes la nariz de granito o qué?

Yugyeom resopla y me empuja en dirección a la puerta. —Vámonos. Este sitio es el último lugar en el que debería estar una bomba de relojería como tú.

El Juego del Amor |Jaehyun NCT & Tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora